Actualmente Honduras es uno de los países que no está en guerra más violentos del planeta. La violencia en el país es perpetrada por organizaciones criminales transnacionales, grupos locales de tráfico de drogas, pandillas y miembros corruptos de las fuerzas de seguridad, entre otros actores. Esta violencia constituye un foco de atención de los organismos de cooperación internacional, los gobiernos y las organizaciones multilaterales que suministran asistencia a Honduras, y es un tema central de los medios de comunicación dentro y fuera del país.

Varias razones explican este hecho. La violencia afecta desproporcionadamente a las personas de las zonas pobres y marginales, y tiende a permanecer concentrada en ellas —un círculo vicioso difícil de romper en las naciones pobres—. Además, la violencia impide el desarrollo económico y altera la vida de todos en el espectro socioeconómico. Puede dar lugar a significativos cambios demográficos y a crisis, cuando grandes sectores de la población se trasladan a zonas urbanas o intentan migrar a otros países. Puede socavar la gobernabilidad y la democracia y servir como justificación para la represión y la implementación de políticas de seguridad de línea dura, lo cual desvía los recursos de programas económicos y sociales necesarios.

*Este artículo es parte de una serie que estudia la relación entre élites y crimen organizado. Lea el informe completo de Honduras (PDF). Vea las otras partes de la serie aquí.

Si bien el crimen organizado desempeña un papel importante en esta violencia, actúa más como la gasolina que como el motor: le proporciona a un sistema ya corrupto el combustible necesario para funcionar. Este estudio sobre Honduras se centra en este corrupto sistema. Su manifestación más visible es una policía inepta e involucrada en el crimen, a la cual un exministro de Seguridad se refirió una vez como “controladora aérea” para el aterrizaje de narcoavionetas en el país.1 Algunos sectores de esta fuerza policial también se desempeñan como sicarios y como escoltas de los grupos criminales; roban drogas y las revenden al hampa; y, por un precio, incluso atacan clientes rivales e interfieren en las investigaciones criminales.

Sin embargo, tras esta forma de conexiones entre criminales y funcionarios estatales, que es la más evidente, existe otro tipo de corrupción aún más perversa. Ésta no acapara tantos titulares y es mucho más difícil de abordar, pues está integrada a los sistemas políticos, económicos y sociales del país. Opera en una zona gris, mezcla entidades legales e ilegales, empresas de papel y contribuciones de campañas políticas, y oculta sus actos ilícitos cooptando miembros del sistema de justicia y de las fuerzas de seguridad.

Por supuesto, nos referimos a las conexiones entre las élites y el crimen organizado, tema de la presente investigación. Las élites de Honduras no son como las del resto de la región. Las tradicionales élites agroexportadoras e industriales que gobiernan en lugares como Guatemala, El Salvador y Nicaragua son menos prominentes en Honduras, en gran parte debido a la larga historia del país como una economía de enclave dominada por empresas multinacionales:la original República Bananera. Por el contrario, las élites económicas más poderosas de Honduras surgieron de los sectores de las finanzas y los servicios, las telecomunicaciones y los medios de comunicación. Son llamadas élites transnacionales debido a que muchos de sus miembros son inmigrantes de primera o segunda generación del Medio Oriente y Europa del Este, y dependen de las relaciones comerciales internacionales para acumular su capital. Las élites tradicionales basadas en la tierra también están presentes en Honduras, pero siempre han ocupado un segundo plano, y se han visto obligadas a buscar el poder a través del control de los puestos gubernamentales, en lugar de hacerlo mediante el uso de influencia financiera.

Si bien las élites gobernantes de Honduras no comparten un mismo origen o una base económica con sus contrapartes de otros lugares de la región, sí comparten la misma inclinación que tienen sus vecinos de emplear al Estado para sus propios fines, y de empobrecerlo sistemáticamente. Durante años, tanto las élites tradicionales como las transnacionales han utilizado al ejército y a la policía para proteger sus tierras y compañías; se han beneficiado de la venta de terrenos y empresas públicas; y sus múltiples negocios han sido exonerados del pago de impuestos. Además, han saqueado los recursos del Estado y, a medida que el gobierno le ha dado mayor importancia a la economía, se han aprovechado de ello para generar más capital. Su dependencia del Estado ha abierto el camino para el surgimiento de un tercer tipo, que llamaremos élites burocráticas, las cuales han desarrollado sus propias bases de poder debido a las posiciones que ocupan en el gobierno.

Por otro lado, Honduras se ha convertido en uno de los países más pobres, desiguales y endeudados del mundo. Todos los intentos de cambiar este sistema han tropezado con una firme y con frecuencia unificada oposición por parte de todo tipo de élites. Los intentos de ejercer un mayor control sobre las actividades de las élites son aplastados antes de comenzar. No es de extrañar entonces que el país les ofrezca a los criminales, grandes y pequeños, uno de los entornos más propicios para desempeñarse. Por un lado, un sistema de justicia ineficaz y unas fuerzas de seguridad corruptas —explotadas durante mucho tiempo por estas élites— les permiten a los grandes grupos criminales operar con impunidad; y por otro lado, una población empobrecida (que observa y entiende perfectamente la forma en que las élites se aprovechan de un sistema corrupto) busca obtener su parte, trabajando directamente con los criminales en las empresas legales e ilegales que éstos operan. En este contexto, la delincuencia es una de las pocas formas de movilidad social en el país.

