El gobierno estadounidense ha seguido enviando mensajes ambivalentes luego de las controvertidas declaraciones del secretario de Estado, Rex Tillerson, que daban a entender que la Casa Blanca está presionando a Colombia para que retome la fumigación aérea de los cultivos de coca, pese a lo obsoleto del método y sus potenciales perjuicios.

Los comentarios de Tillerson desataron una gran controversia en Colombia luego de que afirmara que el presidente Donald Trump había hablado con su homólogo colombiano, el presidente Juan Manuel Santos, sobre la necesidad de volver a la “aspersión” de los campos de coca, lo que se interpretó ampliamente como una referencia al controvertido método de la fumigación aérea.

Sin embargo, desde ese momento los delegados del gobierno estadounidense han matizado los comentarios de Tillerson, indicando que el secretario se refería a una forma manual de aspersión de cultivos de coca que se inició hace unos meses. InSight Crime intentó aclarar el tema, y el Departamento de Estado respondió por correo electrónico:

Establecer la forma más efectiva de promover las metas antinarcóticos compartidas por Estados Unidos y Colombia sigue siendo prioridad para nosotros. Por ejemplo, ayer el embajador [de Estados Unidos] [Kevin] Whitaker se reunió con el vicepresidente colombiano [Óscar] Naranjo para revisar e intensificar las medidas colombianas para integrar mejor la erradicación forzosa con la erradicación voluntaria y el desarrollo alternativo.

La mejor estrategia ante la producción de narcóticos en Colombia es la erradicación combinada con iniciativas bien coordinadas de la totalidad del gobierno para brindar oportunidades económicas lícitas y dignas a los afectados por este flagelo.

Quisiera subrayar que la elección de los métodos es una decisión soberana de Colombia.

En un mensaje posterior, el Departamento de Estado agregó:

El secretario nunca habló específicamente de la errad[icación] aérea. Mencionó “aspersión” de manera más general, y por supuesto la erradicación de coca en Colombia ha incluido tanto aspersión aérea como fumigación en tierra (con agentes en el terreno equipados con unidades transportadas en la espalda).

La prohibición de la fumigación aérea se impuso en Colombia a finales de 2015, luego de que saliera un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la probabilidad de que el herbicida en uso fuera carcinógeno para los seres humanos, aunque esto ha sido cuestionado recientemente. Desde entonces, el gobierno ha reforzado su programa de erradicación manual, en el que cortan las plantas en la raíz, lo que eventualmente llegó a incluir la aspersión manual del herbicida. La erradicación en tierra es costosa y a la vez peligrosa. Y los críticos afirman que es ineficaz.

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En el intercambio del 13 de junio entre Tillerson y el senador Marco Rubio, el primero mencionó que ha habido “largas discusiones” sobre la “aspersión de los cultivos”. Y luego agregó “les hemos dicho, ‘no, tenemos que retomar la aspersión, tenemos que retomar la destrucción de esos cultivos’”. (Vea la transcripción completa al final de este artículo)

Colombia introdujo la forma manual de erradicación de cultivos ilegales en enero de 2017, días después de la posesión del presidente Donald Trump.

Más aún, las declaraciones de Tillerson parecían una respuesta al cuestionamiento de Rubio sobre la fumigación aérea; específicamente las declaraciones de Rubio sobre:

Lo que es realmente preocupante es el monumental incremento en la producción de cocaína en Colombia durante el último año y medio, lo que coincide precisamente con la decisión del presidente Santos de suspender la erradicación aérea, lo que atribuye al deseo de no fumigar en los parques nacionales.

Pero yo le aconsejaría cuando sigue diciendo eso a los miembros del congreso, que saben mejor, que puede haber habido un elemento en eso, pero no es toda la lógica… ellos interrumpieron la erradicación aérea porque no querían desestabilizar el acuerdo de paz con las FARC [la organización guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia].

El embajador de Estados Unidos en Colombia Kevin Whitaker comentó luego de eso que la erradicación aérea era un método de erradicación “seguro y efectivo”, pero añadió que el gobierno “no ha arrojado la llave, y si en algún momento vale la pena reconsiderar [la fumigación aérea], [el gobierno] la reconsiderará, pero en el momento este no es el plan y nosotros lo respetamos”.

