La crisis económica de Costa Rica y su posición estratégica en medio de rutas del narcotráfico han creado las condiciones perfectas para el surgimiento de un nuevo tipo de extorsión: los préstamos a usura.
Conocidos como “gota a gota” en muchas partes de Latinoamérica, los prestamistas usureros se han consolidado en Costa Rica. Las autoridades se enfrentan a un nuevo desafío en este mercado ilícito, importado por grupos criminales extranjeros.
En las calles de Costa Rica aparecen a diario decenas de volantes haciendo ofertas de créditos. Estos volantes incluyen un número telefónico y ofrecen grandes cantidades de dinero, engañando a los transeúntes con la promesa de que sus problemas de efectivo pueden desaparecer con una sola llamada.
*Este artículo hace parte de una investigación sobre varios tipos de extorsión en Centroamérica, realizada por InSight Crime en conjunto con The Global Initiative. Vea la serie completa aquí.
Solo 15 minutos después de hacer la llamada, aparece un emisario en un punto de encuentro y ofrece prestar $15.000 o más. Todo lo que el prestamista necesita es su documento de identidad y la dirección de la persona que requiere el préstamo, y la única condición es que el deudor pague los intereses.
Aunque esta práctica es en general conocida como préstamo a usura, las autoridades la han clasificado como un tipo de extorsión, el cual ha estado ganando terreno en los mercados criminales.
Según Steven Sánchez, investigador del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), estos tipos de préstamos los hacen “personas sin conexiones con instituciones financieras”. Puede incluso tratarse de personas que prestan sus ahorros personales a altísimas tasas de interés.
“Te dan $100 y piden $25 por semana, pero se puede volver peor. A medida que empiezas a atrasarte en los pagos, te cobran más… Entonces, si no pagas, te dicen que te van a matar, van hasta tu casa y mandan cobradores. Ahí es donde se convierte en extorsión”, afirma Sánchez.
Las cifras de la Fiscalía General muestran que entre enero de 2017 y julio de 2018 hubo 107 informes de este tipo de extorsión. Pero las víctimas tienen pocos incentivos para denunciar estos delitos: los préstamos se llevan a cabo ilegalmente y sin contratos, y las víctimas temen que haya represalias físicas y psicológicas si van a la policía.
Redes semiorganizadas
A principios de 2017, la OIJ comenzó a investigar una red de prestamistas usureros en el distrito de Escazú, cerca de San José, la capital del país. El grupo prestaba grandes sumas de dinero, cuyo pago se exigía de manera violenta. Dos hermanos, Ziad y Elías Akl, dirigían la empresa criminal.
De origen canadiense-libanés, los hermanos Akl habían huido a Costa Rica para escapar de cargos de narcotráfico que el Departamento de Justicia de Canadá tenía contra ellos.
El modus operandi de los Akl para recaudar las cuotas que se les adeudaban era violento y sencillo: golpeaban fuertemente a sus víctimas en un gimnasio de su propiedad, al parecer con palos de golf o con sus propios puños. Prestaban entre 100.000 y 1 millón de colones (entre US$175 y 1.700) en efectivo, sin intermediarios, y con la única condición de que el deudor devolviera el dinero con intereses.
Según el director de la OIJ, Walter Espinoza, los prestamistas buscaban taxistas informales, personas que ya tenían deudas o que querían comprar un carro o una casa, con la esperanza de que el préstamo saldría más rápido. Sin embargo, esas esperanzas se desvanecían rápidamente cuando, debido a los préstamos, los deudores recibían fuertes palizas o sus familiares eran amenazados.
El 15 de mayo de 2017, Elías Akl fue asesinado en una escuela de Escazú, aparentemente por un arreglo de cuentas personales. Para ese momento existían al menos 18 denuncias de extorsión contra él. Días más tarde, su hermano Ziad fue arrestado mientras intentaba huir del país.
“La estructura fue desmantelada por completo” después de la caída de los hermanos Akl, según cuenta Espinoza, quien añade que, “si bien es posible que haya personas utilizando su nombre para hacer nuevos préstamos, estos casos son aislados, y el grupo ya no opera como una banda organizada”.
Mutación criminal
Las autoridades creen que los hermanos Akl, quienes ya estaban acusados por tráfico de drogas en Canadá, utilizaron las ganancias del narcotráfico para su negocio de préstamos a usura en Costa Rica.
Si bien estos tipos de préstamos o extorsión pueden ser propios de algunas bandas del país, algunos funcionarios indican que la práctica no se originó en Costa Rica, sino que fue copiada de organizaciones internacionales en contacto con estructuras criminales costarricenses.
Daniel Calderón, director de las fuerzas de seguridad de Costa Rica, señala que la extorsión está ligada a otras actividades criminales como el narcotráfico, y que el dinero producido por estos crímenes se utiliza para hacer los préstamos.
Explica que los préstamos a usura “es una actividad accesoria, pero las organizaciones criminales la efectúan porque ha sido muy lucrativa para ellos y les ha permitido mantener el control sobre ciertas áreas, al comprometer a ciertas personas de la comunidad”.
Según información de inteligencia que las fuerzas de seguridad han recibido de otras instituciones, los préstamos a usura se originaron en Colombia, y algunas de estas operaciones en Costa Rica son conducidas por colombianos.
Además, según la Fiscalía General, se han encontrado células del Cartel de Sinaloa y de grupos iraníes que incorporan los préstamos a usura en su catálogo de actividades criminales.
El desarrollo de la extorsión en Costa Rica puede estar directamente ligado al narcotráfico, lo cual tiene sentido dada la ubicación estratégica del país en un importante corredor de transbordo. Pero lo que anteriormente era considerado un medio complementario para la diversificación de los ingresos ilícitos de los grupos criminales se ha convertido en poco tiempo en una gran preocupación para las autoridades, que pueden estar frente a una dura batalla, en la medida en que el préstamo a usura continúa aumentando junto con los ingresos del narcotráfico.