Es en esta zona gris donde las élites también interactúan con el crimen organizado. Lejos de distanciarse de este tipo de actividades ilegales, las élites han operado en este ámbito desde hace mucho tiempo. Desde la negociación de bienes y servicios de contrabando hasta la adquisición de permisos para sus negocios ilegales y “pases” para salir temporalmente de la cárcel, quienes interactúan en el mundo de la política y los negocios en Honduras han entendido que las leyes que rigen esta nación de ocho millones de habitantes no son más que medios para conseguir dinero. Por lo tanto, sus vínculos con el hampa consisten en interacciones sociales, comerciales y políticas en los múltiples espacios donde la política y los negocios toman lugar en Honduras. El resultado es una relación orgánica con el crimen organizado, que ayuda a algunos miembros de las élites a llegar a la cima, y a otros a mantenerse en ella.

Las élites de Honduras

Las élites hondureñas tienen una historia particular, si se compara con la de otras de la región.2 La economía del país está basada en las exportaciones, al igual que sus vecinos. Sin embargo, a diferencia de ellos, las principales industrias de exportación en Honduras —la minera y la bananera— eran casi totalmente de propiedad extranjera. La élite económica local participaba principalmente en el sector del ganado vacuno y en otros proyectos agroindustriales, y pasó a conformar la columna vertebral de las agrupaciones políticas tradicionales del país: los partidos Nacional y Liberal. Sin embargo, en Honduras no se materializó una élite local fuerte basada en la tierra y la agroexportación, como la que se encuentra en otros países de la región.

“La raíz […] de la excepción que representa Honduras fue la inserción del país en el mercado mundial y el desarrollo de su aparato político nacional no bajo la égida de una oligarquía nacional agroexportadora, sino del capital monopolista de Estados Unidos”, escribe Rachel Sieder.3

El más famoso de estos monopolios fue United Fruit Company, que según Sieder “consolidó su hegemonía” sobre la política local en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, durante la dictadura militar.4 Mientras tanto, una élite más tradicional y de menor tamaño competía por el poder —primero con estas empresas extranjeras y más tarde con los colonos extranjeros que concentraron sus esfuerzos en controlar el flujo de capital extranjero y facilitar los trámites de las empresas foráneas —.5 Estas comunidades de inmigrantes llegaron de Europa y el Medio Oriente durante el siglo XX. Desde entonces, han sido apodadas élites “transnacionales” o “trasplante” (también conocidos como “turcos”, una referencia más bien racista a sus orígenes del Medio Oriente, cuyo uso se ha generalizado).

Estas comunidades transnacionales establecieron control sobre las que han llegado a ser las industrias dominantes de Honduras: los sectores financiero y de servicios, las telecomunicaciones y los medios de comunicación. También adquirieron tierras, compitiendo con la élite tradicional y, finalmente, superando su control sobre la economía agraria a medida que ésta se desplazaba hacia las exportaciones no tradicionales. Esta élite tradicional estaba ampliamente basada en la tierra, y para ejercer su influencia dependía de actividades como la ganadería o el cultivo de café y cacao. Sin embargo, nunca se logró fusionar de la misma forma en que las élites agricultoras lo hicieron en Guatemala, y quedó en gran medida marginada cuando el capital estadounidense comenzó a salir lentamente del país debido a la caída de los precios de las materias primas por el aumento de la competencia en todo el mundo. Hoy en día, puede ser difícil diferenciar entre la élite tradicional y la transnacional. Aunque esta fusión es más comúnmente asociada a las élites transnacionales que a las tradicionales, ambas han diversificado sus portafolios económicos, y ambas están profundamente involucradas en la política.

Sin embargo, lo que es claro es que los principales grupos económicos de Honduras son dirigidos por trasplantes relativamente recientes que acumularon capital durante el último medio siglo. Los mayores conglomerados empresariales de Honduras llevan nombres claramente foráneos, como Facusse, Maalouf y Rosenthal.6 Mientras tanto, las élites agrícolas tradicionales han cambiado su enfoque y han buscado controlar los puestos gubernamentales y los cargos de elección popular. Dos de los tres últimos presidentes provienen de familias ganaderas, y el actual presidente, Juan Orlando Hernández, viene de una familia cafetera. Tanto para la élite tradicional como para la transnacional, sus perspectivas políticas y de negocios están entrelazadas con las de un gobierno que durante la mayor parte de su existencia fue más un facilitador que un ejecutor.

A lo largo de la historia de Honduras, el Estado ha sido una fuente de protección jurídica y física para esta economía exportadora y para los terratenientes tradicionales y las clases comerciales transnacionales. Como señala Hugo Noé Pino, el sector público era visto como un “Estado concesionario”, que “estimula la inversión, pero no cobra impuestos”. El gobierno también fue un medio a través del cual las élites pudieron ampliar sus intereses. Y durante muchos años los partidos políticos del país representaron los intereses de esta élite.

Hay debate en torno a qué fue lo primero que obtuvo la élite transnacional: el poder económico o el político. Como dice Noé Pino, hay dos visiones sobre el nexo político-económico en la cúspide del poder en Honduras: 1) que la acumulación de capital estuvo íntimamente relacionada con las conexiones políticas; 2) que la acumulación de capital fue lo que llevó a estas estrechas conexiones políticas. Ciertamente, ambos fenómenos participaron en este proceso. Y dado que las exportaciones tradicionales del país se redujeron, sobre todo en los años setenta —con lo que se desvaneció el poder de la élite tradicional—, la élite transnacional emergió para ejercer un control más directo sobre los partidos políticos tradicionales.

