Pese a la flexibilización de las leyes de tenencia de armas en Brasil, el país vive un auge de fábricas de armas ilegales, lo que ha dado pie a que las armas de fabricación casera ocupen un porcentaje importante de los decomisos totales nacionales.
El 3 de junio, la policía del estado brasileño de Amapá arrestó a tres hombres por operar una fábrica de armas ilegales. Incautaron más de 30 escopetas de fabricación casera junto con una amplia gama de repuestos, incluidos 102 cañones de armas.
La fábrica llevaba al parecer más de 20 años operando. Pero ese decomiso fue solo el más reciente en el pequeño estado de Amapá, noreste del país, pues hubo operativos sorpresa similares a fábricas de armas de fuego en enero y abril.
En 2018, la policía del estado retuvo 380 armas ilegales, la mayoría de fabricación doméstica.
Los tres capturados en la nueva redada dijeron que las armas iban dirigidas a cazadores locales, pero la policía ya ha conectado a los armeros aficionados de Amapá con el crimen organizado.
Amapá no se sustrae a la oleada de criminalidad que azota el noreste brasileño. Recientemente el jefe del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (Batalhão de Operações Policiais Especiais —BOPE—) afirmó que se observa un incremento de la tenencia de armas, y la mayoría de delincuentes ahora portan al menos una pistola.
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La recesión económica en Brasil parece haber sido el motor para el acelerado crecimiento de la demanda de este tipo de armas. Según Emerson Morais, concejal local en el estado de Minas Gerais, en ese estado se hallaban pocas armas de ese tipo antes de 2014.
“Ellos [los delincuentes] migraron a este tipo de armas de fabricación casera, que también tienen alta capacidad de fuego, porque su valor es mucho menor”, declaró a la BBC.
Reveló que una subametralladora en el mercado negro cuesta alrededor de 12.000 reales (US$3.100), mientras que la misma arma hecha en una fábrica ilegal puede comprarse por solo 5.000 reales (US$1.290).
Análisis de InSight Crime
Aunque en el caso de Amapá, algunas de esas armas caseras pueden emplearse para la caza, no cabe duda de que la producción de armas de fuego ilegales se hace pensando en clientes criminales principalmente. Un reciente reportaje de BBC analizaba la fabricación de subametralladoras ilegales en Brasil y halló que los decomisos de ese tipo de armamento han crecido en casi todos los estados del país.
Esta producción se reportó mayormente en las ciudades más grandes del país. Un estudio por el Instituto Sou da Paz de más de 14.000 armas incautadas en São Paulo entre 2011 y 2012 halló que 48 por ciento eran muy probablemente de fabricación local. La mayoría eran subametralladoras, al parecer siguiendo el modelo de la URU brasileña.
Históricamente se ha conocido a Brasil por sus estrictas regulaciones sobre armas, lo que ha dificultado que el ciudadano promedio obtenga un arma de fuego. La producción de armas ilegales se benefició así de la alta demanda y la baja oferta.
La mayoría de los fabricantes de estas armas no están afiliados a ningún grupo criminal específico, por lo que están libres de vender a todos. Logran hábilmente modificar o replicar armas existentes, a la par que brindan beneficios adicionales, como permitir el disparo de 30 cartuchos o más en una ráfaga, según la BBC.
Las nuevas leyes del presidente Jair Bolsonaro han flexibilizado las regulaciones de armas y facilitado su obtención a los ciudadanos de a pie. Hay preocupación en amplios sectores de que esto simplemente lleve a que caigan más armas en manos de grupos criminales. Y también es improbable que haga mella en la demanda de armas caseras.
La disponibilidad y los menores precios de estas armas implican que los fabricantes seguirán encontrando bastantes clientes. Aunque las armas no son tan sofisticadas o duraderas como las oficiales, tienen el beneficio adicional de que no tienen números de serie y son sustancialmente más baratas.