Pandillas de drogas infiltraron un puerto en Panamá por medio de empleados que introducen cocaína en contenedores de carga con destino a Europa, un esquema de tráfico que muestra cómo se usa la industria marítima de Panamá para trasegar grandes cantidades de narcóticos al otro lado del Atlántico.
Pandillas locales, en alianza con traficantes colombianos, se han implicado cada vez más en la protección y el transporte ilegal de cocaína en barcos de carga atracados en la ciudad portuaria de Colón, a lo largo del extremo norte del canal de Panamá, informó La Prensa.
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La cocaína llega de Colombia por medio de correos humanos, quienes cruzan el tapón del Darién, una porción de selva que separa a Panamá y Colombia, hasta con 10 kilogramos a la espalda. Las pandillas de Colón reciben la cocaína y la introducen en el puerto con ayuda de empleados en connivencia con ellos. Estos empleados, conocidos como “cuadrillas”, incluyen a guardias de seguridad en la entrada del puerto y estibadores, que ocultan las drogas dentro las láminas de los contenedores de carga y en las cargas de frutas con destino a Europa.
Según La Prensa, un guardia de la seguridad portuaria puede ganar hasta US$10.000 por cargamento.
En 2018, las autoridades de Colón arrestaron a 330 personas y decomisaron 12 toneladas de cocaína, según cifras del gobierno. Casi la mitad de la cocaína incautada se descubrió en las terminales portuarias.
Análisis de InSight Crime
El auge de la producción de cocaína en Colombia y el creciente apetito por el alcaloide en Europa han convertido a Panamá y su enorme industria de transporte marítimo en objetivo de narcotraficantes.
La estratégica ubicación de Panamá la ha convertido en paso intermedio para los cargamentos de narcóticos provenientes de Suramérica. Pero el volumen de cocaína que pasa por el país ha crecido.
El año pasado, las autoridades decomisaron 73 toneladas de cocaína, un enorme incremento desde las 11,2 toneladas captadas en 2000, según el Ministerio Público de Panamá. Y de 2014 a 2017, la cantidad de cocaína incautada pasó de casi 40 toneladas a más de 80.
El aumento de más del 100 por ciento en la cocaína incautada en cuatro años puede atribuirse a mejores medidas de interdicción por parte de las autoridades, pero también es probable que tenga que ver con la producción récord de cocaína en Colombia.
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Los buques de carga que pasan por Panamá en dirección a Europa son especialmente atractivos para los traficantes colombianos, quienes buscan ganar acceso a mercados distintos a Estados Unidos, donde han perdido terreno frente a los grupos criminales mexicanos. El trasiego de la droga por el Atlántico es una forma en que los traficantes colombianos compensan la pérdida, pues los precios en las calles de Europa son altos y la demanda de la sustancia sigue en aumento.
Panamá no es el único país de Latinoamérica cuyos puertos son objetivo de los traficantes. Un remoto puerto sobre la costa Caribe de Costa Rica ha presentado un crecimiento repentino en el volumen de cocaína descubierta en cargas con destino a Europa. Y las autoridades en Brasil han revelado una nueva ruta de tráfico desde un puerto en desuso en dirección a los Países Bajos.
Los puertos del norte de Europa también se han visto inundados de cocaína. El puerto de Rotterdam, en los Países Bajos, y el puerto de Amberes, en Bélgica, registraron el decomiso de más de 73 toneladas de cocaína en 2018, un incremento de casi 35 por ciento, en relación con las 54 toneladas decomisadas en ambos muelles en 2017.
Introducir cocaína en un barco con contenedores llenos de fruta puede parecer una táctica de contrabando anticuada, pero para los traficantes sigue siendo un método efectivo, y los empleados portuarios siempre serán susceptibles a sus ofertas.