De hecho, la evolución del Estado durante este período estuvo íntimamente relacionada con el desarrollo de la élite económica transnacional. Esta clase se unió a los dos partidos políticos tradicionales, a menudo haciendo contribuciones a ambos durante las elecciones, lo cual les permitía mantener intacta su influencia sin importar quién ganara. Noé Pino argumenta que este grupo creó asociaciones empresariales para canalizar sus necesidades e influencia, y que muchos de sus miembros han pasado por la puerta giratoria de los ministerios gubernamentales y el sector privado que ha caracterizado a Honduras durante al menos el último medio siglo.

Para la élite transnacional, el papel del Estado era simple: crear y hacer cumplir normas que favorecieran su poder continuo sobre industrias clave y sobre la acumulación de capital que acompaña este proceso. En el camino también consiguieron controlar el discurso público: compraron periódicos, estaciones de radio y televisión, y han dirigido los sentimientos populares y los mensajes políticos hacia sus candidatos favoritos en apoyo a su modus vivendi. Desde los años setenta, los medios de comunicación se han convertido en gran medida en instrumentos de esta élite, así como en una de sus fuentes de ingresos.7

La dependencia de las élites de las fuerzas de seguridad del Estado para proteger sus empresas llevó al surgimiento de los militares como actores políticos y económicos. Este crecimiento estuvo favorecido por Estados Unidos, que, temiendo por la aparición del comunismo en la región, comenzó a capacitar funcionarios hondureños masivamente y a suministrar una mayor cantidad de asistencia,8 un proceso que se aceleró en los años ochenta y que ayudó a transformar la institución para siempre. Los miembros de las fuerzas armadas se convirtieron en lo que llamamos una “élite burocrática”, de la cual se tratará en mayor detalle en el primer estudio de caso de esta investigación. Algunos de sus descendientes conforman la élite política y económica del Honduras de hoy, y la institución está en el epicentro de la cambiante dinámica del poder en el país.

El flujo de asistencia estadounidense se comenzó a presentar a medida que las exportaciones tradicionales fueron presentando un descenso continuo y el país trató de diversificar su economía. A instancias de Estados Unidos, su principal país donante, Honduras amplió su portafolio de exportaciones, redujo los aranceles, vendió empresas de propiedad estatal y entregó incentivos financieros para la inversión nacional y extranjera, en su mayoría en la forma de reducción de impuestos. En los años noventa, la ayuda de Estados Unidos cayó en picada y los bancos multilaterales llenaron el vacío y presionaron para la implementación de nuevas políticas de liberalización.

Sin embargo, los esfuerzos de diversificación de la economía fracasaron en gran medida. A falta de una base de ingresos sólida y con un Estado que no estaba dispuesto —o era incapaz de extraer ingresos fiscales de las élites tradicionales y transnacionales—, el gobierno se basó en fuentes externas para impulsar la economía. Los préstamos de los bancos multilaterales y otros han convertido a Honduras en un paria perenne de la comunidad bancaria mundial, lo que ha dificultado aún más el crecimiento económico. (En marzo de 2014, Honduras tenía una deuda de US$7 mil millones, frente a US$ 2,7 mil millones en 2007.9) Y si bien la idea central era reducir el papel del gobierno en la economía, con la continua caída del PIB, el Estado terminó asumiendo una creciente carga para mantener la economía a flote. Desde 1980, el porcentaje del PIB que representan la administración pública, la defensa y otros servicios estatales han pasado del 16 al 22 por ciento. 10

A pesar de estos grandes fracasos, las élites tradicionales y transnacionales han encontrado maneras de continuar ganando dinero a costa de la gran mayoría de los hondureños. Por su parte, la élite transnacional aprovechó las políticas de liberalización de mercado que se iniciaron en los años ochenta para dominar la industria textil, el turismo y las telecomunicaciones. Se han hecho especialmente fuertes en el sector de servicios, de financiación y en la construcción de centros comerciales, en la compra de las franquicias internacionales de alimentos; y se benefician de una de las mayores fuentes de ingresos del país: las remesas. Éstas representan entre el 18 y el 20 por ciento del PIB del país actualmente, e impulsan el consumo interno, lo cual fomenta el crecimiento del sector de servicios.

Además de las remesas, en el país también surgieron otras fuentes de ingresos lícitas e ilícitas, sobre todo en lo relativo a los proyectos agrícolas no tradicionales como las plantaciones de palma africana y las ganancias del tráfico de drogas. El dinero del narcotráfico en sí puede ser considerado un tipo de remesa, pues el capital ilícito resultante de este comercio ingresa a la economía hondureña, pasando por el sector financiero y alimentando el crecimiento de las industrias del sector agroindustrial, la construcción y el turismo. Es por medio de este flujo financiero que las élites interactúan con actores ilícitos. Como veremos con detalle más adelante, todos los tipos de élite se pueden beneficiar de esta actividad económica ilícita, tanto directa como indirectamente.

