El mayor decomiso de cocaína en Colombia en más de una década es un golpe al grupo criminal de Los Urabeños e ilustra el impacto de la ofensiva del gobierno contra el grupo, que se desarrolla en la tradicional plaza fuerte de Los Urabeños y podría tener repercusiones en todo el panorama criminal colombiano.

Un total de 400 hombres, incluyendo a 40 de una unidad élite de asalto aéreo de la Policía, se desplegaron en cuatro operativos simultáneos el 8 de noviembre en plantaciones bananeras en Urabá, subregión sobre el Caribe en el departamento de Antioquia, según anunció la policía en un comunicado.

Más de 12 toneladas de cocaína, avaluadas hasta en US$360 millones en Estados Unidos, según el presidente Juan Manuel Santos, fueron desenterradas de alijos bajo tierra.

En septiembre, las autoridades se incautaron de siete toneladas de cocaína en otra plantación de banano en Urabá. La más reciente operación encubierta reporta un total de 362 toneladas en decomisos de cocaína en Colombia en lo corrido del año, lo que supera las 317 toneladas del año anterior —esta a su vez una cifra récord en la historia del país—.

Las autoridades afirman que los últimos estupefacientes incautados eran de propiedad de por lo menos diez grupos diferentes que contrataban al grupo criminal más poderoso del país, Los Urabeños, para guardar y eventualmente enviar la droga. Estas se sacaban del país en cargamentos de banano, según información de El Tiempo.

Los operativos se desarrollaron como parte de la operación Agamenón. Lanzada en 2015, la operación está a cargo de la policía y el ejército, y tiene como objetivo atacar a Los Urabeños en su bastión histórico y trampolín tradicional de cocaína en Urabá.

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El presidente Santos también anunció el arresto de docenas de militantes de Los Urabeños en el departamento del Meta, ubicado en la región de los Llanos Orientales de Colombia, en límites con Venezuela y Brasil. A comienzos de esta semana, la Fiscalía General de Colombia anunció que un operativo conjunto de la policía y el ejército había desarticulado una red de Los Urabeños en Meta, que se encontraba bajo órdenes directas del jefe de Los Urabeños Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, para ampliar las operaciones del grupo en el área.

Estas iniciativas en curso contra Los Urabeños se realizan en medio las negociaciones entre el grupo y el gobierno. En un video que circuló a comienzos de septiembre, Otoniel anunciaba que estaba listo para negociar el sometimiento del grupo. Las autoridades revelaron el pasado mes su oferta para los términos de la entrega, lo que indica que están tomando en serio el ofrecimiento.

Análisis de InSight Crime

Aunque la Operación Agamenón no ha logrado hasta el momento la caída de Otoniel, el considerable poder de fuego y de hombres que se ha desplegado en el intento está causando fuertes reveses a las operaciones de drogas de Los Urabeños. Esto repercute sobre todo el hampa colombiano, y debe continuar sacudiendo de manera visible la dinámica de los narcóticos a largo plazo en el país.

Las autoridades afirmaron en mayo que el operativo había derivado en la captura de más de 1.000 miembros y 44 toneladas de cocaína pertenecientes al grupo. La operación también causó la muerte del segundo al mando del grupo a finales de agosto, y al decomiso de otras 20 toneladas de cocaína en los últimos dos meses, según el comunicado de la policía ya mencionado.

En forma simultánea, desde el lanzamiento de Agamenón en febrero de 2015, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se han desmovilizado, dejando a Los Urabeños —quienes muchas veces ofrecen el uso de sus corredores de narcotráfico a otros grupos dueños de los estupefacientes— como principal actor en el negocio de la droga en Colombia.

Entretanto, la producción de cocaína en el país se ha disparado a niveles históricos. En esencia, Los Urabeños nunca antes han tenido tanta cocaína para transportar ni tales dificultades para despacharla desde su bastión en Urabá. Fuentes de inteligencia colombianas comentaron a InSight Crime que el grupo simplemente es incapaz de sacar el producto del golfo sobre el mar Caribe con la celeridad suficiente para estar a la par con los flujos que ingresan desde las regiones cocaleras. Como lo muestran los decomisos recientes, se ven obligados a ocultar enormes cantidades de la sustancia, lo que explica en parte porqué las autoridades han logrado captar cargas de varias toneladas almacenadas lejos.

Una consecuencia directa de la menor capacidad operativa de Los Urabeños en Urabá es la búsqueda de rutas de drogas que salen de Colombia desde otros lugares del país. La ubicación estratégica del departamento de Chocó, colindante con Urabá y que se extiende desde la frontera entre Colombia y Panamá a lo largo de la mitad de la costa Pacífica de Colombia, ha sido una de esas regiones. La expansión del grupo en Chocó cobró especial visibilidad en el primer semestre de 2017, cuando miles de personas resultaron desplazadas por los enfrentamientos violentos entre Los Urabeños y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), ambos compitiendo por el control de las rutas de contrabando de la región.

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Ahora bien, parece que el grupo tiene en la mira los Llanos Orientales, que por largo han albergado varios corredores de droga. El área posee extensas fronteras no vigiladas con Venezuela, cuya situación caótica la convierte en una autopista perfecta para la cocaína, y Brasil, otro importante país de tránsito y principal mercado de consumo de cocaína en Latinoamérica.

El anuncio de Santos sobre la captura de docenas de militantes de Los Urabeños en el Meta, la declaración de la Fiscalía General sobre las órdenes directas dadas por Otoniel para la expansión en ese departamento, y las anteriores advertencias de funcionarios de seguridad son una señal de que este cambio ya puede haberse iniciado. La pregunta es si este fenómeno se desarrollará en silencio, dada la capacidad de Los Urabeños para negociar y encontrar puntos en común incluso con grupos criminales rivales, o si la región se convertirá en escenario de confrontaciones violentas que implican a grupos ya establecidos allí.

Con estos cambios en la dinámica criminal en Colombia, podrían complicarse las negociaciones entre Los Urabeños y las autoridades. La decisión de Otoniel de negociar un sometimiento —lo que incluirá la entrega de información a las autoridades sobre la red criminal y sus operaciones— promete causar agitación interna, lo que podría intensificarse con los continuos decomisos de narcóticos y los arrestos masivos.

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