Luego de que el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, propusiera un controvertido debate abierto sobre la legalización y la despenalización de las drogas, es hora de detallar la posición del país frente a la legalización y lo que espera el gobierno de la Sexta Cumbre de las Américas.

Tres solo tres días después de posesionarse, Pérez Molina dijo que debía abrirse un debate sobre una estrategia regional para despenalizar y legalizar la droga “lo antes posible”, y se refirió a Estados Unidos por su fracaso en abordar el tema apropiadamente. Sin embargo, desde entonces ha jugado un cuidadoso juego político, llamando continuamente a un debate abierto y absteniéndose de mostrarse a sí mismo como defensor directo de la legalización.

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Finalmente, el 7 de abril, Pérez escribió un editorial en The Observer en el cual explicaba su postura, esta vez haciendo un llamado ahora por la regulación de la producción y el consumo de drogas. Específicamente dijo: “Guatemala no dejará de honrar ninguno de sus compromisos internacionales en la lucha contra las drogas. Pero, tampoco vamos a seguir siendo testigos inútiles de un autoengaño global. No podemos erradicar los mercados globales de droga, pero sí podemos regularlos como hemos hecho con los mercados del alcohol y el tabaco. El abuso de droga, alcohol y tabaco debe considerarse como un problema de salud pública, no como un tema de la justicia penal”.

Explicar lo que esto implica en la práctica es más complicado. Para entender mejor cómo Guatemala se ve a sí misma en el debate, vamos a enfocarnos en el secretario guatemalteco de planificación, Fernando Carrera, quien según dicen, orquestó las propuestas de Pérez Molina con respecto a los temas de drogas. Recientemente, dio una charla en el Woodrow Wilson International Center for Scholars titulada: Política Antidroga y Democracia en Centroamérica: una Perspectiva desde Guatemala (Drug Policy and Democracy in Central America: A View From Guatemala), que ofrece una importante perspectiva sobre la manera como Guatemala se está posicionando en el discurso siempre turbulento sobre la legalización de drogas.

“Hay un gorila en la habitación del que debemos hablar”

Carrera dijo que gran parte de lo que condujo a Guatemala a abrir un espacio para debatir sobre el cambio en la estrategia antidrogas proviene de la comprensión de que los gobiernos históricamente han dejado de enfrentar el problema. En sus palabras, “Hay un gorila en la habitación del que debemos hablar”; es decir, un problema evidente que no se puede ignorar más.

La premisa del enfoque actual para combatir el narcotráfico a través de la erradicación es fundamentalmente “utópica”, según Carrera. Hemos aceptado racionalmente que no podemos adoptar esta política con el alcohol y el tabaco, pero de alguna manera hemos puesto a las drogas en una categoría aparte, dijo.

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Esto no implica que Guatemala abogue por una completa legalización de las drogas, donde el consumo y el tráfico sean impuestos por el mercado. Carrera enfatizó que el gobierno sabe que, al igual que el alcohol y el tabaco, las drogas son perjudiciales para las personas y, en consecuencia, deben ser reguladas.

Este cambio de enfoque hacia la creación de un mercado regulado para “productos con consecuencias negativas” puede crear numerosos desafíos tanto para la sociedad como para las instituciones gubernamentales. Carrera admitió esto y resaltó cuatro desafíos claves que podrían presentarse:

  1. Cómo reducir la violencia y los daños colaterales relacionados al mercado de la drogas, como la prostitución y la delincuencia común. Incluso en una transición de la prohibición a la regulación, esta violencia no va a desaparecer inmediatamente.
  2. El fortalecimiento de los sistemas de salud pública y los esquemas de protección social.
  3. La creación de oportunidades económicas para los narcotraficantes, debido a que sus negocios no serían tan lucrativos como lo son en el escenario de la prohibición.
  4. Regular la venta de tales productos (las drogas). Por ejemplo, ¿cómo se promocionarían? ¿Cuál sería la restricción de edad? ¿Qué impuestos cobrarían? ¿Cómo se educaría a la sociedad para el uso de estas drogas?

¿Por qué ahora?

Debido a lo sensible que resulta el tema de la legalización de las drogas y sus posibles implicaciones, Pérez Molina tomó una decisión curiosa al tratar el tema tan pronto en su gobierno. Hay numerosas teorías de por qué hizo esto. En Guatemala hay quienes dicen que es una cortina de humo para distraer a las personas de una reforma tributaria poco atractiva que estaba en curso en el Congreso en ese momento. Otros, señalan que es una estrategia que sólo genera ganancias: si Pérez se ve obligado a continuar con su estrategia de mano dura y ésta falla, él puede decir que no era su método ideal para combatir el crimen.

Cualquiera que sea la teoría conspirativa, Carrera enfatizó que cada vez más se considera que el enfoque actual está fallando. Los niveles de violencia en Centroamérica están creciendo, particularmente en los países del “Triángulo del Norte” —Guatemala, Honduras y El Salvador—; y los niveles de consumo en Estados Unidos han caído sólo ligeramente, mientras en Europa aumentan.

Es solo que Pérez Molina no quiso quedar en una situación en la que debía imponer una mano más dura contra las drogas, dijo Carrera. La única forma de evitar esto era lanzar el reto inmediatamente, incluso si la respuesta de los demás era variada.

Pese a que Carrera no los menciona, la posición de Pérez ha sido apoyada de alguna manera por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos y el presidente mexicano, Felipe Calderón. Santos ha sido más abierto en aceptar la legalización como una alternativa, pero entre ambos presidentes ayudaron a preparar el escenario para que Pérez abriera la puerta al debate, y fuera tomado como un tema que bien podría definir su presidencia.

Expectativas

Según Carrera, el presidente Pérez Molina es realista acerca de lo que depara el futuro para la legalización. A pesar del progreso, de promover el debate a posicionarse como defensor de la regulación, el gobierno guatemalteco no está ilusionado con que un cambio tan drástico en la política antidrogas se logre de la noche a la mañana. Reconoce que cualquier tipo de reforma del marco internacional tomará años, si es que algún día despega. Adicionalmente, cualquier cambio de política necesitaría un consenso internacional; bajo ningún escenario lo harán algunos países mientras otros, como Estados Unidos, continúen con la práctica prohibicionista.

Por eso es que las expectativas para la próxima Cumbre de las Américas son bajas. Como puntualizó Carrera, Guatemala simplemente espera que el tema sea tratado y que los líderes salgan diciendo: “No es una idea loca.”

Si los gobiernos empiezan a admitir que los mercados de la droga no pueden ser erradicados, este sería un cambio dramático hacia la dirección correcta, apuntó Carrera. El debate abierto y constructivo es la única manera de provocar tal cambio. No obstante, con la aparente ausencia de la legalización de la droga en la agenda de la Cumbre, Guatemala se encuentra en peligro de salir con poco que mostrar por sus esfuerzos, aun a pesar de sus relativamente modestas expectativas.

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