Una mujer originaria del centro del narco en México ha sido condenada en Estados Unidos como cabecilla de una sofisticada red internacional de tráfico, un hecho que pone de relieve el liderazgo muchas veces ignorado que pueden desempeñar las mujeres en las filas de los grupos del crimen organizado azteca.

Las autoridades de Estados Unidos sentenciaron a Luz Irene Fajardo Campos, alias “La Comadre”, “La Madrina” o “La Doña”, nacida en Culiacán, por conspirar para traficar drogas en su rol al mando de un grupo que durante casi dos décadas movió grandes cantidades de cocaína y metanfetaminas a ese país, por lo menos desde 1997, como anunció el Departamento de Justicia estadounidense en un comunicado del 19 de diciembre.

Junto con sus hijos adultos, Campos dirigió una “sofisticada red multinacional de narcotráfico alineada con el cartel de Sinaloa”, según el asistente del fiscal general Brian Benczkowski. La mujer se abastecía de cocaína directamente en Colombia, negociaba la compra de aviones y contrataba a pilotos para que llevaran las drogas hasta Centroamérica y México, según las autoridades. También tuvo cómplices en Ecuador y Panamá, según dice el pliego de cargos criminales en su contra.

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Además, Campos coordinaba la importación de químicos precursores, al parecer a uno de los principales puertos de México, y los procesaba para convertirlos en metanfetaminas, usando un laboratorio clandestino situado en los desiertos que rodean la capital de Hermosillo en el estado de Sonora, noroeste de México, junto a la frontera con Estados Unidos. Sus redes de distribución en Estados Unidos se extendían desde el otro lado de la frontera, en Arizona, hasta el este, en Mississippi, entre otros.

Después de eludir por años su captura, las autoridades migratorias colombianas arrestaron a Campos en abril de 2017 en el aeropuerto internacional de la capital Bogotá, cuando pretendía abordar un vuelo hacia Ciudad de México, según un comunicado oficial divulgado en la época. Las autoridades estadounidenses la sindicaron por primera vez en mayo de 2015, según el pliego de cargos criminal.

Análisis de InSight Crime

Campos no es la primera mexicana que dirige una sofisticada red de narcotráfico transnacional ni es la primera que se hace un nombre propio en el panorama del crimen organizado en México, y sin duda tampoco será la última.

De hecho, luego del arresto del jefe del Cartel de Tijuana Fernando Sánchez Arellano, alias “El Ingeniero”, en junio de 2014, su madre Enedina Arellano Félix, alias “La Narcomami”, tomó las riendas de las operaciones del cartel. También conocida como la Organización Arellano Félix, que durante décadas dominó el tráfico de estupefacientes mexicano a lo largo de la frontera con California, Enedina era la hermana de los hermanos Arellano Felix, los cabecillas originales del grupo.

Sandra Ávila Beltrán, más conocida como la “Reina del Pacífico” mexicano, fue también una de las criminales más sanguinarias del país, en el ámbito del narcotráfico. Inició su carrera criminal con la unión del Cartel de Sinaloa y el Cartel del Norte del Valle, de Colombia. Su tío, Miguel Ángel Félix Gallardo, alias “El Padrino”, fue uno de los primeros narcos importantes de México. Beltrán fue eventualmente acusada de cargos de tráfico de cocaína, de los cuales se le absolvió posteriormente, presuntamente por conspirar con su socio y traficante colombiano Juan Diego Espinoza Ramírez, alias “El Tigre”. Tras su captura en México en 2007 y su posterior extradición a Estados Unidos en 2012, fue excarcelada antes de que la detuvieran de nuevo en 2013 por cargos de lavado de dinero en su natal México.

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Guadalupe Correa-Cabrera, autora del libro publicado en 2017 “Los Zetas Inc.” y experta en crimen organizado en México, comentó a InSight Crime que una condena como la de Campos no es sorprendente, y que esta debe analizarse en el contexto de tendencias más amplias relacionadas con el rol de las mujeres en la sociedad. “Las mujeres han ido ganando terreno en diferentes actividades económicas, lícitas e ilícitas, y en ocasiones han aventajado a los hombres por su capacidad de organización, liderazgo y conocimiento de los negocios”, señaló.

Sin embargo, los grupos del crimen organizado mexicano mantienen el predominio masculino. Dicho esto, Correa-Cabrera explicó que el análisis de las organización criminales ha pasado por alto a las mujeres con demasiada frecuencia, y no ha considerado los innumerables roles que ellas desempeñan en esos grupos o el impacto que la actividad criminal tiene en ellas. “Lo que hemos visto [a lo largo de los años] es la capacidad que tienen las mujeres de dirigir operaciones transnacionales a un nivel muy alto”, dijo. “Estoy segura de que este no es un caso aislado, y no me cabe duda de que hay más mujeres que estén desempeñando esos roles, solo que aún no se las ha capturado”.