Por su parte, la élite terrateniente tradicional ha experimentado un resurgimiento de todo tipo al recuperar el control sobre los partidos políticos tradicionales, apropiándose del aumento de los gastos del Estado y aumentando su control sobre el flujo de capital extranjero a través de su dominio de los cargos públicos. Al igual que la élite transnacional, este grupo ve al Estado como un facilitador de las empresas comerciales, aunque en su caso, con frecuencia las oportunidades vienen a través de proyectos financiados con fondos públicos. La corrupción en este sistema es endémica y generalizada.11 Quienes participan en ella usan estos fondos para mantener su control del poder, socavando o ignorando al Estado de Derecho según su conveniencia.

La batalla por estos recursos está en el centro de muchas disputas políticas y, en cierto modo, ha moldeado al gobierno y a los partidos políticos del país. La toma de decisiones en torno a estos recursos puede prestarse para problemas, pues implica miles de millones de dólares. Y, en definitiva, es visto por la élite como un juego de suma cero: quienes controlan las palancas del gobierno controlan el botín en este sistema; y aquellos que están lejos de estas palancas se arriesgan a ser marginados. A medida que la dependencia de estos recursos gubernamentales aumenta, también lo hace la necesidad de controlar los filtros del gobierno para acceder a estos recursos.

El resultado de esta creciente dependencia de los recursos estatales ha dado lugar al surgimiento de la mencionada élite burocrática. Como se ilustra en el primer estudio de caso, el origen de ésta se remonta a la junta militar de los años sesenta y setenta, y al control de facto de los militares durante los años ochenta. Pero fue en esta última década cuando la élite burocrática se convirtió tanto en una fuerza por derecho propio, como en una fuerza conjunta con la élite tradicional.

El representante por excelencia de la élite burocrática es el presidente Juan Orlando Hernández. Educado en una escuela militar, Hernández siempre se ha rodeado de oficiales militares, incluyendo a su hermano, que es coronel del ejército de Honduras. Ha designado altos mandos militares en puestos que tradicionalmente han sido ocupados por civiles, y bajo su presidencia ha centralizado el control de las fuerzas de seguridad e inteligencia. El grupo de naturaleza híbrida que controla Hernández, conocido como Grupo Colobri, reúne tanto mandos militares como políticos locales y terratenientes, y coopera muy de cerca con el Estado a nivel regional y nacional.

Las renacientes élites terratenientes y burocráticas tradicionales centraron su crecimiento económico en el control de recursos del gobierno y en puestos clave de la administración gubernamental, los cuales les dan acceso a una gran variedad de fuentes de ingresos. Las élites que controlan estos puestos pueden impedir el acceso de otras personas a las fuentes de ingresos y penalizar a sus rivales. Su dependencia de puestos y fondos del gobierno ha llevado a las élites a desarrollar sus propios movimientos políticos y facciones al interior de partidos existentes, así como a crear empresas privadas para poder tener contratos con el gobierno.

Obtener y mantener esos puestos políticos es de suma importancia, y es en este contexto en el que se presentan las más oscuras alianzas. Las élites deben lograr conseguir apoyo público y privado para postularse a puestos en el gobierno y ese apoyo proviene de sus contribuciones financieras, de la cobertura y el apoyo de los medios, y de sus relaciones y alianzas económicas y políticas. La competencia entre los candidatos es constante y dinámica, y entre ellos se encuentran algunas de las más poderosas figuras del hampa de Honduras.

Crimen organizado en Honduras

La aparición de grupos de crimen organizado de tamaño significativo en Honduras comenzó a presentarse al menos hace 50 años. En sus más altos niveles, éstos se centraron en facilitar el transporte de drogas ilegales como marihuana y cocaína desde los países productores en el sur del continente a las naciones consumidoras en el norte. Más recientemente, comenzaron a facilitar la entrada de precursores químicos usados para la producción masiva de drogas sintéticas. El dinero producto de esta actividad compite con el de muchos negocios locales tradicionales y tiene la capacidad de modificar el poder a nivel local, regional e incluso nacional.

En Honduras hay presencia de tres tipos de grupos criminales. El primero de ellos es el crimen organizado transnacional (COT), con grupos de Colombia o México, que usan al país como lugar de tránsito y punto de almacenamiento para los cargamentos de cocaína que llevan hacia Estados Unidos u otros mercados. Normalmente operan en grupos pequeños. Sus emisarios en estos países usualmente buscan asegurar el transporte de los cargamentos de drogas, la connivencia de los funcionarios y que todas las transacciones resulten según lo planeado. El estatus de Honduras como un lugar de refugio para el COT ha aumentado en los últimos años, y el país se ha convertido en una base de operaciones para los altos mandos de dichos grupos. Por ejemplo, según informes, miembros del liderazgo del Cartel de Sinaloa actualmente tienen bases de operaciones en San Pedro Sula.12

En segundo lugar están los grupos locales de transporte —o “transportistas”— que operan en Honduras. Estos grupos están formados por familias hondureñas o redes de negocios muy estrechas que transportan bienes legales e ilegales a través del país. Trabajan de manera cercana con compradores y vendedores, así como con otras redes de transporte de Centroamérica y otras regiones. Además de traficar cargamentos, también almacenan grandes cantidades de éstos durante largos periodos de tiempo. Pero ninguna de estas tareas es fácil. Existen rivales que roban y revenden los productos ilegales; se cree que miembros de las fuerzas de seguridad, especialmente de la policía, hacen parte de dichas redes. Los transportistas también deben lidiar con un alto número de agentes aduaneros en cada frontera que atraviesan. Sin embargo —si se opera correctamente— el transporte de bienes ilegales puede ser una actividad muy lucrativa.

