Según algunos informes, Estados Unidos ha ofrecido ayuda financiera para la erradicación del opio en México. Lo que plantea dudas sobre la eficacia de la estrategia enfocada en el control del suministro de drogas que ambos países han adoptado.
Si Estados Unidos y México llegan a un acuerdo sobre como mejorar las labores de erradicación del principal país productor de heroína, Estados Unidos estaría dispuesto a financiarlo, dijo William Brownfield, secretario de Estado Adjunto para Asuntos Internacionales de Narcóticos y de Cumplimiento de la Ley (INL por sus iniciales en inglés) en una conversación con Reuters.
“El tema está sobre la mesa, pero no quiero que se concluya que ya es un hecho, porque todavía tenemos que afinar detalles”, dijo Brownfield, quien no mencionó la cifra que Estados Unidos estaría dispuesto a ofrecer a México.
Sus comentarios se producen en un momento en que las relaciones entre México y Estados Unidos han estado tensas por el plan del presidente Donald Trump de aumentar la longitud del muro en la frontera entre los dos países, así como por su insistencia en que México tendrá que pagar su construcción.
A pesar de ello, la cooperación bilateral en torno “al desafío de la heroína” es “mejor de lo que ha sido en el pasado”, señaló Brownfield.
Los niveles de tráfico y producción de heroína en México se han convertido en un enorme problema de salud pública y en un desafío de seguridad para Estados Unidos. Las muertes por sobredosis de heroína se han disparado y el consumo de heroína se ha triplicado desde 2007. Las incautaciones de heroína por parte de Estados Unidos han aumentado año tras año, debido en gran parte a la actividad de producción y tráfico en México. En una entrevista con Bloomberg a principios de este mes, Brownfield, quien fue nombrado por la administración Obama en 2011, pero ha permanecido en su puesto desde la llegada del presidente Donald Trump, dijo que hasta un 94 por ciento de la heroína que ingresa a Estados Unidos proviene de México.
Informes recientes indican que gran parte de la heroína que llega a Estados Unidos proveniente de México también se produce actualmente en la frontera sur, y que las organizaciones narcotraficantes mexicanas están compitiendo con los grupos colombianos tanto por el volumen de producción como por la participación en el mercado. El fentanilo, un opioide sintético que puede ser mortal y es mucho más fuerte que la heroína, también se produce en México y se trafica desde allí, aunque en su mayor parte se elabora en Asia.
El año pasado, el gobierno mexicano publicó sus primeros datos sobre el cultivo de amapola, y estimó que entre julio de 2014 y junio de 2015 hubo un promedio de 24.800 hectáreas de cultivos ilícitos de amapola, cifras que superaron los cálculos del gobierno de Estados Unidos en ese momento.
El estado de Guerrero, ubicado en la costa sur de México, donde se encuentra la popular pero extremadamente violenta localidad turística de Acapulco, se ha convertido en el epicentro del boom de producción de heroína en el país, donde muchos productores están abandonando los cultivos tradicionales, como el café y el aguacate, para sembrar amapola. Este estado es además uno de los más violentos del país y un campo de batalla de grupos criminales rivales. El procurador general de Guerrero dijo recientemente que el estado no tiene los medios para enfrentar al crimen organizado.
Análisis de InSight Crime
Las cifras oficiales de México sobre el cultivo de amapola para el período 2015-2016 todavía no han sido publicadas. Pero un funcionario estadounidense le dijo a Reuters que el área cultivada de amapola en México llegó a las 32.000 hectáreas en el año 2016, mostrando un considerable crecimiento entre año y año. Por el contrario, las fuerzas de seguridad mexicanas erradicaron menos hectáreas de amapola el año pasado (22.235), en comparación con 2015 (26.249), según las más recientes cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA). Este hecho también podría ser un factor que motiva la presión de Estados Unidos para que existan mayores erradicaciones.
Estados Unidos ha invertido miles de millones de dólares en ayuda para los países latinoamericanos, con el fin de combatir el crimen organizado y el tráfico de drogas, mediante herramientas como la Iniciativa Mérida, el Plan Colombia, y más recientemente la Iniciativa Regional de Seguridad para América Central (CARSI por sus iniciales en inglés). En los últimos años, una gran parte de estos recursos se han destinado a fortalecer la capacidad institucional y otras formas alternativas de ayuda, lo que muestra un cambio con respecto al enfoque militarista como el principio rector de estos paquetes de ayuda en países como México y Colombia. Sin embargo, el péndulo podría inclinarse hacia otro lado bajo la administración Trump, que está reevaluando la cantidad y la naturaleza de este tipo de ayudas.
