Las recientes denuncias sobre la presencia de la banda criminal Los Gaitanistas en Montes de María, en Colombia, apuntan a la reactivación de una de sus viejas rutas de narcotráfico y su posible debilidad en otras regiones del país.
El 2 de septiembre, el gobernador de Sucre, Héctor Olimpo Espinosa, afirmó que su administración tiene planes para apoyar a las comunidades y los líderes sociales en Montes de María con miras a atacar la creciente criminalidad en la zona.
Las declaraciones del gobernador se deben al incremento en la violencia que se vive en Montes de María, una subregión montañosa en la costa Caribe colombiana. En los últimos meses se han presentado varios actos de violencia, entre los cuales se encuentran homicidios y desplazamientos de familias en el municipio de El Carmen de Bolívar.
Las amenazas y asesinatos contra líderes sociales han sido un peligro constante. Solo en el 2020, un líder sindical y tres personas vinculadas a procesos de restitución de tierras han sido asesinadas, y un líder social ha sido desplazado. En julio, varias viviendas en El Carmen de Bolívar fueron marcadas con las siglas de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), grupo del que se escindieron Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).
VEA TAMBIÉN: Perfil de Los Gaitanistas
El incremento en la violencia y las actividades de extorsión en la zona están relacionadas con los intentos de las AGC para posicionarse en la zona desde 2018, como lo venía advertiendo la Defensoría del Pueblo.
En febrero de 2020, una alerta temprana de esta institución confirmó la presencia de hombres armados pertenecientes a las AGC en El Carmen de Bolívar para “custodiar las rutas del narcotráfico”.
El Carmen de Bolívar y el municipio aledaño de San Onofre son puntos cruciales en la vieja ruta de narcotráfico que conecta los municipios productores de cocaína controlados por las AGC en el Sur de Bolívar y el Bajo Cauca antioqueño, al igual que los centros de procesamiento de clorhidrato en el sur de Córdoba y el Magdalena Medio, con el Golfo de Morrosquillo. Este último es uno de los grandes puntos de salida de cocaína rumbo a Centroamérica, Estados Unidos y Europa.
En agosto, un cargamento de cocaína con destino a Costa Rica fue incautado, lo que aumentó las preocupaciones sobre el uso de ese corredor como ruta de tránsito de drogas por parte de las AGC.
La presencia de este grupo en la zona puede tener varios efectos sobre la violencia contra las comunidades. De acuerdo con Luis Fernando Trejos, profesor e investigador del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, las AGC estarían subcontratando grupos de delincuencia local para asegurar sus cargamentos. Esto a cambio de armas y dinero, así como el uso de su nombre para intimidar a la población.
Análisis de InSight Crime
La presencia de las AGC en Montes de María revive el fantasma de la incursión paramilitar en los primeros años de la década del 2000, que dejó una trágica historia de masacres y violencia en la zona.
Con la salida de las AUC en 2006 la zona fue declarada como “liberada de los efectos del conflicto armado”. Desde ese entonces el territorio se había mantenido en relativa paz.
VEA TAMBIÉN: Bojayá: primer brote de violencia en Colombia en 2020
Sin embargo, las AGC enfrentan una creciente presión en otras zonas del país. En el Urabá, la operación Agamenón II ha venido presionando al grupo en su retaguardia histórica. A esto se le suma el aumento de incautaciones de cocaína en la zona. La más grande, una incautación de 7.5 toneladas de cocaína incautadas cerca a Panamá, le habría costado al grupo alrededor de 286 millones de dólares de acuerdo con la estimación hecha por el Ministerio de Defensa.
Por otro lado, en el Bajo Cauca antioqueño y el Sur de Córdoba han entrado en conflicto con los Caparrapos y las ex-FARC mafia. Esta confrontación se ha recrudecido en los últimos meses.
La salida por el Pacífico también se ha visto afectada en los últimos años. En Chocó, los enfrentamientos con el Ejército de Liberación Nacional por el control de la salida al Pacífico continúan generando olas de violencia.