Laredo y Nuevo Laredo, ciudades hermanas a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, son casi del mismo tamaño. Tienen motores económicos, patrimonio cultural, poblaciones e indicadores socioeconómicos muy similares. Sin embargo, en 2012, Nuevo Laredo tuvo al menos 36 veces más homicidios. ¿Por qué?

Es una pregunta que se considera a lo largo de esta frontera de 1.951 millas (aproximadamente 3.140 kilómetros), sobre todo después de las explosiones de violencia en Tijuana y Ciudad Juárez durante la última década; lugares que se ubican entre San Diego y El Paso, respectivamente, dos de las ciudades más seguras de Estados Unidos.

Este artículo hace parte de una serie sobre la presencia y actividades de Los Zetas en la ciudad de Nuevo Laredo. Vea la serie completa aquí. También puede descargar el PDF completo.

Al igual que esas ciudades, las tasas de homicidio han sido tradicionalmente más altas en Nuevo Laredo, en una proporción de tres a cinco. Y pocos lugares ofrecen estas similitudes en lo que es esencialmente un espacio geográficamente aislado.

El año pasado fue el peor de la historia de Nuevo Laredo con 288 homicidios. Extraoficialmente, fue mucho peor, con un reporte de 550 cadáveres contabilizados por las autoridades. Las granadas explotaban. Los cuerpos eran colgados de los puentes. La ciudad estuvo en un confinamiento virtual en la noche, mientras arreciaban los enfrentamientos durante el primer semestre de este año.

Se anticipa un nuevo repunte luego de la dramática captura, el 16 de julio, del principal comandante de los Zetas, Miguel Ángel Treviño, alias “Z40”. El hermano de Treviño, “Omar”, alias “Z42”, es el presunto líder, aunque no posee el mismo carisma de su hermano y se verá en aprietos tratando de conservar el control sobre Nuevo Laredo.

Por su parte, Laredo tuvo ocho asesinatos el año pasado, de los cuales sólo uno le fue atribuido por las autoridades al crimen organizado.

La pregunta en Laredo y Nuevo Laredo se hace aún más relevante dada la presencia de los Zetas, la organización criminal más volátil e impredecible de México, así como el grupo más frecuentemente citado por incitar “el desborde de violencia” en Estados Unidos.

Razón número 1: Los Zetas

Las tasas de homicidio de las dos ciudades aumentaron con la llegada de los Zetas. En parte, esto se debe a que los Zetas no son como otras organizaciones criminales. Su núcleo estaba conformado por exmilitares que violaron muchas de las reglas tradicionales del hampa mexicana. Su atención se concentra en buscar y asegurar el control del territorio, para cobrar “renta” -conocida también como “piso”- a otros actores del mundo criminal. En Nuevo Laredo, este portafolio financiero incluyó un agregado importante: ellos mismos se involucraron en el narcotráfico.

Los Zetas llegaron alrededor de la primera década del siglo XXI, y la tasa de homicidios de Nuevo Laredo ha sido constantemente más alta desde ese momento. El entonces brazo armado del Cartel del Golfo fue enviado para facilitar el paso seguro a través de este: el punto de cruce comercial más importante en la frontera. Lo hicieron mediante el reclutamiento de lugareños con conocimiento suficiente (know-how) de la zona, como Miguel Treviño.

Treviño comenzó su carrera delictiva como un empleado de bajo rango para los traficantes de Nuevo Laredo (a menudo sus rivales se refieren a él como “lavacarros”) pero ascendió hasta obtener el mando. Pronto desertó para vincularse a Los Zetas quienes luego dependerían de él para deshacerse de los rivales que detentaban el poder local.

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En ese momento, el grupo más importante en Nuevo Laredo era el de José Dionisio García, alias “El Chacho”, y su organización, precisamente denominada “Los Chachos”. Como cualquier otra organización extranjera, el Cartel del Golfo pagó “piso”, o una “cuota” a El Chacho para utilizar el área como corredor.

Circulan muchas historias sobre lo que ocurrió después. Según un testimonio que cita a un informante del Cartel del Golfo, Chacho traicionó a este último y, con la ayuda de las autoridades locales, trató de robar un cargamento de droga. Anabel Hernández, en su libro “Los Señores del Narco“, dice que el Golfo simplemente decidió tomarlo. En cualquier caso, los Zetas, que fueron reclutados de las fuerzas especiales de México, secuestraron y mataron a García.

