El juicio de Estados Unidos contra uno de los más prominentes y prolíficos narcotraficantes del mundo está en desarrollo en estos días, en medio de explosivas acusaciones sobre actividades criminales y complicidad gubernamental.

En las casi tres semanas que han pasado desde que comenzó el juicio de Estados Unidos contra el excapo del Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, los fiscales han tratado de dar la imagen del capo como un despiadado malhechor que lideró una multimillonaria empresa criminal de mil millones de dólares que dominó el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos durante décadas.

La defensa, por el contrario, se ha centrado en los socios más cercanos del acusado y en la supuesta corrupción del gobierno, como una manera de desviar la atención del jurado, de modo que no se enfoque en su cliente sino en lo que, según sostienen ellos, permitió el desarrollo de El Chapo y de su empresa criminal.

A continuación, InSight Crime analiza cuatro puntos que se desprenden del juicio hasta el momento, con base en declaraciones presentadas por testigos en la corte.

1. Plagado de silencios

El juicio contra El Chapo ha estado plagado de silencios. Desde el principio, los fiscales han intentado alejar del jurado los testimonios sobre la supuesta corrupción en el gobierno.

En su primera intervención, uno de los abogados de El Chapo, Jeffrey Lichtman, sostuvo que los expresidentes mexicanos Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto recibieron “cientos de millones de sobornos” del líder del Cartel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada García. Lichtman agregó que El Mayo “soborna a todo el gobierno de México, incluso en los niveles superiores”.

Sin embargo, según Alan Feuer, reportero de The New York Times, después el juez Brian Cogan puso límites a las preguntas que podían hacer los abogados de El Chapo a Jesús “El Rey” Zambada García, hermano de El Mayo, sobre la supuesta corrupción al interior del gobierno mexicano. El juez Cogan alegó que la información obtenida no estaba por encima de la “protección de individuos” que no hacían parte del caso y que por lo tanto “estarían afectados”.

Luego los fiscales también presentaron una solicitud para que a la defensa no se le permita cuestionar a Jesús Vicente Zambada Niebla, hijo de El Mayo, quien también fue un importante capo. En 2011, Zambada Niebla les dijo a las autoridades que el cartel supuestamente tenía un acuerdo con la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (Drug Enforcement Administration, DEA). Los agentes al parecer le notificarían al anterior abogado de El Chapo acerca de las operaciones de seguridad mexicanas que podrían “poner en peligro a los líderes del cartel”.

Los fiscales también están intentando impedir que el jurado llegue a saber sobre la fallida Operación Rápido y Furioso, de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives, ATF) de Estados Unidos. Dicha operación estaba encargada de hacer incautaciones a los contrabandistas de armas de fuego y a los compradores fraudulentos, pero, en su lugar, las armas de fuego de Estados Unidos eran enviadas a grupos criminales mexicanos, entre ellos el Cartel de Sinaloa —más tarde, algunas de estas armas fueron vinculadas al asesinato de un agente de la Patrulla Fronteriza en 2010 y de un agente del Servicio de Inmigración y Aduanas (Immigration and Customs Enforcement, ICE) en 2011—.

2. Corrupción regional

Como cualquier otro grupo criminal, el Cartel de Sinaloa solía recurrir a la corrupción para sus operaciones. Tras la intervención inicial de Lichtman, en la que señalaba la corrupción en los más altos niveles del gobierno mexicano, han abundado las acusaciones sobre mala conducta en varios sectores de la sociedad mexicana, en al menos dos agencias policiales de Estados Unidos y en toda Latinoamérica.

Por ejemplo, el narcotraficante colombiano Jorge Milton Cifuentes testificó que un ejecutivo de la petrolera estatal mexicana, Petróleos Mexicanos (Pemex), se reunió con El Chapo y su mano derecha, Dámaso López Núñez, alias “Licenciado”, para hablar sobre la utilización de los camiones cisterna de la compañía para contrabandear cocaína proveniente de Ecuador. El plan nunca llegó a ejecutarse.

