Un teléfono barato y unos cuantos dólares para llamadas con minutos prepagados son las rudimentarias herramientas que usan los extorsionistas en los países del Triángulo Norte. A continuación se presentan algunos de los esquemas más comunes que emplean para obligar a sus víctimas a pagar las extorsiones.
Métodos:
Control territorial
Las pandillas callejeras les exigen pagos semanales, quincenales o mensuales a los negocios en los territorios bajo su control. Aunque suelen ser sumas generalmente pequeñas, estas se van acumulando, por lo que muchos propietarios terminan cerrando sus tiendas o son asesinados cuando ya no pueden hacer los pagos. Solo en El Salvador, aproximadamente el 70 por ciento de los negocios paga algún tipo de extorsión.
Imitadores
Los extorsionistas de oportunidad —individuos o grupos que actúan de manera independiente a las pandillas, haciéndose pasar por estas— reúnen información sobre sus víctimas para saber, por ejemplo, si reciben remesas de sus familiares en el extranjero. Luego estos imitadores hacen llamadas telefónicas amenazantes, solicitando grandes sumas en un solo monto. El modus operandi de estos criminales difiere al de las pandillas callejeras en un aspecto importante: no tienen contacto físico con sus víctimas, mientras que las pandillas envían a sus miembros a que hagan amenazas y reciban los pagos.
Penitenciarías
Al interior de las viejas, relegadas y hacinadas prisiones se han generado enormes redes de extorsión. Las pandillas dirigen bloques de celdas o incluso cárceles enteras, y los presos se ven obligados a pagar por necesidades básicas, como su comida y algún espacio para dormir. También se puede pagar por tener algunos lujos: teléfonos celulares, televisores, drogas y visitas. En Honduras, las deplorables condiciones de las cárceles, las dificultades financieras y la falta de guardias han llevado a las autoridades a dejar en gran medida el control de las penitenciarías en manos de los llamados “coordinadores de presos”, que se aseguran de que todos los reclusos hagan los pagos. En El Salvador, los líderes de la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 que se encuentran en la cárcel utilizan las prisiones del país como cuarteles generales, coordinando las redes de extorsión con los miembros que se encuentran por fuera de las mismas.
Productos
Los pandilleros reciben alimentos y otros bienes como pagos de extorsión. Algunos lo hacen para alimentar a sus familias. Otros líderes de pandillas han desarrollado esquemas más sofisticados, exigiendo que los distribuidores de agua embotellada, alimentos y gas propano les proporcionen productos que luego ellos venden por su cuenta en los territorios bajo su control. En El Salvador, a un distribuidor de alimentos se le exigió un pago con productos por un valor de US$6.000.
Préstamos a usura
Si bien en Panamá y Costa Rica no existe el mismo tipo de amenazas de extorsión que en sus vecinos del Triángulo Norte plagados de pandillas, en esos dos países se ha observado un aumento en los préstamos a usura a corto plazo —una consecuencia de ser punto de transbordo en el tráfico de drogas internacional—. El dinero se puede mover fácilmente a través de esquemas conocidos como “gota a gota”, mediante el cual los prestatarios reciben efectivo a altísimas tasas de interés, para luego ser violentamente amenazados cuando no pueden hacer los pagos.