En medio de las dificultades que enfrentan los trabajadores en Latinoamérica por la crisis económica que desencadenó la pandemia de COVID-19, usureros con ofertas de tasas de intereses abusivas han acorralado el mercado y obligan a los necesitados a buscar ayuda financiera en ciclos de deuda insostenibles.

El 13 de enero, las autoridades arrestaron a varios miembros de una red sospechosa de ejercer la usura en Rosario, Argentina. Los miembros de la red están acusados de manejar una operación de préstamos  “gota a gota”, llamados así por la forma gradual en que agobian a las víctimas hasta dejarlas sin dinero. Con operaciones en el Mercado de Productores de Rosario, los usureros fueron capturados después de ser identificados por una víctima anterior, una joven que, incapaz de seguir pagando, recibió un tiro de uno de los prestamistas.

Este problema se extiende por toda la región. En una entrevista reciente en La Prensa Gráfica, una vendedora de tortillas en El Salvador contó que recibió un préstamo de US$500 antes de la pandemia y después tuvo que pedir dos préstamos más para pagar el primero, pues los meses de cuarentena hicieron que el usurero exigiera los pagos atrasados. Para mantener tres préstamos al mismo tiempo, la mujer destina US$9 de los US$11 que produce en el día para cubrir las cuotas, lo que le deja solo US$2 para mantener a sus tres hijos y una nieta. Y aun así, dice en referencia a los usureros, “no pensaría en denunciarlos. Ellos, de cierta forma, le ayudan a uno”.

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En Colombia, las consecuencias económicas de las prolongadas cuarentenas y la falta de acceso al sistema financiero llevó a que se identificara hasta 7 millones de personas como vulnerables al “gota a gota”, según informaron las entidades financieras en mayo pasado. “Más del 50 por ciento de los hogares colombianos… han usado el ‘gota a gota’. El uso es más pronunciado entre microempresas y trabajadores independientes, sin olvidar que muchos trabajadores asalariados también lo usan”, declaró José Alejandro Guerrero, presidente del Banco W, a El Tiempo.

No cabe duda de que los préstamos gota a gota se han aprovechado de la desesperación provocada por la pandemia. Un estudio de la Universidad Central de Colombia reveló que, desde la imposición de las cuarentenas, las tasas de intereses han subido 210 por ciento, frente al 20 y 66 por ciento antes de la pandemia.

Análisis de InSight Crime

Las prácticas de préstamos a usura han prevalecido por largo tiempo en Latinoamérica, y fueron los grupos criminales colombianos los que más promovieron su expansión. La pandemia de COVID-19 ha hecho florecer más esta economía criminal, pues los proveedores y pequeños negocios que quedaron sin trabajo por las prolongadas cuarentenas están desesperados por un alivio financiero. Con la insuficiencia de muchos programas de ayuda gubernamental, los trabajadores se ven obligados a elegir entre la ruina financiera o préstamos con tasas de interés abusivas.

Las soluciones han sido escasas y raras. En noviembre, un gobierno local en Colombia comenzó a ampliar su programa de préstamos de cuantías pequeñas con bajos intereses para quienes tuvieran dificultades para llegar a fin de mes, con base en los buenos resultados logrados con esa estrategia.

En Ciudad de México, un diputado busca la creación de un plan de recuperación económica dedicado a quienes están en riesgos de recurrir a los usureros. En noviembre, Víctor Hugo Lobo, presidente del Comité de Coordinación Política en la asamblea de la capital mexicana, declaró que “la aguda crisis económica obligó a los pequeños comerciantes… a recurrir a los prestamistas sudamericanos y ahora están atrapados en sistema de semiesclavitud”.

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A finales de diciembre, el congreso de Perú aprobó un proyecto de ley que permitía a los bancos ofrecer préstamos sin intereses. El gobierno rechazó la ley con el argumento de que eso dificultaría más a los peruanos pobres el acceso a los servicios bancarios.

“Este es otro lindo ejemplo de la suma de desconocimiento más buena intención. Es una bomba atómica […] Esta ley hará que los [hogares] más modestos no puedan prestar. ¿Dónde lo harán? En el mercado informal”, afirmó el ministro de economía Waldo Mendoza en una entrevista con una estación local de televisión.

En julio pasado, un estudio del banco central de Perú halló que las tasas de interés anual de los préstamos gota a gota habían llegado hasta el 792 por ciento.

Aunque la nueva ley en Perú tiene buenas intenciones, las críticas del gobierno son válidas. Con solo el 45 por ciento de la población adulta peruana bancarizada, esos paquetes de ayuda pueden tener consecuencias inciertas, como que los bancos solo otorguen préstamos sin intereses a clientes que tengan un respaldo, y de nuevo queden excluidos los más vulnerables.

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