El tercer tipo son los grupos criminales locales y las pandillas callejeras que operan en Honduras. Estos grupos están enfocados en actividades menos lucrativas, como la distribución local de drogas, la extorsión, el secuestro y el tráfico de personas.  Sin embargo, la competencia por estos mercados criminales —en especial por el del tráfico local de drogas y la extorsión— ha convertido a Honduras en uno de los países más violentos del mundo. Las pandillas asesinan a sus rivales y con frecuencia se presentan disputas al interior de ellas. También acuden a agentes de seguridad corruptos para atacar a grupos enemigos. Su control territorial en algunas zonas es absoluto, si bien su interacción con las élites es mínima.

El COT y los transportistas son los grupos criminales que tienen mayor interacción con las élites hondureñas. Como se verá en los estudios de caso, estas organizaciones necesitan de las autoridades judiciales para movilizar mercancía ilícita por terrenos peligrosos. Su interacción con las fuerzas de seguridad y con empresarios poderosos para lavar y legitimar su capital ilícito es necesaria. En este proceso establecen contactos políticos y financian candidatos para cargos públicos, en un esfuerzo para obtener protección de alto nivel y mayores oportunidades de negocios.

El dinero producto del tráfico ilícito supera al obtenido de los negocios tradicionales y tiene la capacidad de modificar el balance de poder a nivel local, regional e incluso nacional. En Latinoamérica, el mejor ejemplo se presentó durante los años ochenta, cuando el Cartel de Medellín —la infame organización criminal colombiana— comenzó a secuestrar miembros de la élite, a asesinar jueces y policías y a detonar bombas en lugares públicos. Sin embargo, las raíces de esta dinámica vienen de años atrás, cuando las organizaciones criminales colombianas, y posteriormente las centroamericanas y mexicanas, comenzaron a traficar cocaína y otras drogas hacia Estados Unidos.

El pionero en estas actividades de transporte en Honduras fue Juan Ramón Matta Ballesteros, quien es objeto de nuestro primer estudio de caso.13 Durante los años setenta, cuando Matta Ballesteros comenzó a surgir como transportista, los grupos criminales de Honduras ya controlaban el negocio del transporte.14 La red de distribución de Matta Ballesteros se extendería desde Colombia hasta México. Sus aliados en México serían conocidos como el Cartel de Guadalajara, del cual posteriormente se desprenderían algunos de los grupos criminales más grandes del país: el Cartel de Sinaloa, el Cartel de Juárez y el Cartel de Tijuana. Sus aliados en Colombia eran miembros de lo que posteriormente se convertiría en el Cartel de Medellín.

Como veremos, la red hondureña de Matta Ballesteros incluía a miembros del ejército, una institución en ascenso gracias en parte al flujo de asistencia de Estados Unidos durante la guerra de los Contras en la vecina Nicaragua.15 Fue durante esta época que Honduras ganó el apodo de USS Honduras. Un documento de 1988 del gobierno de Estados Unidos describe a Matta Ballesteros como un “violador de clase I de la DEA.”16 Sus negocios legales en Honduras estaban creciendo. Para entonces tenía inversiones en plantaciones de café, tabaco y especias, ganado y productos lácteos, y había fundado empresas constructoras y agroindustriales en Honduras.17

En 1985 todo cambió cuando el Cartel de Guadalajara, enfurecido por un operativo desplegado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés), el cual tenía como objetivo erradicar amplios terrenos de plantaciones de marihuana en México, secuestró y asesinó a Enrique Camarena, un agente de la DEA. La muerte de Camarena llevó a que el gobierno de Estados Unidos buscara hacer justicia. En los años siguientes, muchos de los líderes y miembros del Cartel de Guadalajara fueron arrestados y condenados en México. Matta Ballesteros fue arrestado en Colombia, pero con ayuda del Cartel de Medellín logró escapar y huir a Honduras, donde encontró protección gracias a su vasta red de contactos y a sus riquezas.

En 1988, los militares, cediendo a las preocupaciones de Estados Unidos por la creciente influencia de Matta Ballesteros, lo interceptaron durante su ejercicio matutino, lo amordazaron, lo llevaron a República Dominicana y después a Estados Unidos, donde fue oficialmente arrestado y acusado por el asesinato de Camarena y por otros crímenes. De ahí fue trasladado a Estados Unidos. Hasta dos mil hondureños, la mayoría estudiantes, enardecidos por su captura, atacaron la embajada de Estados Unidos, incendiando varios edificios anexos y vehículos. Al menos cuatro de los protestantes murieron y algunos oficiales estadounidenses aseguraron que las autoridades hondureñas se tardaron dos horas en llegar al lugar de los hechos.18 Matta Ballesteros fue sentenciado en un juzgado de Los Ángeles  por secuestro19 y tráfico de drogas, y actualmente se encuentra recluido en una prisión federal.

