La rápida expansión de las plantaciones de hoja de coca en el estado de Guerrero, al sur de México, es el indicio más reciente de que los grupos criminales están experimentando con la producción de coca en dicha zona montañosa, donde antes eran abundantes los cultivos de amapola.

Solo en el municipio de Atoyac de Álvarez, que es donde se ha hallado la mayor parte de las plantas de coca en Guerrero, se han encontrado 70 parcelas para el cultivo de coca en 2022, en comparación con solo siete en 2021, como señaló el general Rolando Solano Rivera durante una conferencia de prensa el 13 de diciembre. No se dieron detalles sobre la cantidad total de coca incautada.

Siete de estas plantaciones, así como un laboratorio de procesamiento de drogas, se encontraron en Atoyac entre el 22 de noviembre y el 4 de diciembre de este año.

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La cantidad de coca que se cultiva en Guerrero ha crecido rápidamente. El primer hallazgo de este tipo ocurrió en febrero de 2021, cuando las autoridades erradicaron seis campos de cultivos de coca en Atoyac de Álvarez. En ese momento, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que los grupos criminales estaban “experimentando con el cultivo de coca”.

Guerrero, anteriormente conocido por su producción de amapola, el ingrediente base para elaborar heroína, se ha convertido en foco de la escasa producción de coca de México. Las 70 plantaciones erradicadas este año ubican al estado a la cabeza de los cultivos de coca, por encima de Chiapas, estado del sur del país donde se hallaron los primeros cultivos de coca en 2014.

Análisis de InSight Crime

A pesar del aumento de los hallazgos, el cultivo de coca en México sigue estando lejos de ser escalable. Y no hay indicios de que el país se convierta en un actor importante en la producción de coca.

Pero si bien los niveles de cultivo de coca siguen siendo bajos, el aumento gradual y el historial de cultivos ilícitos de Guerrero podrían ser fuentes de problemas en el estado.

Las remotas montañas de Guerrero han sido terrenos fértiles para los cultivadores de heroína y marihuana, quienes intentan replicar este éxito para el cultivo de coca.

Al igual que los cultivos de amapola, las plantaciones de coca se concentran en las montañas de Atoyac y Tecpan, en la región de la Costa Grande, a unos 700 metros sobre el nivel del mar. Como afirma Solano Rivera en un informe de La Jornada, estos cultivos son difíciles de detectar desde helicópteros, dado que las plantas de coca se camuflan entre arbustos.

En los países productores de coca, como Colombia y Perú, las plantas se cultivan a mucha menor altitud, como dice Arturo García Jiménez, miembro de la organización comunitaria Coordinadora de Comisariados Ejidales y Comunales de Guerrero, en un artículo del periódico mexicano El Sur. No obstante, es probable que los agricultores mexicanos estén experimentando con nuevas técnicas de cultivo para adaptar las plantas a altitudes más altas.

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Muchos agricultores de Guerrero han dependido de los cultivos ilícitos para su sustento. Los cultivadores de amapola de Guerrero obtuvieron grandes ganancias durante varias décadas, cuando los grupos criminales convencieron a los habitantes de la región de que cosecharan las plantas, les compraban toda la producción y les daban adelantos en efectivo, como informó InSight Crime previamente.

Desplazado por la creciente demanda de fentanilo, el mercado de heroína se ha reducido en Estados Unidos y el precio de las amapolas ha disminuido, como afirma García Jiménez. Los agricultores se quedaron con parcelas que valían mucho menos que antes y hubo una pérdida generacional de conocimiento sobre los cultivos tradicionales.

“La gente está necesitada; eso es una realidad. Toda la población necesita un medio para ganarse vida”, dice Solano Rivera en el informe del periódico mexicano El Sur. “A pesar de que el gobierno está ayudando a mitigar las necesidades de la población, habrá un segmento de esta población que no tiene esas necesidades satisfechas y seguramente participará en actividades ilegales”.