Los Zetas pasaron los siguientes cuatro años asegurando la “plaza” (una palabra mexicana que hace referencia a un corredor ilícito) de Nuevo Laredo. No fue fácil. Se enfrentaron a un grupo de traficantes locales, muchos de los cuales eran leales a El Chacho, o al menos no les eran leales a ellos. Y cuando el jefe del Cartel del Golfo, Osiel Cárdenas, fue arrestado en 2003 (luego sería extraditado a Estados Unidos), algunos de estos traficantes locales protagonizaron una revuelta, negándose a pagar el “piso” a sus nuevos jefes.

Uno de estos traficantes locales era Édgar Valdez Villareal, alias “La Barbie”. Al igual que muchos de los soldados en este enfrentamiento, La Barbie creció en Laredo y huyó a México cuando su grupo de narcotraficantes fue desmantelado por la policía de Estados Unidos. Según la revista Rolling Stone, cuando Cárdenas fue arrestado, La Barbie fue a Monterrey y convenció a la Organización Beltrán Leyva y al Cartel de Sinaloa de formar equipo con él para retomar Nuevo Laredo.

Homicidios por cada 100.000 habitantes

(Fuentes: INEGI, Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, FBI)

La Barbie se volvería legendario por una ferocidad sólo igualabe por su principal rival, Miguel Treviño. La lucha fue personal. Los Zetas mataron a uno de los socios de La Barbie. Luego éste mató al hermano de Treviño. Y Treviño encontró y mató a otro socio de La Barbie y violó a su nieta, dice la revista Rolling Stone. El hermano de La Barbie también fue asesinado.

El enfrentamiento se desbordó hacia Laredo, la única vez en que la tasa de homicidios se ha acercado a la de su ciudad hermana. Los asesinatos igualaron el tipo de ataques que ocurrían en Nuevo Laredo: en estacionamientos, afuera de las casas, en los semáforos. Éste fue, y sigue siendo, uno de los pocos casos reales del desborde de la violencia proveniente de México.

Muchos afirman que el uso excesivo de violencia en la zona es una anomalía que puede atribuirse a Los Zetas. Sin duda, Los Zetas son uno de los grupos de crimen organizado más violentos y depredadores. Un estudio realizado por la Universidad de Harvard reveló que entre 1999 y 2010, el grupo se había instalado en más municipios que cualquiera de sus rivales. Los Zetas son una anomalía en muchos aspectos, como también lo son algunos de sus rivales.

La perversidad de La Barbie, por ejemplo, igualó cuando menos las barbaridades de Los Zetas. De hecho, el enfrentamiento entre Los Zetas y La Barbie evidenció un cambio significativo en el hampa, en el que las familias eran los blancos y los medios de comunicación se utilizaban como herramienta para su guerra. Según algunos analistas, esto era algo más propio de La Barbie que de Los Zetas.

Razón número 2: Estado de derecho

Hubo una gran diferencia en la forma en que las autoridades de ambos lados de la frontera reaccionaron contra los Zetas, lo que parece ser la principal razón de por qué la violencia no proliferó en el lado de la frontera de Estados Unidos. Las fuerzas mexicanas se rindieron completamente. En 2011, las autoridades del estado de Tamaulipas habían disuelto la policía. No ha sido reconstituida. En cambio, el ejército es el responsable de la seguridad, lo que ha resultado en una abdicación de facto en las calles.

Y si bien en un primer momento las fuerzas de seguridad estadounidenses quedaron sorprendidas, rápidamente se reagruparon, y gracias a la cooperación interagencias, dirigieron la atención hacia los sicarios que estaban cruzando hacia Laredo para atacar a presuntos “Chapos”, los aliados de los de Sinaloa y los Beltrán Leyva.

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El jefe de los sicarios era Gabriel Cardona, alias “Pelón”. Cardona nació en San Antonio y se trasladó a Laredo cuando tenía cuatro años, según un reporte de la revista Esquire, en el que un periodista entrevistó a Cardona. La primera vez que le disparó a un hombre fue al frente a un bar en Nuevo Laredo, cuando tenía sólo 14, informó Esquire. No fue capturado y el mensaje era claro: no hay consecuencias legales por asesinar a alguien en la ciudad hermana.

Los Zetas trataron de establecer operaciones similares en Laredo, intimidar a la policía como lo hicieron en Nuevo Laredo, y asesinar a testigos sospechosos y a eslabones débiles del grupo. Pero las fuerzas de seguridad de Estados Unidos se les adelantaron rápidamente. (Vea más adelante la entrevista del Centro para el Reportaje Investigativo Center for Investigative Reporting con Rosalio Reta, exmiembro del grupo de Cardona en Laredo.)

