La incautación de miles de activos de un traficante de drogas colombiano que ha retornado después de pasar tiempo en una prisión en Estados Unidos demuestra cómo actores criminales han logrado mantener un bajo perfil mientras consolidaban fortunas sin ser detectados.

Carlos Ramírez Taborda, alias “Manicomio”, regresó a Colombia el 29 de abril de 2019, luego de cumplir una condena de nueve años en Estados Unidos por el delito de narcotráfico.

Casi un mes más tarde, el 24 de mayo, las autoridades colombianas le incautaron 43 inmuebles y 6.287 cabezas de ganado, valuadas en $66.260 millones de pesos colombianos (cerca de US$20 millones), según informó la Fiscalía de Colombia.

Los bienes, ubicados en los departamentos de Antioquia, Casanare, Meta, Santander y Cundinamarca, se encuentran a nombre de familiares de Ramírez y cuentan con medidas cautelares solicitadas por la Fiscalía Especializada de Extinción de Dominio desde 2015.

Ramírez obtuvo estos recursos mediante la prestación de servicios de transporte de estupefacientes desde Colombia a Estados Unidos a las estructuras criminales de Daniel Barrera, alias “El Loco” y Pedro Oliverio Guerrero, alias “Cuchillo”. La ruta era cubierta por al menos 40 pilotos, que trabajaban bajo las órdenes de Ramírez.

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Aunque las autoridades incautaron sus bienes, Ramírez no ha sido detenido en Colombia debido a que actualmente no hay órdenes de captura ni procesos judiciales por los delitos de narcotráfico o lavado de activos en su contra. Esto sugiere que los bienes habrían sido detectados después de que Ramírez fuera sometido a las autoridades estadounidenses.

 Análisis de InSight Crime

Carlos Ramírez Taborda, alias “Manicomio” es un perfecto representante de una generación de narcotraficantes “invisibles” que lograron amasar vastas fortunas y al mismo tiempo mantenerse debajo del radar de las autoridades, al menos por un tiempo.

Los bajos niveles de violencia en su accionar y el desarrollo de actividades paralelas con el fin de dar apariencia de legalidad a sus ingresos son la clave para no llamar la atención de la justicia y reducir los riesgos propios de sus actividades económicas.

Alias “Contador” es otro de los narcotraficantes que durante años pasó desapercibido por las autoridades colombianas. A pesar de sus vínculos históricos con las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a través de la Columna Móvil Daniel Aldana y el Frente 29, solo hasta hace poco fue identificado como “el gran financiador del narcotráfico”, según el exfiscal Néstor Humberto Martínez.

Además de haber sido el principal financiador de estructuras como el Frente Oliver Sinisterra y las Guerrillas Unidas del Pacífico, Contador tiene múltiples propiedades en el municipio de Tumaco a nombre de terceros y prefiere controlar el negocio a través de su propio ejército, denominado por las autoridades como “Los contadores”, a quienes paga altos salarios.

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Este tipo de casos no es exclusivo de Colombia. En la ciudad Ecuatoriana de Guayaquil se conoce un caso similar. Según el fiscal Cesar Peña George Samir Maestre Mena es un empresario dedicado al narcotráfico.

Una fuente oficial consultada por InSight Crime en Ecuador señaló que Samir Maestre Mena y su padre viven en Los Ceibos, una zona de clase media-alta de Guayaquil, y son contadores de profesión.

Otra fuente protegida señaló que ejerce sus actividades criminales a través de terceros, y en vez de recibir dinero por el envío de estupefacientes al exterior, solicita que el pago se efectúe en mercancías o contenedores con ropa u otros productos legales, los cuales comercia a través de empresas dedicadas a la importación y la venta al por mayor de diferentes productos, actividades a través de las cuales legaliza los dineros obtenidos de la venta de estupefacientes.