El fundador del notorio y ahora difunto Cartel de Guadalajara, de México, Rafael Caro Quintero, ha sido ligado a dos eventos recientes que han prendido las alarmas entre las autoridades, tres años después del controvertido fallo de libertad de un juzgado para el veterano capo y actual fugitivo de la justicia.

Caro Quintero, ahora por sus 65, ha sido llamado el “narco de los narcos” y padrino del narcotráfico en México. Después de consolidarse como uno de los capos más poderosos en los años ochenta, fue condenado en 1989 por narcotráfico, homicidio y, quizás lo más importante, por el secuestro, tortura y asesinato de Enrique “Kiki” Camarena, agente para la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés).

Ahora, las autoridades sospechan que el legendario capo estaría buscando retornar, después de que algunos informes dieran pistas sobre su participación en dos confrontaciones recientes en las que resultó implicado el infame Cartel de Sinaloa y su jefe preso, Joaquín “El Chapo” Guzmán, que alguna vez fue socio criminal de Caro Quintero.

Este último comenzó su carrera en el negocio de la droga en los años setenta con una megaplantación de marihuana en el norte de México que abastecía el mercado estadounidense.

Más adelante ascendió al más lucrativo negocio de traficar la cocaína colombiana de Pablo Escobar a Estados Unidos.

Poco después del brutal homicidio del agente Camarena, de la DEA, en 1985, Caro Quintero fue detenido en Costa Rica y transferido a México. Tras casi treinta años tras las rejas, quedó en libertad gracias a un tecnicismo en 2013 y pronto pasó a la clandestinidad.

Inmediatamente después de la liberación de Caro Quintero, el Departamento de Estado estadounidense ofreció una recompensa de US$5 millones por información que condujera a su captura. La DEA también lo incluyó en su lista de fugitivos más buscados, y las autoridades mexicanas emitieron una nueva orden de captura, aduciendo que debía pagar el resto de su sentencia original, de 40 años.

Desde que quedó en libertad en 2013, Caro Quintero pareció mantener un bajo perfil. Sin embargo, su nombre afloró a la superficie en relación con el ataque lanzado a la ciudad natal de “El Chapo” Guzmán, a mediados de junio en el estado de Sinaloa. Guzmán tenía fama de ser el capo más poderoso del momento en México, antes de sus tres arrestos y sus dos fugas recientes, pero la suerte del jefe del Cartel de Sinaloa parece haber dado un mal giro. Ahora se resiste a ser extraditado a Estados Unidos.

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Aunque las circunstancias de esa racha de violencia no se aclaran aún, la mayoría de las versiones indican que los asesinos trabajaban para la Organización Beltrán Leyva (BLO), rival de Sinaloa, y algunos testimonios han asociado a Caro Quintero con los hechos.

Más hacia el norte, en el vecino estado de Chihuahua, algunas fuentes oficiales han señalado que Caro Quintero ha intentado entrar en el territorio controlado por el Cartel de Sinaloa, cuyo jefe es Guzmán. A comienzos de 2008, los Carteles de Juárez y Sinaloa se engarzaron en una sangrienta disputa territorial en el estratégico punto fronterizo de Ciudad Juárez. Luego de años de derramamiento de sangre, la organización de Guzmán adoptó la supremacía.

Más recientemente, el mismo Caro Quintero reapareció en una entrevista grabada en secreto con la revista mexicana Proceso, publicada el 25 de julio.  Negó que hubiera tenido problemas con alguien además de las autoridades, a quienes ofreció una disculpa. Dijo que no tiene nada que ver con el homicidio de Camarena en 1985, sino que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.

“No estoy en guerra con nadie. El Chapo y El Mayo son amigos míos”, le comentó a Proceso, en alusión a Guzmán y a otro importante jefe del Cartel de Sinaloa, Ismael Zambada García, quien sigue fugitivo. Caro Quintero dijo que intentaba salir de problemas, no meterse en ellos.

Si puede creerse a los informes oficiales sobre el regreso de Caro Quintero a la participación activa en el campo del crimen organizado en México, cualquier balance sobre el notorio capo y el rol de su red en la actual dinámica criminal en el país debe comenzar por entender su historia.

La lógica de la violencia de carteles

Un buen punto de partida es un análisis de la interacción entre la lógica del clan y la lógica de la organización criminal.

La lógica del clan se toma las cosas personalmente. Tiende a llevar a muertes en retaliación y al castigo colectivo. Por ejemplo, el violento ataque de junio, que desplazó a la madre de El Chapo de su casa en las montañas de Sinaloa, fue motivado por el homicidio de un miembro de la familia Beltrán Leyva, una muerte presuntamente ordenada por el hermano de El Chapo, Aureliano Guzmán.

La revista Rio Doce anunció que “El Chapo” se opuso a las acciones de su hermano. Esta supuesta oposición al parecer no bastó para anticipar lo que el sitio de noticias Estado Mayor caracterizó como la “reactivación del sangriento conflicto entre los clanes Beltrán Leyva y Guzmán Loera”.

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De otro lado, la lógica del crimen organizado gira en torno al control territorial. Son conocidas las disputas por los corredores de tráfico y las “plazas”, como centros claves de la actividad ilegal; incluyen ataques selectivos que apuntan a personajes importantes, como capos, sicarios e incluso pequeños traficantes que trabajan para un rival.