En 2004, la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) ya había aprehendido a un miembro clave de la organización llamado Rocky Juárez. Juárez declaró en su juicio que se había trasladado a Nuevo Laredo en la primera década del siglo XXI para empezar a trabajar con los Zetas. Su trabajo consistía en sobornar a los agentes de policía y mantenerlos en la “nómina”, como él la calificó.

Para entonces, los Zetas controlaban a la policía de Nuevo Laredo, la cual les ayudó a sacar ventaja en su lucha contra La Barbie. Otro testigo en el caso contra la célula de Cardona, Mario Jesús Alvarado, testificó sobre cómo había cambiado Nuevo Laredo desde que viajó allá para hacer negocios de drogas con los Zetas, a principios del siglo XXI.

“Comencé a ver un poco la diferencia en cuanto a portar armas, conducir, y cosas por el estilo”, dijo a la corte. “Detenerse y no ser fastidiado por los policías. Nos detuvieron, y los policías nos dejaron ir y cosas así por exceso de velocidad o lo que fuera”.

Cuando Los Zetas se volvieron más “agresivos, más violentos”, Juárez regresó a Estados Unidos y firmó un acuerdo con la DEA. Poco después, Juárez alquiló un escondite donde la DEA instaló cámaras para observar a la célula de los Zetas en tiempo real. Para ese entonces, las autoridades también estaban interviniendo sus teléfonos y podían escuchar mientras se preparaban para un intento de ataque en 2006, justo en las afueras de un club nocturno de Laredo. Para frustrar el golpe, la policía detuvo al conductor y pretendió arrestar y confiscar su auto. El conductor tuvo suerte: fue el blanco equivocado.

Juárez también era el niño mandadero de los sicarios enviados desde México. Eran reclutas típicos de Los Zetas. Al igual que Cardona, eran jóvenes, temerarios y poco profesionales. En un momento dado, enviaron a Juárez a comprar condones y a llevarles cocaína a su hotel. Hicieron muy poco para ocultar sus identidades, y presumían con Juárez que iban a “matar … por lo menos a 50 personas (sic)” en un club nocturno donde un blanco había sido identificado por una de las muchas mujeres centinelas de Los Zetas.

“Tenemos que matar a un montón de gente, para así poder hacer nuestro punto aquí”; Juárez declararon en los tribunales que eso fue lo que le revelaron los dos asesinos. “Así que ellos pueden saber quiénes son Los Zetas”.

Pero los dos asesinos nunca alcanzaron a su blanco en el bar. Tampoco mataron a “50 personas”. En otras palabras, el hecho se consideraba como un acto profesional y temible en un lado de la frontera, pasaba como aficionado en el lado de Estados Unidos. Y aunque su impacto fue real durante esos primeros años, la reacción de los cuerpos de seguridad de Estados Unidos limitó el daño y envió un mensaje a Los Zetas: que operar en Estados Unidos sería, en una palabra, diferente.

En Nuevo Laredo, Los Zetas predominaron, en parte filmando sus tenebrosas sesiones de torturas sobre sus rivales intimidando a cualquier persona que se interpusiera en su camino (cuatro jefes de policía han desaparecido o han sido asesinados desde 2005 en la ciudad). Las sesiones de video pasarían a formar parte de la táctica de estas organizaciones a medida que la lucha en México se convertía en algo mucho menos caballeresco. La tasa de asesinatos en Nuevo Laredo caería después de que los Zetas consolidaran su control sobre la ciudad, y sólo volvería a subir tres años después de que la organización se separó de sus progenitores, el Cartel del Golfo.

Sin embargo, en Estados Unidos, la célula de Los Zetas fue diezmada. Doce miembros, incluyendo al menos a cuatro responsables de los asesinatos en Laredo, fueron encarcelados y enjuiciados. La mayoría de ellos, incluyendo a Cardona, permanecen en prisión.

Este artículo hace parte de una serie sobre la presencia y actividades de Los Zetas en la ciudad de Nuevo Laredo. Vea la serie completa aquí.

* La investigación para este informe fue posible gracias al generoso apoyo del Woodrow Wilson International Center for Scholar’s Mexico Institute y la Universidad de San Diego. El trabajo fue financiado como parte de un proyecto conjunto coordinado sobre el compromiso cívico y la seguridad pública en México. Consulte la serie completa de documentos aquí.

Steven Dudley is the co-founder and co-director of InSight Crime and a senior research fellow at American University’s Center for Latin American and Latino Studies in Washington, DC. In 2020, Dudley...

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