Tras la dramática caída de Matta Ballesteros, el país continuó siendo utilizado como un puente por los traficantes de bienes ilícitos 20 ; además de drogas, éstos incluyen armas, dinero, personas y en general todo tipo de bienes de contrabando que se mueven tanto dentro como fuera de Honduras. Por ejemplo, durante la guerra civil un grupo de contrabandistas salvadoreños transportaba diariamente productos lácteos de Honduras a El Salvador. El denominado “Cartel de los Quesos”, que luego sería llamado “Los Perrones”, desarrolló una red de tráfico de drogas que aún se extiende desde Panamá hasta Guatemala. Uno de sus jefes de operaciones, José Natividad Luna Pereira, alias “Chepe Luna”, operaba la red desde San Pedro Sula hasta que fue asesinado en Honduras en 2014.21

A principios de la primera década del siglo XXI, el país experimentó otra oleada de actividad narcotraficante. Durante esa época, las organizaciones criminales mexicanas constituidas tras la caída del Cartel de Guadalajara establecieron un mayor control sobre la cadena de distribución, y empezaron a usar a Centroamérica como su corredor principal. Entonces emergieron varios grupos de transportistas locales. Entre ellos se encontraban los grupos de Chepe Luna en El Salvador y Honduras, el de José Miguel “Chepe” Handal Pérez en San Pedro Sula, el de la familia Valle Valle en Copán, el clan Zelaya en Atlántida, y la organización de Los Cachiros en Colón.22 Los Cachiros son objeto de nuestro segundo estudio de caso. La principal función de este grupo consistía en transportar cocaína a través de la región, pero también tenían varios negocios alternos, como el tráfico de personas y la distribución local de drogas.

El tamaño de esta industria criminal es enorme en comparación con la economía hondureña. El Departamento de Estado de Estados Unidos estima que el 95 por ciento de la cocaína transportada de Suramérica a Estados Unidos pasa por los corredores mexicanos y centroamericanos; 80 por ciento de ésta hace una parada en Centroamérica.23 Normalmente, el precio que se cobra por el transporte de cocaína es la diferencia entre el precio al por mayor de la droga donde es recogida y su precio donde es llevada. En el caso de Honduras, esta diferencia está en el rango de US$2.000 y 2.500 por kilo desde el momento en el que la droga entra en el país hasta el momento en el que sale. 24 El precio de la cocaína varía claramente, pero la diferencia se ha mantenido estable por varios años. Esto implica que solamente el mercado del transporte de drogas tiene un valor anual de entre US$600 y 750 millones, lo cual representa entre el 3 y el 4 por ciento del PIB del país.25 Según nuestras estimaciones, los ingresos por el tráfico de drogas representan más de la mitad de lo que el país obtiene con el café, su principal producto de exportación.26

Los cinco grupos mencionados anteriormente tienen fuertes conexiones políticas y económicas que les han ayudado a desarrollar vínculos cercanos con las autoridades, como se describió previamente con el caso de Matta Ballesteros y el ejército. Uno de ellos, Handal, era un candidato al Congreso antes de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo añadiera a su Lista Clinton (Kingpin List) en abril de 2013.27 Handal negó estar involucrado en el tráfico de drogas antes de darse a la fuga,28 un estatus que aún conserva.29

Figura 2: Diagrama Handal

Fuente: Departamento del Tesoro de Estados Unidos

Por su parte, Francisco Zelaya Fúnez tenía varias compañías de construcción y firmó una serie de contratos públicos con la ciudad de La Ceiba antes de que fuera capturado en México en 2013; un diario lo vinculó a un alto funcionario de la pasada administración. 30 En cuanto a la familia Valle Valle, mantenía fuertes conexiones con Alexander Ardón, el alcalde de El Paraíso, una ciudad ubicada en la frontera con Guatemala. El hermano de Ardón, Hugo, dirigió el FondoVial, un importante fondo de construcción y mantenimiento vial del gobierno. 31

Este tipo de conexiones entre políticos y actores criminales ha sido común a lo largo de los años. En 1987, el congresista Félix Cerna Salgado admitió tener una relación estrecha con Matta Ballesteros. Durante los primeros años del nuevo siglo, tres congresistas fueron capturados por transportar drogas. En 2014, las autoridades hondureñas arrestaron a Arnaldo Urbina, el alcalde de Yoro, y lo acusaron, junto a muchas otras personas, de dirigir una red de tráfico de drogas y sicariato responsable por el asesinato de 137 personas y la desaparición de otras 45.32

La habilidad de las organizaciones criminales para acumular capital y ejercer este poder económico para su beneficio es desconocido en gran medida, pues las autoridades hondureñas han abierto pocos casos judiciales sólidos en su contra, y los medios locales no son muy dinámicos. Aún más, los funcionarios públicos amenazan estos intereses bajo su propio riesgo.En diciembre de 2009, policías asesinos mataron al zar antidrogas de Honduras Julián Arístides González, y dos años más tarde le dispararon a Alfredo Landaverde, quien fue su asesor. Los onvestigadores del caso determinaron rápidamente que los pistoleros eran agentes de policía que operaron bajo las órdenes de altos mando de la institución. Sin embargo, los investigadores enterraron rapidamente los informes y no salieron a la luz hasta años más tarde. 

En abril de 2013, un sicario asesinó a Orlan Chávez, el principal fiscal investigador de lavado de dinero.33 El día antes de su muerte, Chávez había ordenado una serie de allanamientos a presuntas propiedades del ya mencionado Chepe Handal, las cuales fueron incautadas. Si bien Handal es el principal sospechoso del asesinato, el caso sigue sin resolverse.

