Un incremento repentino del huachicoleo en gran parte de México tiene a los observadores divididos entre si las alzas en los precios del petróleo llevaron al aumento de los robos o viceversa.

El 23 de mayo, el secretario de defensa Luis Crescencio Sandoval anunció en el reporte público mensual sobre seguridad que hace el gobierno que el huachicoleo aumentó de aproximadamente cinco mil barriles diarios en enero a siete mil barriles diarios en abril.

El mismo día, un reportaje de La Razón destacó la escala de la crisis en el estado de Jalisco, al norte del país, con un aumento impactante de 944 por ciento en los casos de huachicoleo entre los trimestres de enero-marzo de 2021 y el mismo periodo de 2022. Estos incrementos parecen concentrarse mayormente en el norte de México, pues el estado fronterizo de Sonora registró un aumento de 140 por ciento en el huachicoleo, seguido de Durango con 100 por ciento y de Nuevo León con 87,8 por ciento.

A comienzos de este mes, expertos de la industria declararon al medio mexicano Publimetro que el incremento se debe en parte al mayor número de ataques a los camiones cisterna, además de las tradicionales tomas clandestinas a los oleoductos. Los ataques registrados a los camiones cisterna pasaron de 125 en el primer trimestre de 2021 a 412 en el mismo periodo de 2022.

Según el informe, los grupos criminales instalaron retenes y bloqueos en varios estados de México para robar sistemáticamente los camiones, lo que ocasionó problemas logísticos a la estatal petrolera Pemex. Algunas estaciones de combustible se han visto forzadas a cerrar sus bombas después de quedarse sin gasolina, lo que causó largas filas en las estaciones que aún tenían reservas.

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Sin embargo, los problemas de pinchazos ilegales de los oleoductos siguen siendo una preocupación muy real. A comienzos de mayo, Cresencio Sandoval anunció que en Puebla —estado central por el que pasan varios oleoductos importantes — las fuerzas de seguridad habían recuperado 2,3 millones de litros de huachicol y detenido a 217 presuntos perpetradores. En los últimos tres años se han descubierto más de 6.000 casos de tomas clandestinas de los oleoductos en Puebla, añadió el secretario de Defensa.

En el primer trimestre de 2022, hubo 3.199 denuncias de pinchazo de los oleoductos, lo que equivale a un incremento de 14 por ciento de año en año, según Milenio.

Este renovado interés criminal en el huachicoleo ocurre en un contexto de alzas del combustible. A comienzos de marzo, un galón de gasolina premium se vendía en casi US$5,65 en Ciudad de México, por encima de los US$3,97 en promedio cuatro meses antes.

Análisis de InSight Crime

Aunque el huachicoleo ostenta desde hace años la corona como economía criminal favorita en México, el incremento de los precios del petróleo ha incentivado el mercado negro de la gasolina como nunca antes.

Las tomas clandestinas en oleoductos y los robos a los camiones cisterna se han relacionado con las alzas de los precios del combustible y la escasez del hidrocarburo en el pasado. En 2019, el gobierno mexicano restringió el transporte de petróleo por el sistema nacional de oleoductos para detener las tomas ilegales, lo que produjo recortes masivos en los estados del oeste de México, en especial en Jalisco.

En 2022, la inflación y la guerra entre Rusia y Ucrania han derivado en alzas de los precios internacionales a nivel global. A pesar de que los subsidios del gobierno abaratan el combustible para la mayoría de los mexicanos, las empresas han tenido problemas de suministro, según informó Publimetro. En las regiones del norte de México, los recortes se exacerbaron con la llegada de estadounidenses que cruzaban la frontera para conseguir mejores precios del combustible.

Todo esto ha dado a la delincuencia el motivo perfecto para redoblar sus actividades huachicoleras. El Informe de Riesgos en Latinoamérica señala que los grupos criminales no solo tienen un incentivo para aprovechar los mayores precios mediante el robo y las ventas de contrabando, sino que también extorsionan a las empresas proveedoras del servicio de energía, que se está beneficiando de las alzas en los precios.

De hecho, puede decirse que el gran potencial de ganancias sobre el huachicol en épocas de escasez ha sido la causa directa de la aparición de elementos criminales en México, que han causado daños incalculables al país.

El periodista investigativo Daniel Blancas declaró a Aristegui Noticias que la crisis de 2017, conocida como el «gasolinazo«, causó el mayor incremento de los precios de la gasolina en los últimos 20 años, fue responsable de una explosión de tomas ilegales de los oleoductos. Uno de los grupos más notorios asociados con el huachicoleo es el Cartel Santa Rosa de Lima. Sus operaciones se concentraron en el huachicol, y generaron ganancias estimadas de US$800.000 a US$1,2 millones diarios en el mejor momento de sus operaciones en 2018. Guanajuato, el estado donde el cartel tiene su base, ahora se sitúa entre los más peligrosos de México.

Según un reciente informe del International Crisis Group, el robo de hidrocarburos o huachicoleo comenzó a repuntar en 2010 cuando Los Zetas y el Cartel del Golfo entraron en esa economía ilícita.

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Recientemente, los grupos criminales han seguido atacando la infraestructura de petróleo y combustible, con la excavación de sofisticados túneles para acceder a los oleoductos y han redoblado el uso de tecnología para evitar ser detectados.

En 2020, el huachicoleo estaba tan fuera de control que Roberto Díaz de León, presidente de la asociación nacional de distribuidores minoristas de combustibles y energéticos, ONEXPO, señaló a los huachicoleros como la principal competencia de los dueños de estaciones de combustible. “En este país, hay una red ilegal paralela de suministro y distribución de combustible cuya presencia e influencia es muy fuerte”, dijo a Mexico Business News en una entrevista.

Las cachimbas, paradas no reguladas al lado de las vías donde los motoristas pueden llenar ilegalmente sus tanques, son la forma más común como los grupos criminales revenden el combustible pinchado. Según Díaz de León, hay al menos cuatro cachimbas por cada una de las 13.000 estaciones de combustible legales en México.

Aunque el huachicoleo y la escasez de combustible se mantienen, el presidente López Obrador ha logrado reducir a 6.000 el número diario de barriles robados, y marcó una gran mejoría en relación con los 72.000 barriles robados cada día en diciembre de 2018, al comienzo de su presidencia.

Sin embargo, siempre que se vea el potencial de ganancias, las organizaciones criminales se harán sentir. En abril, el número de tomas ilegales en los oleoductos aumentó en 9,5 por ciento. De mantenerse la inestabilidad en los precios en las estaciones, esta actividad ilícia puede prosperar una vez más.

Corrección: Una versión anterior de este artículo reflejaba erróneamente la magnitud del robo mensual de petróleo. Se han corregido las cifras.