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Las posibilidades de que Estados Unidos financie los esfuerzos de erradicación de la amapola en México deben analizarse a la luz del caso de Colombia. Estados Unidos ha aportado miles de millones de dólares para los planes de erradicación de coca en este país, especialmente entre 2006 y 2008. Pero los programas de erradicación han tenido poco efecto a largo plazo: Colombia produce actualmente más coca y cocaína que nunca y el consumo de esta droga está aumentando tanto en Estados Unidos como en Suramérica.
En México, la eficacia de los programas de erradicación podría variar regionalmente. En estados como Sinaloa, el cultivo de amapola está vinculado tanto a la tradición como a la necesidad económica. En Guerrero, por el contrario, donde el cultivo de amapola es una actividad más reciente, la pobreza extrema es lo que lleva a muchos agricultores a sembrar cultivos ilícitos. Por lo tanto, es dudable que los planes de erradicación en Guerrero, en combinación con programas de mitigación de la pobreza para convencer a los agricultores de que se dediquen a otros cultivos, tengan mejores resultados que en Sinaloa.
Hay una creciente evidencia de que atacar la oferta de la producción de drogas puede ser contraproducente, y que incluso puede hacer más rentable el negocio del narcotráfico para las organizaciones criminales. Algunos expertos señalan que los programas dirigidos a atacar la oferta deben ser más estratégicos, y otros incluso están a favor de la despenalización del consumo de drogas, como lo permite ver un reciente artículo de opinión en Los Ángeles Times.
El gobierno de Estados Unidos debe abordar de una mejor manera las causas que conducen a la demanda de heroína en el país si desea tener un verdadero impacto en el problema de salud pública actual. En mayo de 2016, durante un testimonio sobre los carteles de la droga mexicanos ante el Subcomité del Relaciones Exteriores del Senado para el Hemisferio Occidental, Steven Dudley, codirector de InSight Crime, señaló que el aumento de la prescripción de opioides es un factor que contribuye al creciente consumo de heroína en Estados Unidos. Varios informes independientes posteriores han confirmado este vínculo.
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Sam Quiñones, quien en su libro “Dreamland” hace un análisis sobre los usuarios que dejan de utilizar fuertes drogas prescritas, como OxyContin, para comenzar a utilizar la heroína mexicana de alta calidad, le dijo a InSight Crime por correo electrónico que no hay una fácil solución para la epidemia de heroína.
Aunque piensa que la erradicación en México es importante, Quiñones señala que el “mercado ha evolucionado rápidamente en los últimos dos años, pues los traficantes mexicanos han buscado nuevas alternativas, diferentes a la planta, para producir heroína. Ahora también existe el fentanilo y el carfentanilo, que se están expandiendo por todas partes [en Estados Unidos], lo cual causa sobredosis y muerte de una manera rápida. La erradicación de los cultivos en México puede llevar a los traficantes a recurrir a esas sustancias, cuya fabricación es barata, son muy fáciles de contrabandear y son terriblemente fuertes”.
Estados Unidos ha logrado imponer medidas enérgicas contra las empresas farmacéuticas que promueven la prescripción de analgésicos. Pero hay evidencia de que la industria farmacéutica de Estados Unidos ya ha invertido millones de dólares en sus esfuerzos por detener las medidas de salud pública encaminadas a reducir la prescripción excesiva de opiáceos. Además, existen indicios de que la industria tiene previsto hacer global su estrategia.
Así mismo, actualmente existen temores de que un proyecto de asistencia médica propuesto por los miembros del partido Republicano podría reducir o abolir la ayuda financiera para los adictos a los opioides. Y persisten las dudas acerca de la responsabilidad de las empresas privadas para tomar medidas al respecto.
“La gente se pregunta qué ha hecho el gobierno para combatir esto. Durante muchos años, el gobierno fue el único organismo que luchó contra este problema. La pregunta realmente es, ¿qué ha hecho el sector privado, especialmente la industria farmacéutica, para combatir el problema? La respuesta es que no ha hecho gran cosa”, dijo Quiñones.