Los líderes empresariales de Venezuela han advertido que las industrias de alimentos y bebidas del país podrían estar al borde del colapso, dado que los productores del país se enfrentan a la agresiva competencia de una avalancha de productos baratos contrabandeados desde Colombia a través de la frontera.

El presidente del Centro de Estudios Agroalimentarios (CEA) de Venezuela afirma que el 60% de las verduras, el 45% de los licores fuertes y el 35-40% de los fertilizantes utilizados en el país son importados de manera ilegal, principalmente de Colombia, lo que pone en riesgo unos 3,4 millones de empleos. Otros expertos de la industria han reportado cifras aún más altas de productos de contrabando que ingresan al país.

Dado que la hiperinflación en Venezuela ha llevado los precios de los alimentos hasta niveles que son inaccesibles para gran parte de la población, los menores costos de producción en Colombia, en parte gracias a los subsidios, les permiten a los agricultores colombianos vender sus productos a precios atractivos. Esos productos son contrabandeados a Venezuela, donde son vendidos no solo en las regiones fronterizas, sino incluso en la capital, Caracas. Como resultado, los agricultores de Venezuela están siendo suprimidos.

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Los productores agrícolas han expresado sus preocupaciones, y los cultivadores de papa se quejan de que su industria se ha visto particularmente afectada por las importaciones colombianas no reguladas, baratas y, en algunos casos, portadoras de enfermedades.

“A este paso, no habrá cultivo de papas en Venezuela en 2026”, dice el presidente de la CEA, Edison Arciniega, en un informe del medio de noticias venezolano La Prensa de Lara.

La industria de refrescos de Venezuela también corre el riesgo de ser aniquilada por la afluencia de refrescos colombianos baratos, no regulados y, a veces, falsificados, según dijo Carlos Palumbo, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Bebidas Refrescantes (ANBER), en comunicación con InSight Crime.

“Podría haber 12 millones de litros de refresco traídos en forma irregular, y no tenemos la garantía […] de que contienen lo que dice la etiqueta”, agregó Arciniega.

El contrabando ha continuado de manera desenfrenada en Venezuela, a pesar de la reapertura oficial de la frontera con Colombia hace casi un año. Los esfuerzos para reactivar el comercio entre los dos países no han logrado reducir las actividades de las redes de contrabando que se arraigaron profundamente entre 2015 y 2022, cuando una disputa política llevó al cierre de la frontera.

Análisis de InSight Crime

Si bien muchos venezolanos consideran al contrabando de alimentos como un salvavidas, el abuso del contrabando está debilitando las principales industrias y quizá agudizando la crisis económica del país.

Al tomar la decisión desesperada de optar por productos baratos y de contrabando, los consumidores de Venezuela están llevando a los trabajadores agrícolas y a los de la industria alimentaria a una situación igualmente desesperada. El contrabando de papas colombianas ya había provocado la pérdida de 40.000 empleos en Táchira, Mérida y Trujillo en octubre de 2022, según informó El País.

El gobierno venezolano ha tratado de tomar medidas contra el contrabando. El año pasado, se incautaron 54 toneladas de alimentos de contrabando que supuestamente habían llegado del otro lado de la frontera con Colombia. En julio de este año, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, anunció la creación de la Comisión Contra el Contrabando de Alimentos.

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Se esperaba que la reapertura de la frontera entre Colombia y Venezuela redujera el contrabando. Sin embargo, dicha actividad ilícita ha continuado, con cierto nivel de tolerancia entre las autoridades venezolanas, quienes, en algunos casos, participan directamente en las redes de contrabando de alimentos.

En junio de este año, las autoridades brasileñas desmantelaron una red de contrabando de salchichas que era protegida por funcionarios de aduanas venezolanos, informó El Publique. Los contrabandistas suelen sobornar a funcionarios de seguridad e incluso a grupos guerrilleros, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), para garantizar el paso de sus cargamentos de contrabando.

Incluso con la plena cooperación de los funcionarios venezolanos, abordar el contrabando resultará difícil ya que la profunda crisis económica del país, afectada por la hiperinflación, implica la existencia de una demanda generalizada de alimentos baratos. Para algunos, es cuestión de supervivencia.

Según Naciones Unidas, entre 2019 y 2021, la crisis alimentaria de Venezuela fue la peor de Suramérica, pues más de una quinta parte de la población del país llegó a estar desnutrida. En julio de este año, la canasta básica para una familia de cinco miembros costaba más de 100 veces el salario mínimo mensual, según el medio de noticias financieras Portafolio.

“Ellos [los contrabandistas] son una salvación porque no hay otra forma de que el Estado brinde esos alimentos a la población”, le dijo a InSight Crime un maestro que vive en Zulia.

Como resultado, y a pesar de las aparentes acciones del gobierno contra el contrabando, la venta de alimentos de contrabando sigue siendo abundante, y la demanda de bienes baratos es tan alta que los comerciantes formales no tienen más remedio que vender productos de contrabando ilegal.

“[Los alimentos de contrabando] se encuentran tanto en comercios formales como en supermercados independientes y mercados callejeros”, le dijo a InSight Crime el presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo, Alessandro Nanino.

Aprovechando la falta de claridad legal, los contrabandistas pueden traer grandes cantidades de mercancía. Alrededor de 90 cooperativas de la comunidad indígena Wayuu tienen permiso para traer alimentos de Colombia para sus familias. Pero muchos están transportando muchos más bienes de los necesarios, dijo Nanino.

Una contrabandista ubicada en Zulia, conocida como Sofía, le explicó a InSight Crime cómo estos individuos, conocidos como listineros, usan sus privilegios para colarse en otras mercancías.

“Traen la comida en la parte de arriba de los carros y esconden los cigarrillos en la parte de abajo”, dijo Sofía.