Según la Procuraduría General de la República de México, el conflicto entre los grupos de crimen organizado se ha traducido en la decapitación de 1.303 personas en cinco años, una espeluznante táctica que se ha convertido en el sello distintivo de la guerra entre los carteles del país.

El Universal informó que las decapitaciones aumentaron contínuamente durante el mandato del Presidente Felipe Calderón: sólo 32 decapitaciones fueron registradas en 2007, mientras que en 2011 se registraron 493 entre enero y noviembre.

El conteo probablemente será igualmente alto para 2012. En mayo pasado se descubrieron 49 cuerpos decapitados y desmembrados en el estado de Nuevo León, muertes atribuídos a los Zetas quienes están suficientemente familiarizados con la táctica.

Según El Universal, los estados fronterizos más afectados por la violencia del narcotráfico son también los que han visto el mayor número de víctimas decapitadas. El estado de Chihuahua registró 171 asesinatos como estos durante el mandato de Calderón, seguido por Guerrero (149), Tamaulipas (119), Durango (115), y Sinaloa (89).

Análisis de InSight Crime

Previamente a 2006, las decapitaciones – especialmente en masa — eran un fenómeno relativamente raro en México. Uno de los casos más conocidos tuvo lugar en septiembre de 2006, cuando la Familia Michoacana anunció su existencia al dejar cinco cabezas en una pista de baile en Michoacán. La brutalidad de la táctica tenía la intención de llamar la atención, aterrorizar a la población local, e intimidar a sus rivales.

Como muestra la información publicada recientemente por la Procuraduría General, las decapitaciones se han vuelto más comunes desde entonces. Estas son empleadas para amenazar a los grupos criminales rivales o a las instituciones gubernamentales (e incluso a escuelas). En 2012 se han visto varias decapitaciones en masa, desde Guadalajara (18 asesinados) a Nuevo Laredo (14 asesinados, con las cabezas colocadas en hieleras, en varias locaciones a través de la ciudad).

Esto puede ser, en parte, un indicio de cómo se ha vuelto de concurrido el mercado criminal de México. Con las grandes organizaciones transnacionales fragmentándose y los grupos de nueva generación emergiendo como los principales impulsores de la violencia, la única manera de reafirmarse es volviéndose más dependientes de las tácticas crueles y de impacto. El estado con el segundo mayor número de decapitaciones, Guerrero, es una de las áreas más afectadas por estos grupos disidentes en guerra, los remanentes de la Organización Beltrán Leyva. El alto número de decapitaciones aquí parece un síntoma de ese conflicto.

El aumento de las decapitaciones – junto con los cadáveres desechados en masa en lugares públicos – es un distanciamiento de la práctica tradicional de enterrar a las víctimas en masa, en tumbas ocultas. También habla de la necesidad de los grupos criminales de parecer cada vez más intimidantes en estas demostraciones públicas de violencia.

El aumento de las decapitaciones también ha acompañado un aumento general en el número de masacres en México. El analista y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Eduardo Guerrero, dijo a El Universal que durante los tres primeros años del gobierno de Calderón, México registró un promedio de 10.3 masacres por mes, mientras que en la segunda mitad de su mandato se registró un promedio de 23 masacres por mes.

Hay otros argumentos de por qué las decapitaciones se han vuelto más frecuentes. El secretario de seguridad pública, Genaro García Luna, ha dicho que los grupos criminales de México copiaron el estilo de ejecución de Al Qaeda. García Luna citó un incidente atribuido a los Zetas en diciembre de 2005, cuando el grupo criminal expuso las cabezas de cuatro policías en la turística ciudad de Acapulco, como el “comienzo” de la adopción de tácticas “terroristas” por parte de los grupos mexicanos. Al igual que Al Qaeda, las organizaciones criminales de México también han grabado y distribuido videos de decapitaciones en línea.

El analista en seguridad, Samuel González Ruiz ha afirmado que la táctica fue popularizada después de que los Zetas recibieran entrenamiento del comando los Kaibiles, de las fuerzas especiales guatemaltecas.

El arqueólogo Ernesto Vargas dijo a la revista Time que la estrategia reprodujo los métodos utilizados por los Mayas, cientos de años atrás, diciendo que “los mayas cortaban las cabezas de los prisioneros como un símbolo de completa dominación sobre sus enemigos”.

Las decapitaciones también jugaron un papel importante en la mitología azteca, en la cual la práctica también fue aplicada a los prisioneros de guerra y estuvo relacionada con rituales de fertilidad.

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