En las últimas semanas, la ciudad de Manaos se ha despertado pintada de rojo: con la sigla de la pandilla Comando Rojo marcada en sus paredes, los cantos de “Vermelho” (rojo) desde la prisión más grande de esa capital, y sangre derramada por doquier en sus barrios más pobres.
La capital del estado norteño de Amazonas en Brasil es el sangriento campo de batalla de una larga disputa entre dos pandillas narcotraficantes: el Comando Rojo (Comando Vermelho, CV) y la Familia del Norte (Família do Norte, FDN).
Desde enero, el Comando Rojo, cuya base de poder se encuentra en Río de Janeiro, ha intentado poner fin a la guerra mediante la toma violenta de Manaos. Como resultado de esta campaña, la ciudad registró 106 homicidios en enero y 55 más para el 16 de febrero, según reportes de medios brasileños basados en cifras de la policía.
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La violenta campaña del Comando Rojo lo ha llevado a tomar el control del 80 por ciento de los barrios de Manaos, según informó el diario local Em Tempo, citando fuentes policiales.
En febrero, el Comando Rojo lanzó un ataque al barrio Compensa, fortín de la FDN en Manaos y lugar de residencia del jefe de la FDN, José Roberto Fernandes Barbosa, alias “Zé Roberto da Compensa”, publicó Em Tempo.
La violencia en Compensa sacudió a sus habitantes. El 13 de febrero, miembros del Comando Rojo abatieron a un hombre de 31 años que se topó con ellos cuando marcaban las paredes. El video del asesinato de Wallemberg Vieira Bello, que apareció en las redes sociales, muestra a los hombres pintando con aerosol las letras “CV” cuando de pronto se oyen varios disparos.
Los pandilleros también han celebrado en público sus victorias. “Fuegos artificiales en todos los barrios. Traficantes celebran el fin de la facción rival. Manaos se convirtió en Ciudad Gótica sin Batman”, escribió una tuitera.
El 10 de febrero, el gobierno del estado de Amazonas, que ha hecho gala de su poca capacidad para detener el derramamiento de sangre, anunció la creación de una comisión de crisis en el gobierno, junto con otras medidas de seguridad que incluían el aislamiento de presos y la interrupción de todas las visitas a las prisiones.
Análisis de InSight Crime
La invasión de Manaos por el Comando Rojo puede significar el fin de la Familia del Norte como actor criminal importante, luego de la fragmentación del grupo en 2019 y del asesinato de muchos de sus integrantes en repetidos motines de prisión.
Una fuente de la policía relató a Em Tempo que se les está advirtiendo a los integrantes de la FDN que “enrojezcan” o mueran. “Hay quienes están huyendo… porque no quieren unirse al CV o por miedo a ser ejecutados”, comentó la fuente de la policía.
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La fuente atribuyó la aplastante victoria del Comando Rojo al uso de violencia extrema. “Son mucho más violentos. Matan y matan brutalmente. La FDN ya estaba en una fase más ‘pacífica’, porque estaban concentrados en el narcotráfico, sin muchos enfrentamientos. Es por eso que perdieron tan rápido los territorios”, explicó la fuente al periódico.
La lista de barrios de Manaos que se supone están en manos del Comando Rojo incluye Aparecida, Centro, Matinha, Vila da Prata, Cidade de Deus, Ouro Verde y Santa Etelvina.
La FDN no está en posición de contraatacar. Su guerra con el Comando Rojo, desde la disolución, en 2018, de la alianza que mantenían ambos grupos, los ha ido mellando progresivamente. Las cárceles de Amazonas se convirtieron en campos de guerra, con docenas de reclusos muertos en ataques sucesivos.
Peor aún, en mayo de 2019, 55 presos de la FDN fueron ejecutados cuando uno de los lugartenientes de la pandilla, João Pinto Carioca, alias “João Branco”, quiso arrebatarle el control a Zé Roberto da Compensa.
La FDN también ha tenido problemas para mantener su liderazgo intacto. En 2018, el jefe de la FDN, Gelson Carnaúba, alias “Mano G” —quien había forjado una alianza entre sus bandas y el Comando Rojo— cambió de bando y se unió al Comando Rojo. En la actual invasión de Manaos, se han visto por la ciudad grafitis con el nombre de Mano G, lo que indica que este tiene un rol crucial en la caída de su antigua pandilla.
Desde el 10 de febrero, el Comando Rojo presuntamente hizo circular comunicados en los que decía que la violencia acabaría. Durante 48 horas por lo menos, del 17 al 19 de febrero, no se registraron homicidios en la ciudad.