¿Necesita eliminar a alguien pero no tiene los contactos? Sólo diríjase a Facebook. Según una investigación realizada por un diario peruano, asesinos a sueldo están utilizando este sitio de internet para contactarse con clientes, siendo este un ejemplo de hasta qué punto se ha extendido el uso de las redes sociales por parte de organizaciones criminales.
Los criminales han estado utilizando las redes sociales, desde hace mucho tiempo, para ayudarse en operaciones de robo de identidad y ventas locales de drogas –y ahora la evidencia sugiere que los sitios de internet están siendo utilizados para promover y ofrecer actividades criminales, incluyendo homicidios–.
Luego de encontrarse con un grupo en Facebook que las pandillas en Trujillo, Perú, utilizan para socializar y presumir de sus actividades, el periódico regional El Comercio llamó a uno de los seguidores del grupo que había dejado su número en la página.
“Quiero una chamba. – Muerte”, dijo el periodista.
“Ya pues. Ponme la visión bacán, voy y le doy vuelta al toque nomás.”, respondió el usuario de Facebook, alias “El Loquito Incomprendido”.
Al reportero le dijeron que el homicidio costaría 300 soles (US$110).
La página de Facebook del grupo, “Los Pulpos”, –que según El Comercio era utilizada para contratar y difundir propaganda, así como servicios de publicidad– ha sido cerrada desde entonces, pero hay una gran cantidad de sitios similares. Tan sólo en Trujillo, Los Pulpos se disputan la atención en Facebook junto con al menos otras tres pandillas, según el diario Perú 21, que informó que adolescentes estaban utilizando estos sitios para pedir entrenamiento con armas de fuego.
“Quiero ser sicario. Alguien que me entrene. Soy capaz de matar a quien sea”, escribió uno en el muro del grupo de Los Pulpos.
En el muro de Facebook de la pandilla rival, La Jauría, un usuario que se identificó como “Pepe Escobar”, se jactó de un homicidio reciente: “Se murió otro perro nuevamente…Fue un trabajito fácil con los muchachos. Algo rápido y concreto.”
La policía dijo a Perú 21 que los grupos utilizan Facebook y Youtube como herramientas para atraer a jóvenes a sus filas. La Jauría creció en un 40 por ciento en menos de seis meses, según fuentes policiales consultadas por El Comercio.
Análisis de InSight Crime
La promoción en línea es sólo una de una gran cantidad de formas en las que el crimen organizado ha aprovechado el poder de internet para lograr sus fines. Las redes sociales contienen mucha información personal de sus usuarios, y se han convertido en una fuente de inteligencia importante para los grupos criminales. Como señala un informe de la DEA presentado en una conferencia de seguridad regional el año pasado, los grupos criminales mexicanos utilizan sitios como Facebook para espiar a sus miembros y buscar potenciales víctimas de secuestro y extorsión, en búsqueda de información personal como direcciones o identidades de sus familiares.
En un informe para la revista en línea Security Magement el año pasado, el analista Brad Barker detalló cómo las pandillas pueden utilizar Facebook para identificar un candidato con dinero o de alto perfil para secuestrarlo, luego recogen información acerca de su rutina diaria, vida social y las personas con las que se asocia. Además de servir para los secuestros, los sitios de internet también se utilizan para identificar a las víctimas de trata de personas y para recoger la información personal necesaria para el robo de identidad; un delito que se ha convertido en un problema importante en México. Las redes sociales también han demostrado ser una herramienta muy útil para el reclutamiento de pandillas, así como para expedir amenazas gráficas contra sus rivales.
A medida que los criminales han aprendido a sacar provecho de internet, también lo han hecho las personas cuyas vidas se han visto afectadas por el crimen organizado. El uso de blogs, grupos de Facebook y Twitter, para hacer un seguimiento local de la violencia, se ha disparado en México, ya que los medios de comunicación tradicionales han sido amenazados hasta el silencio. Estos sitios de internet han demostrado ser una herramienta poderosa, pero los carteles han llevado a cabo venganzas brutales contra algunos usuarios de las redes sociales, sobre todo en la ciudad fronteriza mexicana de Nuevo Laredo en 2011. Hay incluso algunos casos de videos subidos a Youtube en los que matones explícitamente amenazan a los usuarios de los medios sociales que tratan de seguir en línea el rastro del crimen organizado.
Según Baker, los carteles están invirtiendo en capacitación en tecnologías de la información (TIC), aprendiendo habilidades que les permitan rastrear la fuente de la información publicada en línea que les afecta negativamente. Con entrenamiento en TIC, Brad Barker dice que las pandillas pueden utilizar herramientas tales como la geo-localización y rastreo de las direcciones IP para “marcar, rastrear, localizar y eliminar a las personas que hablan en blogs sobre las actividades del cartel.”
Las redes sociales también han sido incorporadas como parte de la recolección de información de inteligencia de las autoridades regionales, aunque han sido lentas en ponerse al día. Un estudio publicado el mes pasado encontró que los gobiernos latinoamericanos no lograban seguir el ritmo al incremento del uso de internet por parte de los criminales. Los gobiernos tampoco han hecho lo suficiente para reforzar su capacidad para luchar contra otras formas de delitos informáticos, señaló el informe que fue encargado por la Organización de los Estados Americanos. “En general, los líderes políticos son conscientes de los peligros del crimen cibernético y el hackeo, pero los esfuerzos son a menudo limitados por la falta de recursos dedicados a la creación de elementos de seguridad cibernética, la escasez de conocimientos especializados y la experiencia para poner en práctica las políticas técnicas,” señala el informe, que examinó a 20 de los 32 países miembros de la OEA.
Aparte de los obstáculos tecnológicos, la enorme amplitud de formas en las que los criminales pueden aprovechar el ciberespacio –como lo ilustran los recientes ejemplos de Perú– plantea desafíos jurídicos y prácticos para la aplicación de la ley. La ciberdelincuencia se define como delito cometido utilizando computadores o internet –de los cuales el robo de identidad y el hackeo son claros ejemplos–. Pero, ¿en qué momento las actividades en línea de un pandillero socializando en Facebook pasan a territorio criminal? ¿Cómo distingue la policía entre mensajes desagradables en Facebook o Twitter y aquellos que realmente facilitan crímenes en la vida real? Una vez que la actividad criminal ha sido identificada, ¿cómo deciden a quién deben seguir?.
El estudio de la OEA reportó un aumento en el cibercrimen de entre ocho y 40 por ciento en los distintos países de Latinoamérica entre 2011 y 2012, y señaló específicamente la facilidad que tienen los grupos locales del crimen organizado en la orientación de las debilidades específicas de sus respectivos países. El hecho de que las pandillas ahora se sientan cómodas publicando descaradamente trabajos de sicariato en Facebook, debería ser un llamado de atención a los gobiernos de toda la región sobre la urgente necesidad de implementar estrategias modernas y eficaces para hacer frente a la evolución de las técnicas criminales.