Cuando estalló la guerra entre la Organización de los Beltrán Leyva (OBL) y el Cartel de Sinaloa en 2008, fue la sangrienta culminación de la desintegración de la Federación, el más poderoso mega-cartel que alguna vez se vio en México. Esta división golpeó a México no sólo en términos del asombroso número de muertos, sino porque una vez que los cuatro hermanos Beltrán Leyva dieron la espalda a Joaquín Guzmán Loera, alias ‘El Chapo’, una serie de revelaciones dejaron claro cuán profundamente habían corrompido al estado los narcotraficantes.

La guerra entre Guzmán y los Beltrán Leyva, en última instancia, resultó más perjudicial para la OBL, que vio diezmado su liderazgo desde 2009. En lugar de quedarse aislado y vulnerable, Guzmán fue capaz de superar la separación de la OBL y mantener el estatus del Cartel de Sinaloa, el grupo criminal de más amplio alcance en el hemisferio.

*El proyecto es parte de una investigación de FRONTLINE, el Investigative Reporting Workshop, el Center for Public Integrity, InSight Crime y el Romanian Centre for Investigative Journalism. Vea la serie completa aquí.

El vínculo entre los hermanos Beltrán Leyva y Joaquín Guzmán se remonta a los años ochenta. Alfredo, Arturo, Carlos y Héctor crecieron en la pobreza, en el campo, no muy lejos de Guzmán, y entraron en el negocio de la misma manera: primero, como productores de amapola de poca monta, y luego como sicarios y distribuidores para grandes organizaciones como el Cartel de Guadalajara. Alfredo Beltrán Leyva, el más joven de los cuatro hermanos, tuvo una relación con la prima de Guzmán. Y cuando Guzmán fue encarcelado en 1993, los hermanos le llevaron maletas llenas de dinero en efectivo y luego lo ayudaron a escapar en 2001.

Los Beltrán Leyva estuvieron presentes también en 2002, cuando Guzmán reunió a 25 de las más grandes facciones de narcotraficantes para crear la Federación – un lazo forjado por su interés mutuo en el narcotráfico hacia el norte y expulsando al Cartel del Golfo hacia el oriente -. Y ellos estaban presentes cuando la Federación comenzó a resquebrajarse por primera vez, después de que se presentaron algunas disputas con el Cartel de Juárez en 2004.

Pero aún cuando empezaron las divisiones, Alfredo, Arturo y Héctor, a quienes las autoridades llaman los “Tres Caballeros” en los reportes de seguridad, se mantuvieron en el centro del narcotráfico del Cartel de Sinaloa y dentro de sus redes de corrupción. En un momento, las autoridades estimaron que estaban operando en ocho estados del país, donde utilizaban pistas clandestinas y sus contactos en las fuerzas de seguridad, para mover cargamentos de varias toneladas de cocaína a Estados Unidos, la mayoría de veces, a través del estado de Sonora en la frontera con Arizona.

Los hermanos Beltrán Leyva estaban también en el centro de las operaciones de seguridad del Cartel de Sinaloa. A principios de siglo, contrataron a un joven, ex-jugador de fútbol de Laredo llamado Edgar Valdéz Villareal. Apodado “La Barbie”, por su pelo rubio y aspecto clásico estadounidense, Valdéz era un asesino brutal y eficaz. Su primera tarea fue arrebatarle Nuevo Laredo al Cartel del Golfo y su ala armada, los Zetas. Valdéz falló pero su reputación se consolidó ya que igualó los actos de barbarie que realizaban los de los Zetas.

Con Valdéz en la cima, la Organización de los Beltrán Leyva creó un brazo armado que llamó los “Pelones”. Pronto, otros grupos paramilitares fueron creados, entre ellos los “Güeros “, los “Números”, los “Negros” y la unidad propia de Arturo Beltrán Leyva, conocida acertadamente como las “Fuerzas Especiales de Arturo’ – FEDO. Este último grupo era tan descarado que llevaban chalecos antibalas, muy similares a los de las fuerzas de seguridad, con la insignia de ‘FEDO’ en la parte posterior.

