Un nuevo informe muestra hasta qué punto la inseguridad afecta negativamente las vidas diarias de la población civil centroamericana, y ofrece nueva evidencia de que el crimen y la corrupción son factores importantes detrás de la emigración en la región. Los hallazgos indican que las actuales políticas dirigidas a dar solución a estos problemas pueden carecer de un énfasis adecuado en medidas preventivas, más que reactivas en su objetivo de disuadir el crimen y la migración.
El Proyecto de Opinión Pública Latinoamericana de la Universidad de Vanderbilt (LAPOP) y el Diálogo Interamericano presentaron un estudio titulado “Beneath the Violence” (Bajo la violencia) en un evento celebrado el 3 de octubre en Washington, D.C.
Con base en encuestas realizadas en Centroamérica, los autores crearon un “índice de conductas para evitar el crimen”, mediante el cual se clasificó a los países según el grado en el que los encuestados declararon que el miedo al delito ha afectado su vida cotidiana.
El índice mostró que de toda la región los ciudadanos de Honduras son los que mayor impacto sienten por la inseguridad, seguido de cerca por Guatemala y El Salvador, los otros dos países que conforman el “Triángulo norte” de Centroamérica. Es notable que una mayoría de los encuestados en la subregión del Triángulo Norte admitieron tener “un poco o mucho miedo de ser asesinados”.

(Gráfico cortesía de LAPOP y el Diálogo Interamericano)
En parte causó sorpresa que el estudio hallara que en el ámbito individual, “la evasión del crimen es mayor entre quienes están en riesgo genuino de padecer el crimen”. Quienes ya habían sido víctimas de un delito tenían muchas más probabilidades de informar que temían otro hecho de ese tipo. Otros factores, como la presencia de pandillas en el barrio y experiencias de primera mano con corrupción o incompetencia policial, también se asociaron con mayor comportamiento de rechazo hacia el crimen.
Aunque hubo pequeñas variaciones sorprendentes en las respuestas promedio de las diferentes clases socioeconómicas, el informe puntualiza que las personas de menores ingresos son las más afectadas en lo que respecta a la inseguridad. Por ejemplo, casi la mitad de los encuestados de menores ingresos informaron que evitan tomar el transporte público por temor a ser víctimas de delitos, lo cual puede afectar sus posibilidades de buscar oportunidades laborales o de educación.
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Además, el estudio halló una fuerte correlación entre una mayor evasión del crimen y el aumento de la emigración. Aproximadamente una tercera parte de los adultos del Triángulo Norte había pensado dejar el país el año anterior a la encuesta. Los únicos factores que se observó que tienen mayor impacto en la decisión de emigrar fueron el desempleo y tener parientes en el exterior.
Como ya lo había señalado InSight Crime, es común que varios de esos llamados “factores de rechazo” se combinen para incidir en la decisión de una persona a emigrar. Repitiendo lo que varios expertos han comentado a InSight Crime, el informe del LAPOP y el Diálogo Interamericano afirma que “esto indica que los esfuerzos de control migratorio en Estados Unidos, centrados exclusivamente en las políticas internas y la seguridad fronteriza tienen pocas probabilidades de éxito para disuadir la inmigración a la larga”.
Análisis de InSight Crime
El nuevo estudio ofrece información valiosa sobre la percepción de los ciudadanos centroamericanos sobre la inseguridad, y el impacto que esta tiene en diversos aspectos de sus vidas.
Por ejemplo, uno de los autores del informe, Michael Camilleri, resaltó durante la presentación del estudio que el porcentaje de población que afirma que el mayor problema de su país es la inseguridad es casi el mismo en Honduras y Uruguay. Sin embargo, como ya lo había informado InSight Crime, otros estudios han demostrado que Honduras experimenta impactos económicos derivados del crimen mucho más agudos que Uruguay.
Es importante tener en cuenta los impactos económicos del crimen porque, como se mencionó anteriormente, la victimización por el crimen y la falta de oportunidades económicas muchas veces se combinan para incitar la emigración desde Centroamérica. Y los autores del LAPOP y del Diálogo interamericano comentan que sus hallazgos contienen importantes lecciones para los legisladores que buscan enfrentar la inseguridad y la migración en la región.
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La autora del informe Carole Wilson afirmó que “la inseguridad motiva la migración”, indicando que los esfuerzos estadounidenses por reforzar la seguridad fronteriza e imponer medidas de fuerza sobre los migrantes indocumentados solo tendrá un efecto limitado.
La inmigración de indocumentados a Estados Unidos ha dado muestras de reducirse en respuesta a la intensificación de las operaciones de control en la administración del presidente Donald Trump. Pero Camilleri sostuvo que ” cualquier baja que estemos viendo… en la migración seguramente será transitoria. Los factores de rechazo que la motivan son lo que en últimas incidirá en las tendencias migratorias en el largo plazo”.
Esta opinión encontró eco en el exsubsecretario adjunto de estado para Centroamérica y el Caribe Juan González.
“A largo plazo, no va a funcionar, porque la gente que huye de la violencia y está en busca de oportunidades va o a México, que es algo que hemos estado viendo, o hace el viaje hasta Estados Unidos”, señaló.
Según González, invertir en el desarrollo socioeconómico en regiones especialmente golpeadas por el crimen, como los países del Triángulo Norte, sería una destinación de recursos más eficiente que aumentar el gasto en las medidas de seguridad internas en Estados Unidos.
Fortalecer las instituciones de policía y judiciales también podría ayudar a poner freno al crimen y la corrupción, lo que reduce la motivación para la migración de ciudadanos, agregaron los autores.