El poderío económico de estos grupos sólo se dio a conocer luego de que Estados Unidos denominara a Handal, y posteriormente a Los Cachiros, como narcotraficantes, y los añadiera a su Lista Clinton. 34 Los distintos consorcios empresariales de Handal incluían varios talleres de autopartes, una distribuidora de motocicletas y una tienda de ropa. En un proceso expedido por el Distrito Sur de Florida, se le obligó a pagar US$38 millones en activos por sus negocios ilícitos.

Tras los allanamientos que las autoridades realizaron a las propiedades de Los Cachiros en septiembre, resultó claro que Handal era pequeño en comparación con este grupo. En su Lista Clinton, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos enumera cinco negocios que se creía eran propiedad de la organización,35 y funcionarios de ambos países estimaron que los activos del grupo alcanzaban los cientos de millones de dólares.

A finales de 2014, las autoridades estadounidenses y hondureñas también empezaron a perseguir a la organización familiar de los Valle Valle. Según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, los activos de este clan familiar incluían varias plantaciones de café y un rancho ganadero. Según las declaraciones del Departamento del Tesoro, el grupo transportaba más de 10 toneladas de cocaína cada mes a través de Honduras. Cálculos aproximados realizados por InSight Crime ubican las ganancias anuales del grupo en cerca de US$300 millones, equivalente al 1,6 por ciento del PIB de Honduras.

Figura 3:Diagrama Valles

Fuente: Departamento del Tesoro de Estados Unidos 

Tal vez más importante que la tenencia de café y su ganado, era su vínculo directo con Ardón, el alcalde de El Paraíso, y con su hermano Hugo,36 gracias a quienes lograron adjudicarse varios contratos estatales y facilitar el movimiento de dinero entre ellos y sus socios legítimos e ilegítimos. El carrusel creado para este tipo de flujo de dinero es parte crucial para entender cómo la corrupción y el crimen actúan en países como Honduras. El dinero se mueve desde las arcas del Estado hacia negocios lícitos e ilícitos, cuyos propietarios posteriormente financian candidatos que apoyen sus proyectos o faciliten sus actividades de lavado de activos. Los hermanos Ardón tenían la maquinaria perfecta para mantener este carrusel rodando. Durante el proceso el publico hondureño es dejado fuera de la vista.

Pero en octubre de 2014, el gobierno hondureño parecía tenerlos en la mira, aludiendo a la red en los medios de comunicación (llamándola el “Cartel de Alex”) y prometiendo mayores acciones para desmantelar completamente la red de los Valle Valle.  La red, y en este caso los Ardón y la familia Valle Valle, lograron crear un poderoso grupo que alcanzó las más altas esferas del poder en Honduras. Lo cual, como nuestro estudio de caso lo ilustra, es más la norma que una excepción en el país, y está cambiando por completo las estructuras de poder de las élites de Honduras.

* Este informe fue escrito por Steven Dudley. Dudley, Javier Meléndez —que actuó como coordinador de investigación para este proyecto— junto con investigadores del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (CIPRODEH) y la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), asistieron en la investigación y la producción de este informe. Mapa por Jorge Mejía. Gráficas por Andrew J Higgens.

Notas al pie

[1]  Geoffrey Ramsey, “Departure of Honduras security minister a victory for corrupt cops,” InSight Crime, 12 de septiembre de 2011. Disponible en:https://insightcrime.org/news-analysis/departure-of-honduras-security-minister-a-victory-for-corrupt-cops

[2]  Esta sección está basada principalmente en las investigaciones realizadas por el historiador hondureño Jorge Amaya. También toma elementos de Hugo Noé Pino, “Elites, Estado y la reconfiguración del poder en Honduras, 1990-2011: El ámbito de la política fiscal,” y de Manuel Torres Calderón, “La élite, su orientación y fundamentos geográficos en Honduras,” los cuales serán publicados próximamente en un libro de FLACSO-Costa Rica editado por Eric Hershberg y titulado “Elites y la configuración del poder en Centroamérica: Dinámicas de acumulación y sus consecuencias, Vol. 2.”

[3]  Rachel Sieder, “Honduras: The Politics of Exception and Military Reformism (1972-1978),” Journal of Latin American Studies, vol. 27, no. 1 (1995), p. 106.

[4]  Ibíd.

[5]  José Edgardo Cal Montoya, “Estado y élites en la historia de Honduras: reflexiones sobre su situación actual (1980-2009),” en “Memorias del III Congreso de Investigación Científica,” Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS), Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), 2009.

[6]  Torres Calderón, op. cit.

[7]  Rockwell, Rick. “La concentración de los medios de comunicación y la perpetuación de los sistemas elitistas en Centroamérica,” que será publicado próximamente en un libro de FLACSO-Costa Rica editado por Eric Hershberg y titulado “Elites y la configuración del poder en Centroamérica: Dinámicas de acumulación y sus consecuencias, Vol. 2.”

[8]  Sieder, op. cit., p. 107.

[9]  Datos del Banco Mundial. Disponibles en:https://www.worldbank.org/en/publication/global-economic-prospects/data?variable=BNCABFUNDCD_&region=LAC

[10] Noe Pino, op. cit.

