Las autoridades de Colombia arrestaron al hijo de un difunto traficante de Medellín, acusado de ocupar un papel de liderazgo dentro del grupo criminal sucesor de la infame organización de Pablo Escobar, al tiempo que mantenía relaciones con algunas de las élites más famosas y distinguidas de Colombia.
El 9 de febrero, la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional de Colombia anunció que una operación contra el grupo criminal la Oficina de Envigado había conducido al arresto de varios importantes sospechosos en la ciudad portuaria de Cartagena, en el Caribe colombiano, así como en Medellín, cuna de la Oficina.
Entre los detenidos se encuentra Sebastián Murillo Echeverry, alias “Lindolfo”. Según informes de los medios de comunicación locales, este es hijo de Rodrigo Murillo, socio de Pablo Escobar a quien el fundador del Cartel de Medellín ordenó matar en la década de los ochenta. Las autoridades acusaron al joven Murillo de desempeñar un papel protagónico en el grupo criminal Los Caicedo, una de las más poderosas subestructuras de la Oficina de Envigado.
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Aunque Murillo es conocido como un “narco junior” —término utilizado en Colombia para referirse a los hijos de criminales muertos o detenidos que siguen los pasos de sus padres— su matrimonio con la famosa presentadora de televisión Vaneza Peláez le permitió conocer a otros miembros del jet set colombiano.
Peláez —quien se divorció de Murillo en 2015, pero estuvo presente en el momento de su arresto— al parecer le ayudó al presunto jefe criminal a iniciar negocios en el sector del modelaje, los cuales fueron utilizados para blanquear ingresos criminales y encubrir su papel como importante figura de la Oficina de Envigado.
El arresto de Murillo llevó a varios de sus socios a tratar de distanciarse de la pareja. Muchas figuras del entretenimiento intentaron borrar todas las fotos que tenían con Murillo en las redes sociales. Y en comentarios ante la prensa, Daniela Ospina, la exesposa del famoso futbolista colombiano James Rodríguez, trató de minimizar sus antiguas relaciones comerciales con Peláez.
Según señala uno de los medios, cuando la policía llegó a detenerlo, Murillo parecía más preocupado por su imagen que por el propio arresto. En una escena digna de una narco novela, Murillo, según los informes, les preguntó a los agentes si se podría arreglar un poco antes de ser detenido.
“¿Les puedo pedir un favor? ¿No será que podemos repetir la grabación en la que ustedes entran y me arrestan? Es que mire cómo me veo y yo no puedo aparecer así”, supuestamente dijo.
A pesar de su reputación como empresario y miembro de la alta sociedad, las autoridades dicen que Murillo dirigió un violento sector de la Oficina de Envigado, dedicado a la usura, el narcotráfico y los asesinatos selectivos. Las autoridades también creen que el hombre de 32 años de edad sustituyó a Fredy Alonzo Mira Pérez, alias “Fredy Colas”, como principal cobrador de la Oficina, luego de que este se entregara a las autoridades estadounidenses en 2015. Además, al parecer las empresas de modelaje de Murillo le permitieron establecer servicios de prostitución para los criminales.
Escuchas telefónicas (intercepción de comunicaciones) conocidas por El Colombiano ilustran la doble cara de Murillo como miembro de la alta sociedad con presuntas actividades criminales, entre las cuales supuestamente se encuentran el cobro violento de deudas que ascienden al medio millón de dólares y la organización de un cargamento de armas con destino a la costa Caribe, con el objetivo de ayudar a la Oficina a expandir sus actividades de narcotráfico.
De hecho, la misma operación que llevó a la captura de Murillo también permitió dar con su presunto socio, conocido como alias “Martín”, en Cartagena. Como exlíder de Los Caicedo, Martín supuestamente estaba a cargo de la expansión de las operaciones de narcotráfico de la Oficina en la costa Caribe y del fortalecimiento de sus vínculos con el grupo narcotraficante Los Urabeños.
Análisis de InSight Crime
La historia de Murillo es solo un ejemplo de varios “narco juniors” colombianos que han seguido el camino de sus padres. Ejemplo de ellos son los herederos del Cartel del Norte del Valle, que iniciaron una venganza contra Los Rastrojos, quienes habían sido enemigos de sus padres, y contra William Rodríguez Abadía, hijo de uno de los fundadores del Cartel de Cali, quien se declaró culpable en una corte de Estados Unidos en 2006, por haber asumido el liderazgo del cartel.
Sin embargo, la relativa fama de Murillo y su estilo de vida como miembro del jet set lo convierten en una especie de excepción entre los criminales colombianos de alto rango que han sido arrestados recientemente. Si bien muchos parecen buscar la aceptación social, la mayoría también parecen haber aprendido de los errores de sus predecesores, asumiendo un perfil más bajo que el que ostentaba Murillo.
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El arresto de Murillo también pone de manifiesto los tiempos turbulentos por los que atraviesa actualmente la Oficina de Envigado.
En diciembre de 2017, las autoridades capturaron a Juan Carlos Mesa Vallejo, alias “Tom”, la figura más poderosa de la Oficina y el principal socio de Los Urabeños en el estratégico corredor de drogas del Valle de Aburrá, donde se asienta Medellín. El arresto de Tom suscitó dudas acerca del futuro del liderazgo de la Oficina, y generó violencia en la zona donde mayor influencia ejercían Los Chatas, la facción de la Oficina liderada por Tom.
Es probable que el desmantelamiento del liderazgo de Los Caicedo —una de las facciones más importantes de la Oficina— genere más conmoción dentro del hampa de Medellín, y podría tener implicaciones para una tregua de varios años que ha permitido disminuir en gran medida la violencia criminal en la segunda ciudad más grande de Colombia.