Las autoridades de Guatemala han puesto de relieve la variedad de tácticas que utilizan los criminales para extorsionar a las empresas, un crimen que ha llegado a ser tan devastador que los lugareños de una ciudad se han organizado para poner fin al problema.

Según la Fuerza de Tarea contra Extorsiones de Guatemala, los criminales dedicados a la extorsión están implementando un nuevo modus operandi que consiste en exigir a las empresas y a los conductores de autobús una gran suma inicial de dinero a modo de cuota inicial, y posteriormente obligarlos a pagar cuotas semanales más pequeñas, informó Prensa Libre. Este es el caso de tres sospechosos que fueron capturados recientemente, quienes según los informes exigían pagos de US$640 a los empresarios locales, programando también cuotas cercanas a US$130 para la semana siguiente.

Además, en ocasiones los criminales exigían a las empresas el pago de “bonos” vacacionales y también otros pagos a mediados del año. A los conductores de los buses les exigían pagos mensuales además de las tarifas semanales, informó Prensa Libre.

La fuerza de tarea señaló que en ocasiones los criminales trataban de hacerse pasar por pandilleros con el fin de asustar a las víctimas para que pagaran.

Esta hemorragia en las pequeñas empresas y en el sector de transporte ha llevado a que algunos lugareños se organicen contra la extorsión. En la ciudad suroeste de Quetzaltenango -donde la extorsión al sector de transporte se ha convertido en un problema importante– 300 familias han colgado pancartas prometiendo el linchamiento de cualquiera que intente extorsionarlos.

Análisis de InSight Crime

La extorsión es un inmenso problema que aflige a la región del Triángulo del Norte de Centroamérica -Guatemala, Honduras y El Salvador. En Guatemala, esta actividad genera a los grupos criminales ganancias cercanas a US$61 millones anuales.

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Los efectos van desde el cierre de las empresas –según los informes con más de 17.000 empresas cerrando en Honduras en un año como consecuencia de la extorsión y las amenazas, y un promedio de dos empresas que cierran cada semana en El Salvador– hasta el desplazamiento forzado o el asesinato de las víctimas que no pueden pagar las exorbitantes cuotas. En los tres países los conductores de autobús han sido el objetivo principal de la violencia relacionada con la extorsión.

La aparición de nuevos modus operandi para recolectar el dinero, así como la amplia gama de tácticas existentes para hacerlo, resaltan aún más tanto la gravedad del problema como la sofisticación de los grupos detrás de él.

Aunque las pandillas callejeras de la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 son culpadas por la mayor parte de este tipo de crimen, no es de extrañar que algunos grupos más pequeños estén utilizando sus nombres para generar miedo en sus victimas. De este método también se ha informado en Honduras, y en Guatemala las autoridades han señalado que las maras son responsables de sólo el 35 por ciento de los casos de extorsión.

Mientras tanto, las noticias de los lugareños que recurren a la justicia popular se presentan después de que un informe en abril observó un fuerte incremento en el promedio mensual de linchamientos y ataques colectivos en Guatemala entre 2004 y 2013, lo que indica que esta es una respuesta cada vez más común frente al fracaso del gobierno para resolver las preocupaciones ciudadanas.

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