Políticos colombianos cercanos al presidente Santos han negado conocimiento de una solicitud así de parte de las autoridades estadounidenses. Ni Trump ni Santos han hecho referencia al tema en público.

Análisis de InSight Crime

Las respuestas poco concluyentes de los funcionarios estadounidenses a los comentarios de Tillerson son las más recientes de una serie de mensajes contradictorios de la administración Trump en relación con su estrategia para combatir el negocio ilegal de la droga. Gran parte de la retórica del círculo de colaboradores claves del presidente —incluyendo los comentarios de Tillerson— ha hecho énfasis en la necesidad de que Estados Unidos asuma mayor responsabilidad, como uno de los mayores mercados de droga del planeta.

Sin embargo, las declaraciones de Trump y el testimonio reciente de Tillerson indican que la administración se dirige hacia una política exterior agresiva hacia las drogas, que ha tenido poco éxito hasta el momento. La producción de coca en Colombia ha fluctuado a lo largo de los años, pero ahora se cree que ha alcanzado los más altos niveles históricos.

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La confusión también es un síntoma de la posible falta de comunicación en la administración Trump, en especial en el servicio extranjero, y la falta de experiencia en la cúpula. Informes recientes afirman que el secretario Tillerson —sin experiencia diplomática previa— se ha distanciado de los empleados de carrera, aunque falta por designar a gran parte de su equipo, incluyendo a la persona que supervisaría las relaciones Estados Unidos-Latinoamérica.

No es de sorprender que los funcionarios colombianos hayan reaccionado con indignación al percibir la propuesta. El ministro colombiano de Medio Ambiente, Luis Gilberto Murillo, señaló que era un “mal consejo de Estados Unidos”, y el alto consejero para el Postconflicto, Rafael Pardo, comentó: “La fumigación aérea ha sido descartada por la Corte Constitucional, por lo tanto no es una opción en este momento”.

El vicepresidente colombiano Óscar Naranjo —exdirector de la policía, aliado incondicional de Estados Unidos y supervisor del programa de erradicación aérea durante años— también respondió, afirmando que la erradicación aérea no fue eficaz para el problema de la droga. Pero tampoco cerró la puerta a una marcha atrás. Si la actual estrategia colombiana no produce resultados positivos, señaló, “seguramente esa posibilidad [de la fumigación] estará sobre la mesa”.

Sin embargo, por ahora el gobierno colombiano y los diplomáticos estadounidenses parecen comprometidos en el trabajo conjunto para lograr las metas antinarcóticos más bajas de Colombia, que aspira a sustituir grandes cantidades de cultivos de coca por alternativas legales como parte de un acuerdo de paz con las FARC. Luego de la reunión de Whitaker con el vicepresidente Naranjo, declaró que Estados Unidos tiene “todo el compromiso” de acompañar a Colombia en esta nueva fase.

TRANSCRIPCIÓN: Intercambio entre el senador Marco Rubio y el secretario de Estado Rex Tillerson en relación con: Colombia. Audiencia en el senado en el año fiscal de 2018, presupuesto del Departamento de Estado, 13 de junio.

Senador Marco Rubio: La mejor noticia [de la participación estadounidense] es el Plan Colombia. El Estado, que estaba al borde del fracaso, gracias a la extraordinaria valentía y coraje y a la inversión de los colombianos y al respaldo de Estados Unidos para esa iniciativa, los puso en mejor posición en el gobierno del presidente Uribe.

Como bien lo saben, el presidente Santos estuvo aquí de visita hace unas semanas, y siempre ha sido mi preferencia y mi inclinación ser de utilidad, dada la importancia de nuestra relación con Colombia. Dicho esto, salí – y con la mente abierta, pese al hecho de que en un referendo los colombianos rechazaron su acuerdo de paz. He intentado no opinar en temas internos en ese país, porque son un aliado y una democracia.

Entonces, él viene a Washington, y después de la visita en realidad me siento más preocupado que antes de su visita, por un par de puntos.