Pero las rupturas comenzaron en 2007, cuando empezaron a correr rumores de una alianza entre la OBL y los Zetas. Los Zetas habían empezado a separarse del Cartel del Golfo. Y a pesar de las tensiones históricas entre estos grupos, el control de los Zetas de la costa oriental complementaría el control de la OBL de gran parte de la costa occidental.

También hubo rumores de que Guzmán y sus socios de bajo perfil no estaban satisfechos con el alto perfil de los hermanos Beltrán Leyva. Estos, sobre todo Arturo y Alfredo, eran a menudo vistos (y fotografiados) con su jefe de seguridad, Valdéz, en fiestas glamorosas con actrices de telenovelas y cantantes famosos. El centro del problema era Alfredo Beltrán Leyva, alias ‘El Mochomo’. Casado con una prima de Guzmán, “El Mochomo’ vivió un estilo de vida llamativo, que puede haber causado tensión entre él y Guzmán, más silencioso y orientado hacia los negocios.

La tensión se desbordó después de que el ejército sorprendiera a Alfredo, el 21 de enero de 2008 en Culiacán, arrestándolo a él y a varios de sus cómplices. Después de su arresto, inmediatamente comenzaron a circular rumores de que Guzmán había entregado información a las fuerzas de seguridad. Arturo, alias ‘El Jefe de Jefes “, estaba furioso y solicitó una reunión con Guzmán. Pero, después de que las autoridades liberaran de la cárcel por un tecnicismo al hijo de Guzmán, Iván Archivaldo, los peores temores (posiblemente paranoicos) de Arturo se confirmaron: Guzmán había proporcionado la información que condujo al arresto de su hermano menor Alfredo para librarse de un “problema” y recuperar la libertad de su hijo.

Arturo se encargó de vengar a su hermano. Sus objetivos fueron dos: los seguidores de Guzmán Loera y su aliado de mucho tiempo Ismael Zambada García, alias “El Mayo”, y los agentes de seguridad corruptos que estaban en la nómina del cartel. Entre ellos, los principales miembros de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y el zar antidrogas del país, Noé Ramírez Mandujano. Ramírez fue encarcelado en 2008 y está en espera de juicio por haber recibido de la organización criminal US$450.000 mensuales.

Los primeros signos de una división entre la OBL y Sinaloa llegó con una oleada de violencia a Culiacán, capital del estado de Sinaloa; incluyendo el asesinato del hijo de 22 años de Guzmán, quien fue asesinado por casi 20 hombres armados cuando salía de un centro comercial en Culiacán. Los homicidios se extendieron rápidamente a Ciudad de México, donde dos altos mandos de la policía fueron asesinados durante la primera semana de mayo, sorprendiendo a la élite del país. A finales de mayo, nada más en Culiacán hubo 116 asesinatos, 24 de ellos policías. A nivel nacional, el país registró 493 muertes relacionadas con drogas ese mes, 64 de los cuales eran policías, un récord en ese momento.

El gobierno federal desplegó más de 2.000 soldados a Sinaloa para enfrentar la creciente ola de violencia, pero la Federación ya estaba definitivamente acabada y allí se demostró que era poco lo que el gobierno podía hacer para detener los enfrentamientos. La OBL consolidó su alianza con los Zetas, y por un tiempo fue un serio desafío para el Cartel de Sinaloa. Pero Guzmán recuperó la ventaja después de que Arturo Beltrán fuera asesinado por las tropas del gobierno el 16 de diciembre, y desde entonces, la disciplina interna de la OBL se ha salido de control.

7 respuestas a “De Cómo la Lucha Entre los Beltrán Leyva y el Cartel de Sinaloa Desangró a México”