Un nuevo informe habla sobre la política de seguridad del Presidente mexicano Enrique Peña Nieto, ofreciendo un informe detallado de los objetivos y las limitaciones del plan del nuevo líder.
El informe, “Peña Nieto’s Piñata: The Promise and Pitfalls of Mexico’s New Security Policy against Organized Crime,” (La Piñata de Peña Nieto: La Promesa y Peligros de la Nueva Política de Seguridad de México en contra del Crimen Organizado), fue escrito por Vanda Felbab-Brown del Brookings Institution. La autora, una analista veterana de la violencia criminal en México, expone los problemas que enfrenta Peña Nieto al asumir la presidencia, y destaca las diferencias entre su política y la del hombre al que reemplazó, Felipe Calderón.
Según Felbab-Brown, el gobierno de Calderón, que dejó el cargo en diciembre, garantizó su deseo de reducir el poder y la impunidad de los grupos criminales más conocidos, pero “su preocupación por atacar a blancos de alto valor, la falta de priorización, y la falta de claridad operacional” terminaron por generar una anarquía de lo que previamente había sido un ambiente criminal más estable. El resultado es la ola de violencia y caos que se extendió por el país en los últimos cinco años, y que sólo ha disminuido más o menos en el último año.
En respuesta a las circunstancias heredadas de su predecesor, Peña Nieto pidió una serie de cambios filosóficos, como el énfasis en la reducción de la violencia, la prevención, y la disuasión de los delitos violentos. También se comprometió a construir una nueva fuerza de policía federal, que él establecio como una gendarmería, que se compondría de 10.000 agentes y sería desplegada principalmente en las zonas rurales violentas. Además, Peña Nieto se comprometió a profundizar en algunos de los objetivos de la política inicialmente establecida bajo Calderón, incluida la continua aplicación de las reformas judiciales de 2008, llevar a cabo la centralización de las fuerzas de policía municipal conocida como el “mando único”, y complementar las medidas de seguridad con programas sociales que atacan las causas fundamentales del crimen organizado.
Análisis de InSight Crime
Sobre el papel, las ideas de Peña Nieto fomran un ambicioso programa de reformas; el cual, si bien podría no tocar los elementos más fundamentales de la estrategia de México (como la prohibición de las drogas y la colaboración con Estados Unidos), podría alterar dramáticamente el campo de juego.
El problema, como señala Felbab-Brown, es que Peña Nieto está enfrentándose tanto a obstáculos prácticos como filosóficos en la consecución de estas reformas: él tiene algunas buenas ideas que serán difíciles de sacar adelante; y también tiene algunas malas ideas, de las que se beneficiaría México si no consigue llevarlas a cabo.
Entre las buenas ideas, la creencia de Peña Nieto en la reducción de la violencia y en la prevención del crimen, es un hecho bienvenido, especialmente a la luz de la falta de expresión de interés de Calderón sobre los mismos temas. Sin embargo, aún cuando este nuevo enfoque merece ser aplaudido, no está claro cómo el gobierno de Peña Nieto se moverá hacia mejoras reales y tangibles. Los modelos más destacados para el enfoque disuasivo de Peña Nieto provienen de los programas de violencia de pandillas en las ciudades estadounidenses, tales como High Point, Carolina del Norte y Boston.
Estos programas de Estados Unidos fueron un gran éxito. Sin embargo, el contexto de seguridad en México tiene poco en común con las ciudades mencionadas anteriormente. México no sólo tiene un mayor número de variables que influencian la situación. Sus puntos violentos son de lejos peores que cualquier cosa experimentada en Boston o High Point, y el numero de las pandillas responsables del derramamiento de sangre son mucho más numerosas.
También hay una gran diferencia entre el intento del gobierno de afirmar mejor su autoridad en cada ciudad, y de intentar hacerlo a nivel nacional – especialmente en un país tan grande como México. A nivel nacional hay más agencias que deben tenerse en cuenta, y muchas de éstas están llenas de oficiales corruptos, socavando aún más la capacidad del gobierno para disuadir eficazmente las actividades violentas. Eso no significa que la incorporación de elementos disuasorios en la política criminal de México sea una mala idea, sino que Peña Nieto tiene mucho camino por recorrer desde el tener una buena idea hasta en realidad alcanzar resultados positivos.
Como señala Felbab-Brown, la misma exención de responsabilidad no se puede hacer para algunas otras ideas que hacen parte de la estrategia inicial de Peña Nieto. Algunas ideas son defectuosas en su concepción básica – en particular, el plan para crear una gendarmería. El informe señala que la creación de una fuerza efectiva de 10.000 hombres desde cero tomará más tiempo que los seis años que Peña Nieto va a estar en el poder, lo que significa que es un remedio a largo plazo, y no algo que reducirá la violencia en el corto plazo. Y si Peña Nieto tiene la intención de mover las tropas del ejército para proveer de personal a la gendarmería, la nueva agencia probablemente sufrirá de las mismas limitaciones que se observan en las fuerzas armadas – falta de entrenamiento investigativo, un exceso de agresividad entre los civiles, etc.
Además, no está claro si la gendarmería tendrá la tarea de hacer algo que los otros cuerpos policiales no son ya capaces de hacer. Hay pocas razones para pensar que, o bien la gendarmería o el mando único, harán mucho para restar mérito a los incentivos que llevan a la policía a trabajar con los narcotraficantes frecuentemente. Todo esto hace que apostar al futuro en una sola agencia nueva, junto con una reorganización de las fuerzas existentes, sea una propuesta inestable.
El informe de Brookings no está exento de notas positivas — Felbab-Brown tiene en cuenta las dramáticas mejoras de seguridad en Juárez y Tijuana, y el potencial de la reforma policial permanente en estas regiones. En general, sin embargo, el informe presenta un panorama desolador, dejando al lector un sabor pesimista. Esto es apropiado. Los problemas de México están muy arraigados, e incluso las mejores ideas de Peña Nieto tendrán que luchar para tener un impacto inmediato.