Las autoridades de Guatemala extraditaron a Estados Unidos al narcotraficante Jairo Orellana, alias “El Pelón”, lo cual ha puesto fin a la carrera criminal de un hombre que dejó un sangriento legado en Guatemala.

Orellana fue entregado por las fuerzas de seguridad guatemaltecas a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus iniciales en inglés). El Pelón estaba fuertemente custodiado, incluyendo un helicóptero escolta. Debido a su tendencia a robar cargamentos de droga a otros grupos criminales, Orellana se ganó el título de “El rey del tumbe” antes de su captura en mayo de 2014.

A diferencia de la mayoría de presuntos narcotraficantes, Orellana pidió ser extraditado a Estados Unidos para resolver su situación jurídica “en mejores condiciones de seguridad”, señaló a los medios su abogado Mauricio Berreondo. Orellana ha sufrido varios intentos de homicidio y parece estar dispuesto a aceptar ser condenado en Estados Unidos a cambio de recibir mayor protección de sus muchos enemigos.

Orellana ha sido vinculado con múltiples organizaciones narcotraficantes de Guatemala, Honduras y México, y es considerado clave en la entrada del violento grupo criminal Los Zetas a Guatemala hacia el año 2011.

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Se cree que El Pelón manejó varias rutas de tráfico de drogas a lo largo de la frontera entre Guatemala y Honduras, probablemente con la complicidad de las autoridades hondureñas.

Gráfico que muestra los vínculos criminales de Orellana, realizado por el diario local elPeriódico

Análisis de InSight Crime

La vida criminal de Orellana estuvo caracterizada por su tendencia a formar y romper alianzas con otros delincuentes de manera oportunista. El Pelón entró al mundo del tráfico de drogas a temprana edad, trabajando como pistolero para el grupo narcotraficante guatemalteco Los Lorenzana.

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Posteriormente ayudó a Los Zetas a hacerse un espacio en Guatemala, pero luego se desempeñó como un agente independiente y comenzó a vender drogas al Cartel de Sinaloa, un grupo rival de Los Zetas, cuando el poder de éstos comenzó a menguar.

Es posible que con su extradición otros narcotraficantes se apoderen de las rutas y estructuras criminales que Orellana creó durante su carrera criminal, y que su huella más duradera en el hampa de Centroamérica haya consistido en introducir la violencia extrema que distingue a LosZetas.

En lugar de establecer alianzas con otros grupos criminales o autoridades corruptas, Orellana y Los Zetas con frecuencia optaban por asesinar o intimidar a sus rivales con horribles actos de violencia. Los hombres de Orellana fueron vinculados a la masacre de 27 personas en el norte de Guatemala en 2011. También se cree que ese mismo año ordenó el asesinato de un fiscal en Guatemala —que fue cortado en pedazos y arrojado en una plaza—.

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Orellana mantuvo este nivel de violencia incluso después de separarse de Los Zetas. Según informes de la inteligencia hondureña, es sospechoso de numerosos asesinatos por venganza en el país y se le considera responsable de haber orquestado y perpetrado el asesinato de algunos de sus propios proveedores de drogas.

Si bien es probable que la carrera criminal de Orellana haya llegado a su fin, éste todavía podría tener un impacto en el hampa, dependiendo de si está dispuesto a dar información a las autoridades estadounidenses sobre sus cómplices criminales, lo cual parece probable, dado su historial de traición y su propensión a los asesinatos oportunistas.

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