Varios reclusos de un centro carcelario en Venezuela escalaron un muro de la prisión para escapar hacia la parte del complejo donde los pranes ejercen mayor control, en un intento, según relataron sus familiares, para acceder a alimentos.

Un tiroteo que se produjo durante una fuga en el complejo penitenciario de Yare el 10 de noviembre dejó un preso muerto y un recluso y dos guardias heridos, según informó El Universal. De los ocho reclusos que saltaron el muro, cinco lograron cruzar del complejo Yare II a Yare I, de acuerdo a un comunicado de la organización no gubernamental por los derechos de los presos Una Ventana a la Libertad.

Aunque siguen sin precisarse los detalles del hecho, el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) informó que los reclusos se evadieron a la otra sección por falta de alimentos, según parientes que hablaron con la organización.

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“No planeaban escapar de la cárcel, querían saltar del régimen penitenciario al abierto porque tenían hambre y no les estaban dando comida”, informó el OVP.

La prisión de Yare, en el estado costero central de Miranda, está conformada por dos complejos penitenciarios. Yare II —diseñado para aumentar la seguridad bajo la reforma carcelaria después de varios amotinamientos fatales entre 2011 y 2013— se encuentra bajo el control del gobierno. Yare I es una “prisión abierta”, donde se hace la voluntad de los jefes carcelarios o “pranes”.

Un familiar de un preso de Yare II, que habló con InSight Crime, señaló que la mayoría de los reclusos solo reciben una o dos raciones de comida al día que no les dan el sustento necesario.

“Cada vez que los visitas, están más flacos”, dijo el pariente.

Análisis de InSight Crime

No debe sorprender que los pranes tengan mayor capacidad que el gobierno venezolano de adaptarse a la escasez que acarreó la pandemia, dado que por largo tiempo han supervisado la vida entre los muros de las prisiones.

Los defensores de los derechos de la población carcelaria prendieron las alarmas de la falta de alimentos en las cárceles del país, desde que el gobierno prohibió las visitas de las familias para evitar la propagación del virus. La gran mayoría de los presos en Venezuela dependen de sus allegados para cubrir sus necesidades básicas.

Ahora se permiten visitas familiares una o dos veces al mes, pero se han conocido casos en que los guardias roban los pocos alimentos que se les permite ingresar.

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Por otro lado, los pranes han facilitado la mayor frecuencia de las visitas. También son expertos en conseguir contrabando para luego revender la mercancía a los presos con sobreprecio.

“En las prisiones controladas por los pranes, hay menos escasez”, señaló Beatriz Carolina Girón, directora del OVP, en intercambio con InSight Crime.

La desesperación de los reclusos por escapar de Yare II evidencia cómo la incapacidad de proveer recursos suficientes a los internos ha reforzado directamente a los pranes convirtiéndolos en el único proveedor confiable de recursos, incluida la alimentación.

Los pranes han podido hacer esto con la anuencia, y en ocasiones la ayuda, del gobierno venezolano. Iris Varela, quien fungió como ministra de prisiones entre 2011 y 2020, tuvo un rol fundamental en la llamada reforma a las cárceles de Venezuela. Pese a las denuncias de nexos suyos con varios miembros de bandas, ella ha asegurado que dichas estructuras criminales no existen, y muchas veces se refiere a ellos como “líderes negativos” en lugar de pranes.

La droga, la prostitución y las redes de apuestas, sin embargo, han pululado entre los muros de las prisiones bajo su protección. La cárcel de Tocorón, bastión de la megabanda el Tren de Aragua, es conocida por sus lujos, como una piscina, un club nocturno, restaurantes e incluso un pequeño zoológico.

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