Las autoridades de Bolivia han detenido a uno de los narcotraficantes más buscados de Argentina, conocido supuestamente como “El Chapo Guzmán” de Suramérica, un caso que pone de relieve cómo la rampante corrupción judicial facilita el tráfico de drogas en el país.

En coordinación con la Gendarmería Nacional de Argentina, la policía boliviana detuvo el pasado 13 de febrero a José Miguel Farfán en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en el Departamento de Santa Cruz, por cargos de narcotráfico, según anunciaron las autoridades mediante un tuit. El hombre fue entregado a las autoridades argentinas al día siguiente.

Farfán es al parecer uno de los narcotraficantes más buscados de Argentina. Según Clarín, él habría sobornado a jueces federales para facilitar sus actividades criminales y comprar su libertad.

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El mismo medio de noticias señala que las autoridades arrestaron inicialmente a Farfán en 2004, y luego de nuevo en 2008 por cargos de narcotráfico, luego de lo cual fue liberado en 2010 por el juez federal José Antonio “Toto” Torino —quien más tarde fue declarado culpable por aceptar sobornos de narcotraficantes— en la provincia de Salta, al noroeste del país.

En 2014, Farfán fue detenido otra vez por tráfico de más de 411 toneladas de cocaína mediante avionetas. Sin embargo, según Clarín, él sobornó al exjuez federal Orán Raúl Reynoso, quien se encuentra actualmente preso, para poder obtener su libertad y huir del país. Se ha ofrecido una recompensa de 500.000 pesos argentinos (unos US$13.000) por información que conduzca a su captura.

En Bolivia, Farfán al parecer se hizo pasar como empresario y agricultor, utilizando el nombre de Miguel Ángel Salazar. Clarín señala que él y su familia llevaban una doble vida en Bolivia, donde vivían en una lujosa mansión a la vez que él conducía un Hummer amarillo y continuaba con sus actividades de tráfico de drogas.

Análisis de InSight Crime

La carrera de narcotraficante de Farfán es un claro ejemplo de cómo los criminales conocidos pueden aprovechar la corrupción en el sistema judicial de Argentina para desarrollar sus actividades delictivas, llevar vidas lujosas y evadir las capturas, todo al mismo tiempo.

De hecho, Reynoso, el exjuez federal argentino a quien Farfán sobornó para evitar ir a la cárcel, se encuentra en prisión acusado de haberse coludido con narcotraficantes conocidos y de haber vendido cocaína incautada, a la vez que hacía creer que era rudo con esos mismos delincuentes.

En un caso reseñado por La Nación, Reynoso autorizó a dos de sus empleados para que tomaran cocaína incautada, que debía ser destruida, y que la transportaran por la frontera con Bolivia, de manera que pudiera ser comprada de nuevo por sus dueños originales.

Este tipo de corrupción no solo le permitió a Farfán ser liberado de prisión en varias ocasiones, sino además llevar una lujosa vida en Bolivia sin riesgo de ser aprehendido, a la vez que continuaba con sus actividades criminales. Según Clarín, Farfán disfrutaba una posición tan cómoda, que supuestamente invirtió US$2 millones en un condominio y tenía planes de construir otro. Además, el capo de la droga utilizaba identificación falsa para moverse por el país y continuar traficando drogas a Argentina desde Bolivia, utilizando aviones pequeños.

Denominado el “Chapo Guzmán de Suramérica”, Farfán comparte características similares con el encarcelado exlíder del Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, el verdadero “Chapo”. El narcotraficante mexicano también escapó de prisión varias veces con la ayuda de funcionarios corruptos y continuó dirigiendo su multimillonaria empresa criminal después de fugarse. Aunque, por otro lado, El Chapo, logró evadir las autoridades mientras traficaba cientos de miles de kilogramos de drogas desde su país de origen, como lo había hecho siempre.