La inteligencia de la policía brasileña confirma que la pandilla PCC se está expandiendo por todo el país, desde su base en las prisiones de São Paulo, planteando la pregunta de si su guerra contra la policía podría extenderse aún más.
Según un informe de la inteligencia de la policía citado por O Globo, la pandilla brasileña, conocida como Primeiro Comando da Capital (PCC) se está expandiendo por todo el país. El informe, que fue publicado por la Secretaría Nacional de Seguridad Pública (Secretaria Nacional de Segurança Pública), revela que la pandilla experimentó un repentino aumento en el número de miembros, de enero a septiembre de 2011, haciendo presencia actualmente en 21 de los 27 estados de Brasil.
Algunas de las expansiones más fuertes se han dado en los estados cercanos a São Paulo, que – con 135 de sus 152 prisiones bajo el control del PCC — son el bastión del grupo. Los estados de Mato Grosso do Sul, Paraná y Minas Gerais, que limitan con Sao Paulo, experimentaron un fuerte aumento en la membresía de la pandilla, en 2011, según el informe.

Adicional al aumento de miembros, la SENASP informó sobre la gran cantidad de recursos a disposición del PCC, el cual recibe unos ingresos aproximados de US$32 millones al año, provenientes del narcotráfico.
Se cree que el PCC tiene un papel directo en el tráfico de drogas a través de la frontera con Bolivia (donde la producción de cocaína está en aumento) y Paraguay (un importante país de tránsito de cocaína). Oficiales bolivianos antinarcóticos consultados por La Razón confirmaron que el PCC es una de varias pandillas brasileñas involucradas en el tráfico de drogas a lo largo de la frontera compartida con otros países, y afirmó que el grupo controla las rutas de contrabando, que van desde los estados fronterizos de Brasil de Rondonia, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, hacia São Paulo.
Análisis de InSight Crime
La noticia llega en un momento en que las autoridades han expresado su preocupación sobre la expansión del grupo en todo el país, especialmente en el noreste de Brasil. También coincide con una ola de violencia en São Paulo, la cual muchos analistas creen que fue desencadenada por una declaración no oficial de guerra por el grupo en contra de la policía en el estado. Al menos 95 agentes de policía han sido asesinados en São Paulo en lo que va corrido del año, en comparación a los 47 en todo 2011.
La naturaleza de la amenaza a la seguridad por la expansión del PCC dependerá de la fortaleza de su liderazgo central. Por un lado, el PCC tiene una reputación de ser muy organizado. Los nuevos reclutas hacen juramento a un manifiesto de 16 puntos abogando por un cambio social y político en Brasil, y los miembros rutinariamente pagan cuotas (se estima que están entre los US$25 y US$225 al mes), que son utilizadas para apoyar a las familias y para pagar honorarios legales a sus compañeros presos.
Sus líderes, especialmente el encarcelado fundador del PCC Marcos Willians Herbas Camacho, alias “Marcola,” han demostrado su capacidad para dirigir la violencia coordinada de la pandilla desde sus celdas. La previa ronda de ataques serios del PCC en contra de la policía tuvo lugar en mayo de 2006, cuando la pandilla casi cierra la ciudad de São Paulo por dos semanas para que sus líderes pudieran ser trasladados a una instalación fuera de la ciudad. La violenta campaña del PCC solo llegó a su fin después de que Marcola y otros líderes de la pandilla presuntamente acordaran una tregua con el gobierno estatal a cambio de mejores condiciones carcelarias. Aunque el gobierno ha negado estas negociaciones, se cree que el reciente estallido de violencia ocurrió porque la pandilla percibió que las autoridades habían violado los términos de la tregua de 2006. A principios de noviembre, el gobierno de São Paulo transfirió a líderes del PCC que estaban encarcelados a prisiones federales, en un esfuerzo por cortar las comunicaciones entre los jefes y sus lugartenientes en las calles.
Por otro lado, hay razones para dudar de la fuerza de la estructura de mando de la pandilla por fuera de São Paulo. Hasta ahora, la campaña del PCC en contra de la policía no parece haberse expandido más allá del estado, a pesar de las preocupaciones sobre la violencia similar en el sureño estado de Santa Catarina. Esto es un indicio de que, al igual que la mayoría de las pandillas callejeras, las células del PCC son predominantemente flexibles y semi-autónomas, más preocupadas en controlar el flujo local de drogas y las rutas de tráfico de armas que en cualquier estrategia nacional.
Sin embargo, esto podría cambiar en el futuro si el gobierno llega a un acuerdo con los líderes del PCC similar al que puso fin a la violencia en 2006. Ahora que el grupo tiene una presencia más fuerte a nivel nacional, los comandantes de mando medio del PCC en otras partes sin duda están observando para ver lo que sus líderes en São Paulo puedan lograr al negociar con las autoridades. Si tienen éxito, podría incluso alentar olas similares de violencia en todo el país. Marcola insinuó esta estrategia en 2006, diciendo a un entrevistador “Ustedes son los que tienen miedo de morir; yo no. Aquí en la cárcel ustedes no pueden venir y matarme, pero yo puedo arreglar para que usted sea asesinado allá afuera. Somos una nueva especie.”