El asesinato de un líder indígena en Bahía Solano, en la Costa pacífica de Colombia, se suma a la creciente ola de violencia que ha dejado el desplazamiento de toda una comunidad, mientras que los Urabeños siguen consolidando su poder en la región, por el control del narcotráfico.
El 3 de diciembre Miguel Tapí Rito, gobernador del resguardo indígena Ríos Valle y Boroboro en el municipio de Bahía Solano, fue secuestrado y posteriormente degollado, presuntamente por los Urabeños. Pocas horas después, cuando se encontró su cuerpo sin vida, se desplazaron 900 indígenas desde las zonas rurales al casco urbano del municipio, por temor a más asesinatos, de acuerdo con el periódico El Tiempo.
Ante este asesinato la Mesa Indígena del Chocó, organización que reúne representantes de las comunidades ancestrales de todo el departamento, explicaron en una carta pública que de parte del Gobierno “no se ven claras las acciones en defensa de nuestras comunidades” para proseguir reclamando la falta de garantías de seguridad para ellos y el profundo control que tienen los grupos criminales en la zona.
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Desde mayo de 2020 la Defensoría del Pueblo resaltó el riesgo que corría la zona rural de Bahía Solano, especialmente Resguardo Ríos Valle, en donde fue secuestrado el Gobernador Tapí, y los corregimientos como el Valle, Huaca y Playita debido a la guerra entre los Urabeños y el Frente Resistencia Cimarrón del Ejército de Liberación Nacional (ELN), extendida en todo el norte del departamento de Chocó.
Después del asesinato y desplazamiento, la Armada Nacional desplegó tropas en la zona rural de Bahía con la intención de controlar el territorio y evitar más desplazamiento, esto acompañado de la Alcaldía Municipal y la Personería.
Análisis de InSight Crime
El asesinato del Gobernador indígena parece una demostración de poder de los Urabeños, quienes han venido ganando territorio en todo el norte de Chocó. Lo anterior, con el objetivo de vencer al ELN y controlar un territorio clave en el movimiento de droga, migrantes y armas.
La importancia de Bahía Solano recae en ser el punto de salida de la ruta para mover droga a Panamá o Centro América, usando lanchas rápidas o pistas clandestinas. Esta ruta también trafica armas y migrantes ilegales. En el pasado, fue controlado por el Frente 57 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero con la salida del grupo en 2016 pasó a estar en disputa por el ELN y los Urabeños.
Es tal la cantidad de droga que sale por Bahía Solano, que se ha convertido en todo un negocio recuperar la cocaína perdida en altamar y regresarla a sus dueños, o venderla a otros narcotraficantes, en lo que se conoce localmente como “pesca blanca”.
Por un lado, el conflicto se da en zona rural entre ELN y Urabeños, lo que genera restricciones de movilidad, amenazas y un riesgo directo a la vida de los pobladores en esas zonas.
Este también se expande a la zona urbana de Bahía Solano contra el grupo criminal de los Chacales. Estos habrían sido subcontratados por el ELN desde inicios de 2020 para golpear a los Urabeños en los barrios de la sección más desarrollada de Bahía, lo que los ha convertido en “objetivo militar” para ese grupo.
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Los municipios de mayor importancia son Juradó y Rio Sucio, que limitan con Panamá, así como Carmen del Darién y Belén de Bajirá, que sirven como vía de entrada a Chocó para las tropas de Urabeños que vienen desde el departamento de Antioquía.
Finalmente, es importante el municipio de Bojayá, que sirve como bisagra entre la ruta hacía Panamá, al norte del departamento y la ruta hacía el Océano Pacifico, en el occidente.
Si bien el ELN es una amenaza mayor a nivel nacional, los Urabeños han demostrado su capacidad para enfrentarlos en esa zona del país y prolongar la fuerte rivalidad entre ambos bandos criminales. Mientras estos choques continúen, las comunidades del norte del Chocó seguiran afectadas.