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El testimonio de El Rey también implicó a altos mandos de los organismos de seguridad, como el exsecretario de seguridad pública, Genaro García Luna, por presuntamente aceptar millones de dólares en sobornos del Cartel de Sinaloa para permitir el paso de los cargamentos de droga.

El ejército de Ecuador también se ha visto implicado por supuestamente facilitar el paso de cargamentos de cocaína de Colombia a Ecuador y luego a México. Esta no es la primera vez que la institución ha sido implicada en actividades criminales. Varios soldados ecuatorianos fueron arrestados en octubre de 2018 por presuntamente suministrar armas a uno de los principales grupos de la mafia de las ex-FARC.

3. El rey de la cocaína mexicana

Uno de los principales socios colombianos del Cartel de Sinaloa y de El Chapo para el transporte de cocaína fue Juan Carlos Ramírez Abadía, alias “Chupeta”, quien solía trabajar para el poderoso Cartel del Norte del Valle. Chupeta testificó que envió alrededor de 400.000 kilos de cocaína a Estados Unidos durante su carrera criminal.

Según su testimonio, la sociedad de Chupeta con el cartel se extendió por casi dos décadas. El Chapo supuestamente cobraba una tasa del 40 por ciento sobre los cargamentos de cocaína, debido sobre todo a su capacidad para transportarlos con rapidez. Chupeta recuerda que El Chapo llevaba cocaína de Sinaloa a Estados Unidos en menos de una semana. Por un cargamento de cocaína de una tonelada, El Chapo se quedaba con 400 kilogramos y entregaba el resto a los contactos de Chupeta en Estados Unidos.

Pero Chupeta no era el único narcotraficante colombiano con el que trabajaba El Chapo. La fiscalía también presentó la grabación de una conversación telefónica de 2010 en la que El Chapo parece estar negociando los detalles de un cargamento de seis toneladas de cocaína con miembros del grupo guerrillero en desmovilización Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

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“Ustedes tienen seis, y si les pagamos dos y medio pueden enviar seis allá a Guaya[quil], ¿es cierto o no?”, dice El Chapo en la grabación.

Durante el interrogatorio a otro narcotraficante, Pedro Flores —quien recibió en Chicago “cientos de kilos” de drogas de El Chapo y el Cartel de Sinaloa, y luego los delató—, los fiscales le preguntaron quién se los suministraba.

“El Cartel de Sinaloa y el hombre”, dijo.

“¿Quién es el hombre?”, preguntaron los fiscales.

“El sr. Guzmán”, respondió Flores.

4. La lujosa vida de narco de El Chapo

El dominio de El Chapo sobre el comercio de cocaína en Estados Unidos le permitió amasar una gran riqueza. Los fiscales estadounidenses sostienen que el excapo acumuló una fortuna de mil millones de dólares para sí, mientras que el Cartel de Sinaloa obtuvo unos US$14 mil millones gracias a sus actividades ilegales.

En su testimonio, Miguel Ángel Martínez, alias “El Gordo”, reveló detalles sobre el lujoso estilo de vida de El Chapo a principios de la década de los noventa. Supuestamente poseía cuatro jets que le permitían viajar por “casi todo el mundo”, lo que incluía viajes a Europa, Japón y Hong Kong, entre otros lugares. Además, El Chapo tenía un yate llamado “Chapito”, estacionado frente a una casa de playa avaluada en unos US$10 millones, ubicada en la paradisíaca ciudad de Acapulco, hoy convertida en un centro del crimen, en la costa Pacífica de México.

Según el testimonio de El Gordo, El Chapo también poseía una hacienda en la que tenía un zoológico que albergaba tigres, leones y panteras, y disponía de un tren que los huéspedes podían tomar para recorrerla. El capo de la droga al parecer gastaba entre US$10 y $12 millones al mes para mantener a su familia y a sus negocios ilícitos.