Lo primero que me inquieta es la creación de este marco jurídico especial en su acuerdo de paz que básicamente pone a las FARC al mismo nivel del gobierno colombiano en términos del juzgamiento de personas, lo que significa —transgresores de los derechos humanos, juzgarlos—, pero básicamente significa que algunas de esas personas que trabajaban con nosotros, para destruir esas pandillas de narcos y estos grupos guerrilleros, pueden ir a juicio por trabajar con nosotros para ejecutar esa misión. Ponemos a las FARC en igualdad de condiciones sin mencionar que ahora han conformado un partido político.

Me preocupa que paren las extradiciones. En el último cálculo unos 60 miembros de las FARC pueden ser requeridos en extradición porque violaron nuestras leyes. Incluso presionaron en un punto para que se sacara a las FARC de la lista de organizaciones terroristas, en la que siempre deberían estar.

Y lo que es realmente preocupante es el monumental incremento en la producción de cocaína en Colombia durante el último año y medio, lo que coincide precisamente con la decisión del presidente Santos de suspender la erradicación aérea, lo que atribuye al deseo de no fumigar en los parques nacionales. Pero yo le aconsejaría cuando sigue diciendo eso a los miembros del Congreso que saben mejor, que puede haber un elemento en eso, pero no es toda la lógica —ellos interrumpieron la erradicación aérea porque no querían desestabilizar el acuerdo de paz con las FARC.

Digo todo esto, porque ahora vienen por más dinero para ayudar a implementar todas estas cosas que nos preocupan. Entonces el acuerdo de paz pertenece a la nación soberana de Colombia, pero nuestra [voluntad] de participar y financiarlo depende de las condiciones que presentamos, y solo quería ayudarles a entender mejor en los minutos que nos quedan, dónde estamos en ese proceso, cuáles son esas condiciones y en particular, el retiro de las FARC de la lista, la liberación del criminal Simón Trinidad, que se encuentra en una cárcel federal, la erradicación aérea. En esencia, ¿por qué debería el contribuyente estadounidense pagar por un acuerdo con tantas fallas, y que realmente en muchas formas puede deshacer los avances del plan Colombia?

Secretario de estado Rex Tillerson: Bueno, todas las fallas que usted ha identificado en el plan de paz que ellos tienen, nosotros coincidiríamos, creo que opinamos lo mismo. Hemos dialogado con ellos, y como usted lo señala, creo que es una cuestión de hasta dónde queremos llegar en un intento de interferir con el plan al que llegaron y el acuerdo que lograron con las FARC o condicionarlo o deshacerlo de alguna manera.

Yo comentaría sobre la aspersión de los cultivos, y tuvimos una larga discusión sobre esto, porque los números son totalmente impresionantes en términos de lo que sucedió con la extensión cultivada en particular.

Ellos indicaron que en cierta parte ellos crearon este problema, porque habían estado pagando a los campesinos para que dejaran la producción los cultivos de cocaína, los campos que la abastecen, y cambiaran a otros, y ellos dejaron ese programa en medio de estos diálogos, y lo que los campesinos hicieron es que salieron y sembraron mayores extensiones para recibir más pagos.

Entonces les dijimos ‘no, tenemos que retomar la aspersión, tenemos que retomar la destrucción de esos cultivos’, que ahora están en un muy mal punto en el suministro de cocaína a Estados Unidos. Y el presidente habló directamente con el presidente Santos sobre eso.

Entonces vamos a trabajar con ellos sobre cómo abordar este problema en particular.

Y pasando a los otros aspectos, es cuestión de cuánta presión queremos poner para condicionar el respaldo que les damos, en términos de hacer cambios a un proceso de paz que ellos prepararon y entender qué implicaría deshacerlo por completo, cuáles son las consecuencias de eso.

Entonces comparto todas las preocupaciones que ustedes tienen, les hemos hecho notar esas preocupaciones también a ellos. Muy preocupantes para nosotros.

Porque íbamos por muy buen camino;  de algún modo se perdió el rumbo con la votación [del referendo colombiano sobre el acuerdo de paz], y es ahí donde estamos.