Desde sus orígenes como una facción de la maltratada Familia Michoacana, los peculiares Caballeros Templarios del estado de Michoacán, en la costa del Pacífico, se han convertido en la tercera organización criminal más importante de México.
Esto al menos según informes de prensa, supuestamente basados en documentos de inteligencia de la policía federal.
El informe clasifica a los Caballeros detrás del Cartel de Sinaloa, dirigido por Joaquín “El Chapo” Guzmán, y los Zetas, cuyo líder Miguel Ángel Treviño, alias “Z40”, fue detenido por infantes de marina mexicanos el 15 de julio.
Los Caballeros ahora operan en 10 de los 32 estados de México, según el informe, en comparación con hace sólo cuatro años. En contraste, los Zetas están activos en 21 estados y el Cartel de Sinaloa en 19. Quedando mucho más atrás está el Cartel del Golfo, con presencia en cinco estados, y la Organización Arellano Félix –también conocido como el Cartel de Tijuana–, que ahora está básicamente confinado en Baja California y una pequeña parte de Sonora.
Los Caballeros Templarios fueron creados por los lugartenientes del fundador y guía espiritual de La Familia Nazario “El Más Loco” Moreno después de su presunta muerte a manos de la policía federal en diciembre de 2010.
Guiados por un código de ética que castiga con la muerte a los pandilleros desertores, los Caballeros han expulsado de Michoacán, en gran medida, a otras facciones de La Familia y se han expandido hacia los estados vecinos de Guanajuato y México, incluyendo los abarrotados suburbios de la clase trabajadora en Ciudad de México.
El informe de la policía federal también señala que el grupo opera en los estados de Jalisco, Colima, Nayarit, Guerrero y Guanajuato –todos cerca de Michoacán–, así como Baja California, en el extremo noroeste, Tamaulipas en el noreste y Chiapas al sur.
Análisis de InSight Crime
Por supuesto, el tamaño es importante cuando se habla de organizaciones criminales, pero estas mediciones suelen ser subjetivas.
Contar las zonas donde un grupo opera parece un criterio menos preciso que, digamos, el número de hombres armados que puede movilizar o el control real que ejerce en las comunidades donde está presente.
Un analista de seguridad en Michoacán, que ha seguido la suerte de las pandillas locales durante años, dijo a InSight Crime que los Caballeros tienen alrededor de 600 miembros armados, con miles de civiles seguidores esparcidos en casi todo el estado. Un número creciente de comunidades de Tierra Caliente del estado han formado milicias (autodefensas) para expulsar a este grupo.
Células de los Caballeros Templarios también han luchado contra las de los Zetas, La Familia y otras pandillas en las zonas limítrofes de Guanajuato, Guerrero y el estado de México, particularmente en los suburbios de la capital mexicana. Pero el nivel de penetración del grupo en otros lugares es incierto.
Como uno de los principales productores de metanfetamina mexicana exportada a Estados Unidos, los Caballeros deben operar en los estados fronterizos como Baja California y Tamaulipas. Y podrían estar presentes en Chiapas para manejar el tráfico de precursores químicos traídos desde Asia a través de Centroamérica.
En comparación, los tentáculos tanto del Cartel de Sinaloa como de los Zetas han ahondado profundamente en muchas comunidades en todo México. Los secuaces de El Chapo Guzmán tienen un alcance verdaderamente internacional, mientras que los Zetas dominan en gran parte la costa del Golfo, en Zacatecas occidental y en Centroamérica.
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No obstante, el credo de los Caballeros, vagamente basado en el de los cruzados cristianos medievales de los cuales reciben su nombre, los ha transformado de mafiosos a un movimiento social, al menos bajo sus propios ojos.
“Hacemos muchas cosas ilícitas, pero hay cosas que se pueden hacer y cosas que no se pueden hacer,” dijo Servando “La Tuta” Gómez, exprofesor y líder de los Caballeros, en una amplia entrevista que fue subida a YouTube durante el fin de semana pasado (ver abajo). “No podemos meternos con la ciudadanía, ni la gente del trabajo, a la gente que se dedica a trabajar y a producir legalmente. (…) Nosotros creemos, y tenemos el concepto claro, de que somos servidores. (…) Nosotros queremos que haya trabajo, que haya educación y que haya salud”.
En comparación con los otros grandes grupos, cuyas facciones frecuentemente se fragmentan en medio de pugnas sangrientas, los Caballeros hasta el momento parecen mantenerse unidos. Eso es probablemente debido en parte a las penas de muerte con las que cobran la deslealtad y la desobediencia, enunciadas en el Código de Ética de 50 puntos del grupo.
El Código abre con la advertencia de que cualquiera que se una a los Caballeros lo hace de por vida, sin excepciones.
Independientemente de su verdadero alcance nacional, este verano los Caballeros se convirtieron en uno de los mayores dolores de cabeza del presidente Enrique Peña Nieto en su lucha por apaliar la crisis de seguridad de México.
Sin embargo, los caballeros se enfrentan ahora a serios desafíos, y no sólo por parte de las autoridades. En el último vídeo de YouTube La Tuta acusa a la policía federal de colaborar con las autodefensas que se han formado en una serie de comunidades de Michoacán para hacer frente a su grupo. Advirtiendo sobre la posible violencia venidera, el jefe de los Caballeros dice que las milicias están vinculadas a los Zetas y el Cartel de Jalisco-Nueva Generación, los principales enemigos de los Caballeros.
“El problema fundamental aquí es que lo que está sucediendo con los comunitarios”, dijo La Tuta, en referencia a las autodefensas: “Yo te aseguro que la mayoría, un 80 por ciento de los comunitarios, son delincuentes. Entonces, es grupos de delincuentes contra delincuentes.”
Hasta el momento los Caballeros han demostrado su resistencia de cara a la campaña gubernamental contra ellos y han demostrado estar dispuestos a luchar contra las milicias de autodefensa. Pero con la reputación de la seguridad pública de Peña Nieto ahora atada su destrucción, y los grupos de autodefensa de Michoacán en aumento, es posible que en los próximos meses a los Caballeros se les reduzca a una pequeña porción de lo que son ahora.