Varios oficiales de policía de alto rango en Bolivia han sido arrestados por presuntos vínculos con un narcotraficante que la policía de Brasil persiguió durante años, pero aún falta revelar hasta dónde llega la colusión.
Las autoridades en Bolivia detuvieron a Gonzalo Medina, exjefe de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen (FELCC) en el departamento de Santa Cruz, centro del país, y al capitán retirado Fernando Moreira, por cargos de narcotráfico y asociación para delinquir, así como por la presunta participación en un encubrimiento, anunció el ministro del interior en una conferencia de prensa la semana pasada.
El anuncio se hizo luego de que las autoridades descubrieran que Medina y Moreira habían permitido al señalado narcotraficante Pedro Montenegro Paz —buscado en Brasil desde 2015 por tráfico de drogas de São Paulo hacia Europa— asistir a dos eventos oficiales del FELCC en Santa Cruz mientras Medina fue jefe de la división, informó La Razón.
El hijastro de Medina, Robin Óscar Justiniano Meruvia —quien también está detenido por cargos de narcotráfico desde ese entonces, aunque niega las acusaciones— aparece en una fotografía con Montenegro en un evento oficial de esos. Montenegro presuntamente asistió junto a autoridades departamentales y nacionales pese a su orden de captura.
(Pedro Montenegro Paz (izquierda) y Robin Justiniano, hijastro de Medina (derecha), cortesía de El Deber)
Es más, la esposa de Moreira fue supuestamente retratada con Montenegro en Cartagena, Colombia, durante la celebración del Carnaval el año pasado. Se dice que Montenegro financió el viaje para él y otras 20 personas, incluyendo a Medina y Moreira. Los gastos superaron los US$19.000 y Montenegro usó un documento de identificación falsa para viajar, según información de El Deber.
Miembros de la oficina de la Interpol en Bolivia presuntamente borraron del sistema la información sobre la orden de captura contra Montenegro. La decisión se anuló originalmente antes de ser aprobada posteriormente por la Corte suprema, según La Razón.
Desde que estas revelaciones salieron a la luz, los dos expolicías se les dictó detención preventiva a los dos expolicías y se detuvo a otros oficiales también. Además, toda la unidad anticrimen de Santa Cruz, conformada por unos 150 agentes, fue suspendida para que las autoridades pudieran realizar un auditoría. Pruebas con detector de mentiras e investigación de la familia serán también obligatorias para los jefes de policía.
“El Comando General de la Policía Boliviana no va a permitir ningún hecho de corrupción al interior de sus filas, preferimos quedarnos con 100 policías honestos y los que no estén compartiendo este criterio lógicamente van a ser enviados a conocimiento del Ministerio Público o, en su caso, a las cárceles de nuestro país”, advirtió el jefe de la policía de Bolivia Yuri Calderón.
Análisis de InSight Crime
La evidencia de oficiales de alto rango de la policía en colusión con narcotraficantes no es una dinámica nueva en Bolivia. Es una de las principales razones por las que el país andino se ha convertido en actor clave en el narcotráfico internacional, no solo para la producción de cocaína, sino también como país de tránsito y centro de operaciones de grupos criminales transnacionales.
De hecho, el ex-zar antinarcóticos de Bolivia, René Sanabria, fue detenido en Panamá en 2011 señalado de haber ayudado, junto con otros agentes de policía, al trasiego de cargamentos de drogas desde cerca de la frontera con Chile, al suroeste del país, hasta Panamá y luego a Estados Unidos. En 2015, el anterior jefe de policía del país, Óscar Nina, fue arrestado como sospechoso de enriquecimiento ilícito y nexos con el narcotráfico.
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No es claro cuál era la relación entre los oficiales detenidos recientemente y el narcotraficante buscado, pero puede tener que ver con la ubicación del departamento de Santa Cruz en una región estratégica para el crimen, en límites con Brasil, al este, y con Paraguay, al sur.
En el departamento se encuentra uno de los centros de producción de coca del país, que en el pasado ha sido escenario de disputas por drogas, motivada por la migración criminal de traficantes de Brasil y Colombia. El bajo riesgo de interdicción por una combinación de corrupción policial y fronteras porosas, entre otros factores, hace de Bolivia un lugar atractivo para los narcotraficantes de la región.