Son poco conocidas las operaciones de la mafia china en Latinoamérica. Sin embargo, un informe reciente sobre estos grupos en Argentina ilustra cómo hacen sentir su presencia a través de la extorsión, las redes de tráfico de personas, y el asesinato ocasional. A medida que China profundiza su relación económica con Latinoamérica, es posible que estas mafias puedan volverse cada vez más prominentes.

Las autoridades de Argentina han atribuido 31 asesinatos que ocurrieron durante los últimos cinco años, y cuatro en 2014, a siete mafias chinas que operan en el país, informó La Nación. Estas mafias al parecer obtienen ingresos a través de la extorsión de las empresas dentro de la comunidad china, y recurren a la violencia cuando los propietarios no cumplen con sus exigencias.

En al menos tres de los casos registrados en 2014, la víctima no parece haber sido robada, lo que ha llevado a las autoridades a pensar que fueron asesinadas tras entrar en conflicto con grupos criminales en la comunidad china. Según La Nación, las mafias chinas (también conocidas en toda Latinoamérica bajo el término Dragón Rojo) suelen contratar a nacionales argentinos para cometer los asesinatos.

La víctima más reciente de nacionalidad china -que recibió un disparo y murió en Buenos Aires en agosto- llevaba una gran cantidad de dinero en dólares y pesos argentinos al momento de su muerte. Esta persona estaba siendo investigada por la policía por tráfico de personas.

Dragón Rojo promociona un portafolio criminal diverso

Como se ejemplifica en Argentina, la extorsión es una de las fuentes de ingresos más comunes para las mafias chinas en Latinoamérica. En una estrategia típica, las mafias enviarán cartas a los dueños de negocios chinos en su dialecto nativo, exigiendo dinero a cambio de servicios de “protección”. Una investigación de 2011 en San Martin, Argentina, reveló que un grupo criminal chino había obligado a propietarios locales, quienes habían pagado una cuota de protección de US$50.000, a colgar un dibujo de un dragón chino en sus puertas como una señal de que habían pagado sus cuotas.

La actividad de la mafia china en Latinoamérica no se limita a la extorsión de los negocios. Estas operaciones de extorsión a pequeña escala por lo general están a cargo de grupos afiliados sin mucha rigidez, mientras que las pandillas más grandes manejan negocios ilícitos más complejos como las redes de tráfico de personas, que pueden generar ganancias mucho más altas.

El tráfico de personas es un negocio especialmente lucrativo para las mafias chinas en Argentina y más allá, debido a que Latinoamérica es un importante punto de tránsito para los ciudadanos chinos que tratan de entrar a Estados Unidos sin visa. Al parecer, las mafias chinas cobran hasta US$60.000 por persona y potencialmente pueden ganar hasta US$750 millones al año llevando inmigrantes chinos a los países que se encuentran a lo largo de la costa pacífica de Latinoamérica, entre ellos Ecuador, Colombia y Perú. Una vez en Latinoamérica, muchos chinos continúan su viaje hacia el norte utilizando rutas por tierra, viajando a través de Centroamérica y México, antes de entrar a Estados Unidos.

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Los grupos criminales chinos más sofisticados también están involucrados en el tráfico de drogas, registrándose casos de pandillas chinas que han movido cocaína y drogas sintéticas de Perú y Panamá a Europa y Asia. También hay informes de mafias chinas en México traficando precursores químicos que se utilizan en la producción de metanfetamina.

¿Una amenaza creciente?

Aunque los grupos del crimen organizado chino han atraído la atención de las autoridades de Latinoamérica desde al menos los años noventa, han sido históricamente capaces de permanecer por debajo del radar de los cuerpos de seguridad. Las barreras del idioma entre las fuerzas policiales de Latinoamérica -así como el miedo a represalias que ha impedido que muchos en las comunidades chinas denuncien los abusos- han mantenido a las mafias chinas en gran medida en las sombras, dándoles casi total impunidad para llevar a cabo actividades criminales en la región.

Según Evan Ellis, profesor de investigación de Estudios Latinoamericanos de la Escuela de Guerra del Ejército de Estados Unidos, el desarrollo del crimen organizado chino en Latinoamérica es un subproducto natural del aumento en las interacciones humanas y comerciales entre las dos regiones. Dado el impresionante aumento de 20 veces en el comercio entre China y Latinoamérica desde la primera década del siglo XXI, difícilmente sería sorprendente si el crimen organizado chino también ha crecido.

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El tráfico de drogas, el tráfico de personas y el contrabando son facilitados por este aumento del comercio. “Sin el alto volumen de barriles y contenedores que viajan a través del Pacífico transportando mercancías legales entre las dos regiones, sería difícil ocultar el contrabando y el material de las drogas ilícitas como los precursores químicos”, dijo Ellis a InSight Crime. Con los planes de China de continuar profundizando los lazos comerciales con Latinoamérica, es posible que el aumento del flujo de bienes y personas presente más oportunidades para que las mafias chinas expandan sus operaciones.

Sin embargo, también hay indicios de que las autoridades de Latinoamérica están centrando más la atención en las mafias chinas. En 2013, la preocupación entre los altos funcionarios del gobierno chino sobre la seguridad de la población china de Jamaica estimuló la creación de nuevas medidas de seguridad destinadas a combatir el crimen organizado chino en la isla. Mientras tanto, la policía de Argentina ha desarrollado un sistema para compartir información con los cuerpos de seguridad de China para investigar de una mejor manera los delitos relacionados con las mafias chinas, según La Nación.

La falta de datos empíricos fiables sobre las comunidades chinas en Latinoamérica hace que sea difícil entender plenamente el alcance del crimen organizado chino en la región. Aunque el Consejo de Asuntos de la Comunidad en el Extranjero (Overseas Community Affairs Council – OCAC) en Taiwán publicó datos oficiales sobre los ciudadanos chinos que viven fuera de China continental, Hong Kong y Taiwán (pdf), la inmigración ilegal hace que sea difícil para las autoridades de Latinoamérica publicar estimaciones precisas sobre el tamaño real de sus comunidades chinas.

“Hay un gran número de inmigrantes chinos que entran a Latinoamérica, tanto legalmente como sin visas”, dijo Ellis a InSight Crime. “Los oficiales de la policía de los países que visitó, como Suriname, no sabían el tamaño de su población china y tenían muy poca idea sobre cuáles estructuras criminales existían dentro de estas comunidades”.

Si bien queda por verse si las nuevas estrategias de seguridad podrán neutralizar la amenaza de las mafias chinas, mientras las transacciones comerciales aumentan entre las dos regiones, datos más sólidos sobre los patrones de migración y organizaciones criminales chinos sin duda apoyarían los esfuerzos de las autoridades locales para limitar la presencia de estos grupos en Latinoamérica.