[11] En 2014, Transparencia Internacional ubicó a Honduras en el lugar 140 entre 177 países, en su índice de percepción de corrupción, asegurando que tiene recursos escasos y que no es abierto con su presupuesto. Disponible en:https://transparency.org/country#HND_DataResearch

[12] Steven Dudley, “Estados Unidos desenmascara al jefe del Cartel de Sinaloa en Centroamérica al incluirlo en su lista de capos,” InSight Crime, 7 de enero de 2015. Disponible en:https://es.insightcrime.org/analisis/estados-unidos-desenmascara-jefe-cartel-sinaloa-centroamerica-lista-capos

[13]  Matta también se escribe frecuentemente como “Mata.” Vea: Proceso Digital, “A 12 ascienden los bienes asegurados a Ramón Mata Ballesteros,” 31 de julio de 2014. Disponible en:https://www.proceso.hn/component/k2/item/85914.html

[14]  Julie Marie Bunk y Michael Ross Fowler, “Bribes, Bullets, and Intimidation: Drug Trafficking and the Law in Central America” (University Park, PA, 2012).

[15]  James LeMoyne, “Military Officers in Honduras Are Linked to the Drug Trade,” New York Times, 12 de febrero de 1988. Disponible en:https://www.nytimes.com/1988/02/12/world/military-officers-in-honduras-are-linked-to-the-drug-trade.html

[16]  Senado de Estados Unidos, “Drugs, Law Enforcement and Foreign Policy: A Report Prepared by the Subcommittee on Terrorism, Narcotics and International Operations of the Committee on Foreign Relations” (aka the Kerry Committee Report), Diciembre de 1988, p. 77.

[17]  Bunk, op. cit., p. 276.

[18]  Associated Press, “Honduran leader acts to put down anti-U.S. protests,” 8 de abril de 1988. Disponible en:https://www.nytimes.com/1988/04/09/world/honduran-leader-acts-to-put-down-anti-us-protests.html

[19]  John H. Lee, “Camarena Figure Gets 3 Life Terms,” 9 de mayo de 1991. Disponible en:https://articles.latimes.com/1991-05-09/local/me-1914_1_honduran-juan-matta-ballesteros

[20]  Esta sección y la siguiente se basan en numerosas entrevistas hechas por investigadores de InSight Crime a agentes antidrogas de las agencias de inteligencia de Honduras, Guatemala, El Salvador y Estados Unidos desde 2010 hasta la actualidad. Las entrevistas fueron hechas con la condición de que sus nombres no apareciesen publicados. Esta condición, limitante pero necesaria, es para poder obtener una mirada más amplia de las organizaciones y actividades en cuestión.

[21] Entrevistas de InSight Crime con agentes antidrogas hondureños y estadounidenses, quienes solicitaron su anonimato, 2013.

[22] Ibíd.

[23] Bureau of International Narcotics and Law Enforcement Affairs, “2012 International Narcotics Control Strategy Report (INCSR),” 7 de marzo de 2012.

[24] Entrevista de InSight Crime con un miembro de una organización traficante de drogas quien solicitó su anonimato, Tegucigalpa, Honduras, 3 de mayo de 2013.

[25] El Banco Mundial estima que el PIB de Honduras es de US$18,5 mil millones. Disponible en:https://data.worldbank.org/country/honduras

[26] El café, según el Observatorio de Complejidad Económica, vale US$1,38 miles de millones. Disponible en:https://atlas.media.mit.edu/profile/country/hnd/

[27] Departamento del Tesoro de Estados Unidos “Treasury Designates Honduran Drug Traffickers,”informe de prensa , 9de abril de 2013.Disponible en:https://www.treasury.gov/press-center/press-releases/Pages/jl1888.aspx

[28] AFP, “‘Chepe’ Handal niega que sea narcotraficante,” 10 de Abril de 2013.Disponible en:https://www.elheraldo.hn/sucesos/622110-219/chepe-handal-niega-que-sea-narcotraficante

[29] La Tribuna, “Cae supuesto narco hondureño y es extraditado hacia los EE UU,” 6 de julio de 2013. Disponible en:https://www.latribuna.hn/2013/07/06/cae-supuesto-narco-hondureno-y-es-extraditado-hacia-los-ee-uu/

[30] Marguerite Cawley, “Alcalde de Honduras es acusado de liderar un grupo narcotraficante,” InSight Crime, 24 de julio de 2014. Disponible en:https://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/alcalde-honduras-acusado-liderar-grupo-narcotraficante

[31] El Heraldo, “Asesinan a fiscal y coordinador de la unidad Contra el Lavado de Activos,” 19 de abril de 2013. Disponible en:https://www.elheraldo.hn/csp/mediapool/sites/ElHeraldo/Sucesos/story.csp?cid=622187&sid=293&fid=219

[32] Departamento del Tesoro de Estados Unidos, “Treasury Targets ‘Los Cachiros’ Drug Trafficking Organization in Honduras,”19 de septiembre de 2013. Disponible en:https://www.treasury.gov/press-center/press-releases/Pages/jl2168.aspx

[33] Ibíd.

[34] Steven Dudley y Marguerite Cawley, “En una acción histórica, Honduras captura a integrante de un prominente clan de la droga” InSight Crime, 3 de octubre de 2014. Disponible en:https://es.insightcrime.org/analisis/accion-historica-honduras-captura-integrante-clan-droga  

* El trabajo presentado en esta investigación es el resultado de un proyecto financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (IDRC, por sus iniciales en inglés). Su contenido no es necesariamente un reflejo de las posiciones del IDRC. Las ideas, pensamientos y opiniones contenidas en este documento son las del autor o autores.

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Steven Dudley is the co-founder and co-director of InSight Crime and a senior research fellow at American University’s Center for Latin American and Latino Studies in Washington, DC. In 2020, Dudley...

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