Nuevas fotos muestran el privilegiado estilo de vida del que gozan los “pranes” de Venezuela, un recordatorio de que estos capos de las cárceles han alcanzado amplio control del débil sistema penitenciario del país y ahora proyectan su poder a las calles.

La periodista venezolana Pableysa Ostos del medio informativo Correo del Caroní publicó dos fotografías de un preso infame, Franklin Paúl Hernández Quezada, alias “Franklyn Masacre”. En una foto, aparece haciendo ejercicio en lo que parece un gimnasio bien dotado, mientras que la segunda indica que también tiene un perro dentro de la cárcel.

Este no es el primer ejemplo del control que tienen los pranes en las cárceles de Venezuela. Informes recientes de los medios indican que los pranes podrían estar cobrando entre 17 y 20 millones de bolívares con la implementación de un sistema de extorsiones en el que cada recluso tiene que pagar una cuota para tener acceso a instalaciones como baños (a la tasa de cambio actual en el mercado negro, eso es entre US$9.000 y US$10.600).

La falta de control del gobierno también ha hecho posibles los repetidos secuestros de guardas y la expansión de diferentes actividades criminales dentro de los muros de las penitenciarías de Venezuela. Según el Observatorio Venezolano de Prisiones, hasta 46 guardas carcelarios estaban retenidos como rehenes en agosto de este año.

Análisis de InSight Crime

Las estructuras criminales que han prosperado en las cárceles de Venezuela se están volcando a las calles, pues los poderosos pranes han extendido su influencia con la creación de pandillas con armamento pesado e integración vertical, conocidas como “megabandas”.

En la base del problema está la mala política carcelaria del gobierno y su fracaso en el control y la regulación de las penitenciarías del país y la criminalidad que se gesta en su interior, nutrida por una fuerte industria de tráfico ilegal de armas que se ha desarrollado después de la llegada del expresidente Hugo Chávez al poder, en 1999.

Aunque la situación propicia algunas historias sorprendentes de las fiestas en prisión y cárceles al estilo de un resort, también ha contribuido a la muerte de 1.622 personas en el sistema penitenciario de Venezuela desde la creación de un ministerio de gobierno para el manejo de las cárceles en 2011, que en realidad administra muy poco. El ministerio se creó para reformar las cárceles después de altos números de muertes y disturbios en las prisiones, un problema que llegó a un extremo cuando los presos de la cárcel Rodeo II patrocinaron un enfrentamiento contra tropas del gobierno cuando trataron de entrar a la cárcel a buscar armas.

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En los últimos años, el poder de los pranes ha trascendido los muros de la cárcel, y se han replicado sus estructuras criminales en el exterior en forma de “megabandas”. Este reciente fenómeno criminal difiere de las pandillas callejeras ordinarias en su tamaño (por lo general entre 50 y 100), actividades (extorsión, secuestro, narcotráfico), control territorial y estructura organizacional jerárquica. Estos grupos, cuyos jefes en el exterior muchas veces tienen relación con los pranes en la cárcel, aumentan desde 2013 y ejercen un poder de fuego importante.

Una investigación reciente de InSight Crime en Venezuela halló que las megabandas ahora constituyen una amenaza a la seguridad pública por su variedad de actividades criminales, y son la ley de facto en varias franjas de territorio en todo el país.

Las megabandas también plantean una amenaza para el gobierno y muchas veces están implicadas en confrontaciones violentas con las fuerzas de seguridad del estado. Representan una creciente amenaza en un país que sufre de un colapso general de la ley y el orden en medio de una crisis política y económica que se agudiza. Una política de gobierno de 2013, cuyo fin era neutralizar las bandas, con el nombre de zonas de paz, no ha hecho más que fortalecerlas, y recientes incursiones de la policía y las fuerzas de seguridad, con el fin de revertir esa evolución han sido letales y muy criticadas.

Los pranes y las megabandas son a la vez poderosas fuerzas criminales creadas en parte por políticas de gobierno erróneas, y un problema que resultará difícil, sino imposible de resolver para la administración Maduro.

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