El Cartel de Santa Rosa de Lima (CSRL) está detrás del recrudecimiento de la violencia en el último año en el estado de Guanajuato —en el centro de México—, en medio de un enfrentamiento a muerte con el cartel de CJNG. Pero recientemente el jefe del grupo se atribuyó una amenaza contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, que puede haber ido muy lejos y llevar a las autoridades a descargar toda su fuerza sobre esta organización criminal.

A finales de enero, dejaron una “narcomanta”, una amenaza de las pandillas de drogas escrita en un cartel cerca de la refinería de Pemex en Salamanca, Guanajuato. Al parecer estaba firmada por el jefe del CSRL, José Antonio Yépez Ortiz, alias “El Marro”, y hacía una advertencia a López Obrador: retire las fuerzas de seguridad de Guanajuato o “gente inocente morirá”.

De inmediato el fiscal general de México abrió una investigación sobre el particular y declaró que era una reacción del CSRL a los planes de López Obrador de ir contra el desaforado robo de combustible, o huachicoleo, en México.

El día después del descubrimiento, El Marro negó ser el autor de la amenaza y culpó a sus rivales del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) de tratar de incriminarlo.

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Pero salir a negarlo no ayudó a aliviar la presión sobre el cartel. Ahora las autoridades están mirando con atención la historia de El Marro e identificando la estructura de mando del cartel. 

El CSRL es responsable de gran parte del robo de combustible en el estado de Guanajuato, y ha llegado incluso a bloquear vías con vehículos en llamas para impedir que el ejército llegue a los ductos de donde se está extrayendo la gasolina.

El CSRL también está intentando expandir su influencia. Las poblaciones que tiene bajo su control son las plataformas de lanzamiento ideales hacia los estados de Querétaro e Hidalgo, también codiciados por los huachicoleros. Cualquier incursión, sin embargo, bien puede atraer más atención del gobierno.

Análisis de InSight Crime

El cartel de Santa Rosa de Lima parece ser uno de los primeros grupos que surgió de la fragmentación de organizaciones criminales más grandes y está consolidándose como actor en propiedad en el panorama criminal mexicano.

El grupo, que surgió en 2017, ha podido fortalecerse rápidamente concentrando sus actividades en una economía criminal: el huachicoleo. Eso le ha permitido concentrarse en el llamado “triángulo rojo del robo de combustible”, una región delimitada por las ciudades de Apaseo El Grande, Salamanca, León, Irapuato y Celaya, así como la pequeña población de Santa Rosa de Lima, cuyo nombre tomó. Con la refinería de Pemex en Salamanca, hay muchos oleoductos distribuidos en esta zona.

El predominio del cartel en esta región puede observarse en el hecho de que El Marro ha sentido la confianza suficiente para enfrentarse al CJNG, más grande y poderoso, que también tiene fuerte presencia en Guanajuato. El CJNG entró a Guanajuato en 2015 para robar combustible para ellos, lo que llevó a los grupos locales pequeños y fragmentados a unirse y contraatacar. Ello derivaría a la larga en el cartel de Santa Rosa de Lima.

El Marro lleva casi una década dedicado al robo de combustible, pero cobró notoriedad en octubre de 2017 tras enviar una advertencia al CJNG.  En un video, los maldice y los conmina a mantenerse fuera de Guanajuato justo antes de que los encapuchados que lo rodean disparen sus armas al aire. Desde entonces, la sangrienta guerra entre ambos grupos ha disparado la violencia en el estado, y los llevó a clasificarse como una de las regiones más letales de México en 2018.

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Aun en medio de la contienda, el CSRL ha mostrado una sorprendente resiliencia, con una veloz expansión por su territorio, lo que le ha permitido echarle el ojo a los estados vecinos. James Bosworth, fundador del grupo de consultoría Hxagon, escribía en su Informe de riesgo para Latinoamérica, el 14 de febrero, que el CSRL “tiene ambiciones de convertirse en un grupo criminal multiestatal comparable a algunos de los más grandes del país”.

No es seguro si El Marro lanzó la amenaza contra López Obrador, o si fue un ardid del CJNG. Pero de cualquier forma, el futuro se dibuja difícil para el CSRL.

La fuerza localizada del grupo es también su debilidad. Al contrario del CJNG, ellos no pueden depender de fuentes de ingreso variadas y consolidadas, o trasladar sus operaciones a otra zona cuando una base de poder se ve en peligro. Ha habido informaciones de la participación del CSRL en redes de extorsión y tráfico de drogas, pero no ha consolidado esas actividades.

Al parecer el CSRL depende tanto del robo de combustible que la amenaza que se atribuyó a El Marro se refería de manera específica a la instalación de Pemex en Salamanca como “su refinería”.

El CSRL no es el único cartel que amenazó recientemente a López Obrador. Estas crecientes muestras de rebeldía pueden leerse como un intento de intimidar al nuevo presidente, quien ha declarado que no está en guerra con los carteles.

Pero como concluye Bosworth, el presidente “no ha priorizado operaciones de alto valor como parte de su estrategia de seguridad, pero la amenaza personal específica puede haber llevado a la administración a hacer una excepción en este caso”.