En enero de 2018, las autoridades estadounidenses comenzaron a seguir al bioquímico búlgaro Antov Petrov Kulkin, de quien creían que manejaba un pequeño laboratorio de fentanilo y carfentanilo en México.

El fentanilo, un opioide sintético, se ha extendido en los últimos años en Estados Unidos. En 2017, casi 30.000 personas murieron por sobredosis de esta sustancia. Su potencia podría cambiar el rumbo de la industria de drogas ilícitas. Pequeñas cantidades implican menos riesgo en los procesos de producción y transporte, pero siguen generando ganancias importantes. La producción de fentanilo es relativamente sencilla y económica, lo que abre la puerta para que grupos menores ingresen al segmento usando espacios reducidos y moviendo pequeñas cantidades por medio de la web oscura.

No hay duda de que las entrevistas y el testimonio de los representantes del gobierno federal durante nuestra investigación  sobre las redes de fentanilo indican que el tráfico de la sustancia en pequeñas cantidades usando el sistema postal tradicional podría representar “el futuro del problema de las drogas en Estados Unidos”, según la Comisión de Estados Unidos en Helsinki.

*Este artículo hace parte de una serie sobre la creciente demanda de fentanilo y sus mortales consecuencias, que fue realizada con el apoyo del Mexico Institute, del Woodrow Wilson International Center for Scholars. Vea la serie completa aquí.

Otros funcionarios consultados también nos comentaron que este podría ser un momento decisivo, en que las organizaciones narcotraficantes jerárquicas que han dominado el negocio de las drogas puedan dejar de detentar el monopolio de la oferta de drogas ilícitas.

En algunos aspectos, el fentanilo es como el mercado de microchips para computadores. Existe el potencial de productores para crear análogos cada vez más pequeños, lo que reducirá la necesidad de usar grandes infraestructuras criminales que despachen el producto a sus consumidores.

Eso es lo que está sucediendo: se estima que el carfentanilo, análogo del fentanilo, es 100 veces más potente que este último, y se ha detectado en lugares tan diferentes como San Diego y New Hampshire, según relataron agentes antinarcóticos estadounidenses en intercambio con InSight Crime. Los reportes de carfentanilo también han pasado de cero en 2015, a más de 6.000 reportes de casos en 2017.

Kulkin entra en escena

Trabajando encubiertos, múltiples agentes antinarcóticos estadounidenses en Nueva Inglaterra, California, Santo Domingo y Tijuana comenzaron a interactuar con su red. Eventualmente, de manera encubierta sostuvieron encuentros secretos con el proveedor en Santo Domingo y Tijuana, compras de pastillas en California.

La investigación condujo a decomisos en California y al descubrimiento de conexiones entre la red de Kulkin y el cartel de Sinaloa, incluyendo derivaciones de otras redes de distribución relacionadas con los de Sinaloa que operaban en Estados Unidos. En agosto de 2018, agentes antinarcóticos estadounidenses, en conjunto con autoridades mexicanas, desarrollaron una estrategia para detener a Kulkin en México, así como otros eslabones de su red de distribución en Massachusetts.

Y en septiembre de 2018, después de localizar su apartamento en Mexicali, las autoridades mexicanas arrestaron a Iván Arredondo-Ramírez, quien trataba de sobornar a los agentes para que lo dejaran libre antes de ser puesto bajo custodia. Posteriormente, Arredondo-Ramírez admitiría ser el superior de Kulkin.

Poco después, las autoridades detuvieron a Kulkin y hallaron el laboratorio de fentanilo y carfentanilo. Allí se incautaron de 20.000 píldoras falsas y una prensa para pastillas, entre otros objetos, que Arredondo-Ramírez y Kulkin usaban presuntamente para producir pastillas falsas, las cuales vendían en Estados Unidos.

Esta forma de píldora falsificada parece ser el actual vehículo preferido para los traficantes en México. De nueve decomisos de fentanilo efectuados en agosto de 2018 a lo largo de la frontera con San Diego, por ejemplo, cinco estaban en presentación de píldoras, mucho más que en los meses anteriores. En total, las autoridades estadounidenses a lo largo de la frontera entre San Diego y Tijuana afirman que las píldoras falsificadas representaron más del 30 por ciento de los decomisos totales de fentanilo en el año fiscal de 2018, más que el cinco por ciento decomisado en el año fiscal 2017.

Ellos creen que la tendencia ascendente continuará, pues muchos consumidores de fentanilo no buscan la peligrosa droga de manera deliberada, y por los altos retornos que genera. Según el Grupo de Trabajo sobre el Fentanilo, una agrupación de organismos de la ley que trabajan fuera de la jurisdicción de San Diego, un kilo de fentanilo, con un costo de US$32.000, puede producir un millón de píldoras falsificadas con un valor de US$20 millones en las calles.

El mercado criminal para las drogas falsificadas es ya enorme y las barreras para su ingreso son relativamente pocas. Las Naciones Unidas estima que hasta un tercio de los fármacos de prescripción en todo el mundo son falsificados. En el caso de México, los primeros indicios eran que grupos criminales de menor envergadura con operaciones a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México estaban montando “carteles de fármacos” y ofreciendo sus drogas por internet. Los grupos criminales más grandes les cobraban impuestos por operar, en lugar de ejercer control en aquel tiempo. Eso podría cambiar, especialmente ahora que los grupos criminales más grandes pierden hegemonía en otros mercados criminales y buscan competir en mercados nuevos, como el del fentanilo.

En enero, autoridades judiciales estadounidenses en Boston dieron a conocer el pliego de cargos contra Kulkin y su cómplice, donde los acusaron de tráfico de carfentanilo.

Steven Dudley is the co-founder and co-director of InSight Crime and a senior research fellow at American University’s Center for Latin American and Latino Studies in Washington, DC. In 2020, Dudley...