Un reciente informe, que analiza las tendencias nacionales de la violencia en Brasil, llega a la conclusión que diversos factores geográficos y socioeconómicos están contribuyendo al cambio de la dinámica de los homicidios en el país más grande de Latinoamérica.
Entre 2005 y 2015, los homicidios aumentaron constantemente en Brasil, según un reciente informe del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA).
El país registró 59.080 asesinatos en 2015, llegando a una tasa de homicidios de 28,9 por cada 100.000 habitantes —la sexta más alta de la región, según cálculos de InSight Crime—.

(Gráfico cortesía de IPEA)
En términos geográficos, en los últimos años ha habido un cambio considerable en cuanto a los lugares donde se concentra la violencia. La región sureste de Brasil, que es densamente poblada y ha sido tradicionalmente la más violenta, está experimentando actualmente una disminución en los homicidios. Las regiones del norte, noreste y occidente, sin embargo, están experimentando un aumento en las tasas de homicidio.
Según el informe, en el estado de São Paulo, ubicado en el suroeste y el más poblado del país, disminuyeron los asesinatos en un 44,3 por ciento entre 2005 y 2015. El estado nororiental de Rio Grande do Norte, sin embargo, tuvo un incremento del 232 por ciento en los homicidios durante ese mismo período.
Por otra parte, en el año 2015, todos los estados en los que hubo un crecimiento superior al 100 por ciento en los homicidios estaban situados en las regiones norte y noreste del país.

(Gráfico cortesía de IPEA)
Aunque los asesinatos ya no se están dando tanto en las zonas altamente urbanizadas y la tasa de homicidios parece estarse concentrando en áreas menos pobladas, los jóvenes y los afrodescendientes de Brasil continúan siendo desproporcionadamente afectados por la violencia.
Según datos del censo de 2010 analizados por la División de Estadísticas de las Naciones Unidas, los jóvenes entre las edades de 15 y 29 años representaban poco más de un cuarto de la población total de Brasil en 2010. Pero los varones en ese grupo de edad representaron casi la mitad de las víctimas de homicidio del país entre 2005 y 2015, según el informe del IPEA.
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La cantidad de violencia que afecta a los jóvenes es asombrosa; más de 31.000 jóvenes fueron asesinados en Brasil solamente en 2015. Y los mestizos y afrodescendientes brasileños, que constituyen aproximadamente la mitad de la población total de Brasil, son tal vez el sector de la sociedad más afectado por los homicidios.
Los autores del informe del IPEA sostienen que los afrobrasileños son asesinados como si estuvieran en un “estado de guerra”. En general, este segmento de la población tiene 23,5 por ciento más probabilidad de sufrir asesinatos. Entre 2005 y 2015, hubo un aumento del 18,2 por ciento en la tasa de homicidios a esta comunidad, mientras que entre los no afrobrasileños hubo una disminución de 12,2 por ciento.
Quizá la estadística más significativa acerca del sector de la población donde se concentran más los homicidios es el hallazgo del IPEA, según el cual, 71 de cada 100 asesinados en el país son de hombres jóvenes negros.
Análisis de InSight Crime
Los autores del informe del IPEA admiten que todavía están tratando de entender las razones exactas de los cambiantes patrones de la violencia en Brasil. Y sostienen que comprender estos procesos es crucial para formular políticas eficaces para reducir los homicidios.
Un factor claramente relacionado con las tendencias de los homicidios es la situación socioeconómica.
“Los individuos negros son más propensos a ser asesinados, representan una gran proporción de la población [carcelaria] de Brasil y constituyen la mayor parte de los estratos más pobres de la población general”, le dijo Felipe Medeiros, analista de la firma consultora S-RM, a InSight Crime.
Dandara Tinoco, coordinadora de la campaña de reducción de los homicidios Instinto de Vida, del Instituto Igarapé, una organización de investigación brasileña, le dijo a InSight Crime que los cambios en los homicidios en Brasil, que se concentran ahora en el norte y el noreste, se correlacionan con los “altos niveles de inequidad social y económica” de esas regiones.
Aunque el crecimiento económico puede aumentar la disponibilidad de empleos e incrementar los salarios de los trabajadores, algo que quizá podría ayudar a evitar las actividades criminales, el informe del IPEA señala que, cuando los beneficios del crecimiento económico sólo llegan a poblaciones específicas, la participación en el crimen aumenta entre quienes quedan por fuera. Por otra parte, el crecimiento económico puede aumentar la demanda de bienes ilegales como las drogas, lo que genera conflictos entre los grupos criminales por el control de esos mercados ilegales.
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Tinoco también le dijo a InSight Crime que algunos de los municipios del norte de Brasil están “creciendo muy rápido, sin el necesario suministro de servicios sociales como salud y educación”.
Refiriéndose a los comentarios de Tinoco, Medeiros le dijo a InSight Crime que el aumento de la violencia en la región también podría atribuirse en parte al “crecimiento rápido y mal administrado de las ciudades en el norte y noreste”.
Además, Medeiros señaló que la expansión de los poderosos grupos criminales asentados en las ciudades del sur, como Río de Janeiro y São Paulo, también ha estado relacionada con la creciente violencia en el norte.
Desmond Arias, profesor de la Universidad de George Mason que se ha dedicado a estudiar temas de seguridad en Brasil, le dijo InSight Crime que acceder a datos de buena calidad es esencial para entender los múltiples factores que contribuyen a los cambios en la violencia.
“Disponer de datos confiables y transparentes es fundamental”, dijo Arias. “La gente debe poder tener acceso a los índices de criminalidad y a otros datos, de manera que se pueda investigar y entender la violencia que se está presentando en sus comunidades”.
Medeiros está de acuerdo con los comentarios de Arias, y señaló que “es necesario invertir en inteligencia, coordinación interinstitucional y medicina forense. La mayor parte de las fuerzas policiales de Brasil […] no invierten en los recursos necesarios para esclarecer los homicidios. “
Y añadió que ello no “resolvería definitivamente el problema de los homicidios en Brasil, pero podría contribuir a su mitigación a largo plazo”.