Un tribunal de los Países Bajos condenó al pionero del narcotráfico Ridouan Taghi a cadena perpetua. A pesar de su papel como artífice de una red mundial de importación de drogas, su condena tendrá escasa repercusión en el tráfico de cocaína hacia Europa.

El holandés-marroquí Taghi y otras dos personas fueron condenados el 27 de febrero por cinco homicidios, dos intentos de homicidio y la planificación de varios asesinatos más.

El juicio, conocido como proceso Marengo, duró seis años e implicó a 16 acusados, incluido Taghi. Su tamaño y duración no tienen precedentes en Países Bajos. Además de las tres cadenas perpetuas, otros 13 conspiradores fueron condenados a penas de entre dos y 29 años.

Aunque Taghi llevaba años en el radar de las autoridades por tráfico de cocaína, el caso neerlandés se centró en una serie de homicidios, parte de una oleada de violentos asesinatos en el hampa neerlandesa que comenzó en 2012, cuando un cargamento de cocaína no llegó al puerto de Amberes.

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Los cinco asesinatos contemplados en el juicio ocurrieron en 2015 y 2016 en todo el país. Taghi ordenó los asesinatos de Ronald Bakker y Samuel Erraghib porque creía que habían estado entregando información a las autoridades. Una de las víctimas, Ranko Scekic, había trabajado anteriormente como sicario para Taghi y fue asesinado tras convertirse en testigo contra él. El periodista Martin Kok, que tenía un pasado criminal, fue asesinado por escribir sobre Taghi, utilizando sus fuentes en el mundo criminal para obtener información privilegiada. La quinta víctima, Hakim Changachi, murió accidentalmente cuando los asesinos de Taghi se equivocaron de objetivo. Este último asesinato empujó a Nabil B., uno de los socios de Taghi, a testificar contra él a cambio de una reducción de condena.

En respuesta, Taghi presuntamente ordenó tres homicidios más después de que comenzara el juicio de Marengo. Estos ataques contra civiles sin vínculos criminales conmocionaron los normalmente tranquilos Países Bajos. El hermano de Nabil B., Redouan, fue asesinado el 29 de marzo de 2018 en su oficina de Ámsterdam. Un año y medio después, el 18 de septiembre de 2019, sicarios asesinaron al abogado de Nabil B., Derk Wiersum. El 6 de julio de 2021, Peter R. de Vries, un famoso periodista y confidente de Nabil B. en el juicio Marengo, fue tiroteado tras salir de un estudio de televisión en Ámsterdam. Murió días después. Estos tres asesinatos están siendo juzgados en causas separadas en curso.

Análisis de InSight Crime

A pesar de las condenas a Taghi y a varios de sus principales socios, la infraestructura de tráfico de cocaína que creó sigue existiendo, y el comercio de cocaína en Europa continúa creciendo.

Taghi comenzó su carrera delictiva vendiendo hachís en la calle, y rápidamente pasó a importar la droga al por mayor desde Marruecos. En 2008, su negocio de contrabando de hachís se convirtió en un imperio del narcotráfico cuando pasó a traficar con cocaína.

Durante los siguientes 15 años, el tráfico de cocaína a Europa a través de los Países Bajos se disparó, y el país se convirtió en uno de los principales puntos de distribución para el resto del continente.

En su apogeo, se calcula que Taghi y sus socios importaban un tercio de toda la cocaína que entraba en Holanda cada año —unas 33 toneladas— a través del puerto de Róterdam, según documentos policiales a los que tuvo acceso el diario holandés Algemeen Dagblad en 2019.

Las incautaciones en Países Bajos se dispararon de unas 10 toneladas de cocaína al año entre 2008 y 2010 a 60 toneladas en 2023. En el mismo periodo, el cultivo de coca en Suramérica aumentó, mientras que en los Países Bajos el precio al por menor se mantuvo bastante estable, y la pureza y el consumo de cocaína aumentaron.

Las alianzas fueron claves para el éxito de Taghi.

“Vivimos en un mundo globalizado… Es casi imposible dirigir [operaciones de delincuencia organizada] dentro de un grupo étnico, porque se juega en un campo transnacional”, señaló Yarin Eski, criminólogo y profesor asociado de Administración Pública en la Universidad Libre de Ámsterdam.

En cuanto a la distribución, Taghi se asoció con algunos de los mayores traficantes de Europa, como la mafia de la Camorra italiana y el grupo criminal irlandés Kinahan. Juntos formaban una red, a menudo denominada “supercártel”, que se beneficiaba de los contactos de cada asociado.

“Los Países Bajos como ubicación son importantes, pero no se trata tanto de grupos neerlandeses o grupos belgas”, explicó a InSight Crime Thomas Pietschmann, oficial de investigación de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). “Hay muchos otros grupos que simplemente utilizan el territorio y la infraestructura de estos dos países”.

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Taghi también tenía fuertes vínculos con los proveedores. Su segundo al mando, Said Razzouki, también condenado a cadena perpetua, vivió durante años en las afueras de Medellín, Colombia. Allí, Razzouki coordinaba la exportación de cocaína a Europa. Presuntamente, compraba cocaína a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). Las autoridades colombianas detuvieron a Razzouki en 2020 y lo extraditaron el año siguiente.

Varios otros miembros de la red de Taghi fueron detenidos en América Latina y el Caribe y Surinam, incluido el presunto número tres, Mao Romo, que también fue condenado a cadena perpetua por los asesinatos en el juicio de Marengo.

Pero la infraestructura que Taghi ayudó a crear sigue importando cada vez más cocaína, incluso después de las detenciones y condenas a Taghi y a otros miembros de su organización.

“Lo que realmente ha sido la tendencia más importante en Europa en los últimos años ha sido el aumento masivo de la cocaína”, afirmó Pietschmann.