La histórica contienda entre los carteles de Sinaloa y Beltrán Leyva, alguna vez aliados, es un ejemplo de esta lógica. De hecho, la reciente violencia en Sinaloa tiene un precedente en conflicto entre los dos grupos que causaron el desplazamiento de miles de residentes de Sinaloa en 2013.

Estas dos formas de lógica criminal —del clan y de la organización—  no se excluyen entre sí. Antes bien, están en interacción constante en fluctuaciones, por momentos reforzándose. La pregunta es cómo podría Caro Quintero insertarse a sí mismo y a sus redes en esta lógica de violencia criminal.

Las raíces del veterano narco en Badiraguato, Sinaloa —escenario de la reciente violencia que desplazó a varios cientos de personas— proporcionan conexiones personales y la oportunidad de crear o renovar alianzas en el área. Sin embargo, es la lógica de la organización la que plantea la mayor amenaza a la seguridad y suscita las preguntas más relevantes.

¿Dónde está Caro Quintero?

Mirando más hacia el sur, a Guadalajara, en el estado de Jalisco, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha vinculado a Caro Quintero con lujosas propiedades y con la red financiera de Ismael Esparragoza “El Azul”, quien presuntamente trabajó con los Carteles de Juárez y también de Sinaloa, y promovió una alianza entre ellos. En mayo de 2016, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos designó a la compañera sentimental de Caro Quintero como traficante de narcóticos y la acusó de administrar bienes en nombre suyo. La pareja se reunió en la cárcel de Jalisco alrededor de 2008 y presuntamente posee propiedades de lujo en la capital del estado, Guadalajara.

Pese a los nexos de Caro Quintero con Jalisco, el Cartel de Jalisco – Nueva Generación (CJNG) ha tomado el control de sus antiguas zonas de operación en años recientes allí, según el medio de noticias Milenio. Asumiendo que Caro Quintero sigue activo y ha centrado su atención más hacia el norte, es poco claro si fue desplazado de Jalisco por la competencia o se ha trasladado voluntariamente en busca de mejores oportunidades.

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El anciano fugitivo puede estar evitando Jalisco, porque las fuerzas del orden están generando demasiada agitación allá. En Jalisco, las autoridades han montado una persecución fuertemente militarizada en busca del jefe del CJNG Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”. El estado también cuenta con la penitenciaría donde estuvo recluido Caro Quintero la última vez. Explorar oportunidades más hacia el norte en lugares donde tiene contactos, menos sujetos a la vigilancia de las autoridades mexicanas puede ser una opción lógica.

Sonora es otra posible base de operaciones, según indicaron recientemente fuentes de seguridad al periódico La Jornada. Sonora es un estado grande al norte de Sinaloa que contiene la mayor parte de la frontera mexicana con el estado de Arizona. Al sur, Sonora también limita con el Triángulo Dorado de México, una región estratégica tanto para el cultivo de amapola para la producción de opio, como para el narcotráfico.

Las fuentes de La Jornada aseguraron que Caro Quintero ha captado el apoyo de antiguos sicarios de Beltrán Leyva, que crearon sus propios grupos, Los Pelones y Los Güeros. En febrero de 2015, un asociado cercano presuntamente casado con una pariente de Caro Quintero fue arrestado en Sonora y acusado de tráfico transfronterizo de estupefacientes.

¿Con quién está trabajando Caro Quintero?

Las fuentes de seguridad citadas por La Jornada especularon que Caro Quintero había reforzado su posición en Sonora luego del arresto de Francisco Javier Hernández García, alias “El 2000”, en febrero de 2016. Las autoridades identificaron al traficante capturado como miembro del clan Hernández, aliados del Cartel Beltrán Leyva, y controladores de los corredores de droga que pasan por el estado.

Tenga o no que ver Caro Quintero con la violencia en la ciudad natal de El Chapo y en sus alrededores en junio pasado —y en qué bando pueda estar alineado en ese conflicto— es confuso, en el mejor de los casos. Reporte Indigo citó hace poco a fuentes de inteligencia del gobierno federal, que dijeron que Caro Quintero siguió operando durante sus años en prisión con ayuda de “El Chapo”, y ha asumido el control de gran parte de la operación del Cartel de Sinaloa desde la recaptura de Guzmán, en enero de 2016.

Diferenciar realidad de ficción no suele ser fácil en lo que respecta al crimen organizado. Pero si la inteligencia del gobierno es de fiar, parece que Caro Quintero, pese a haber estado encerrado durante 28 años, ha mantenido una variedad de contactos y redes en el mundo del narcotráfico. En un entorno criminal, caracterizado por una multitud de actores y continuos cambios de alianzas, el “narco de los narcos” parece estar en posición ventajosa.

*Jesús Pérez Caballero es un investigador independiente de temas relacionados con crimen organizado, narcotráfico y derecho penal en Latinoamérica. Actualmente cursa el posdoctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El editor en jefe de InSight Crime Dan Alder colaboró con este informe.

6 respuestas a “¿Vuelve al ruedo el padrino del negocio de la droga en México?”