Una reciente investigación periodística muestra cómo un pequeño trecho marino entre la costa este de Venezuela y las playas de Trinidad y Tobago se ha convertido en una peligrosa ruta de piratas y contrabandistas entre ambos países, lo que pone en evidencia las consecuencias de la falta de control de Venezuela sobre su crisis política y económica.

Tan solo 16 kilómetros de ancho, el Golfo de Paria, que separa la Venezuela continental de la nación caribeña de Trinidad y Tobago, está ahora infestado de piratas y contrabandistas que comercian con pañales, narcóticos, armas, víveres, animales silvestres y personas, según un reportaje de Bloomberg.

El artículo analiza cómo los contrabandistas comercian con todo, desde armas de fuego, vodka y gasolina. Pese a la fuerte inflación en Venezuela, la gasolina sigue costando unos 40 centavos por galón —una fracción del precio en las estaciones de Trinidad. En Venezuela, los pañales y víveres se acaparan “como si fueran barras de oro”, cita Bloomberg.

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Los agobiantes recortes de alimentos han devastado a Venezuela desde la inflación descontrolada y las protestas callejeras que siguieron a aquella, y los contrabandistas del golfo de Paria aprovechan la alta demanda. Para citar solo un ejemplo: Una bolsa de harina que cuesta US$5 en Trinidad se paga a US$20 en Venezuela.

Los contrabandistas también venden armas —muchas de ellas entregadas por las fuerzas armadas venezolanas— a las pandillas por decenas de miles de dólares, sobornando a los miembros de la Guardia Nacional Boliviariana (GNB) de Venezuela con dólares estadounidenses y pañales de marca Huggies para que trafiquen las armas a las costas venezolanas, indica el informe.

El secuestro también es el pan de cada día, y se dice que los criminales retienen a pescadores locales a cambio de un rescate, como un hombre que fue liberado a cambio de US $46.000, según Bloomberg.

Aunque las carteras de asuntos extranjeros venezolanas y trinitenses mantenían negociaciones bilaterales en noviembre de 2017 para tratar la normalización del flujo de productos y personas entre el país caribeño y Venezuela continental, los mercados ilícitos aún abundan.

Análisis de InSight Crime

El auge de los mercados negros en el golfo de Paria es resultado del prolongado estado de crisis política y económica en Venezuela, que desde hace varios años arrasa con uno de los países más grandes de Suramérica.

La criminalidad se ha disparado en Venezuela mientras la administración de Nicolás Maduro se aferra al poder en medio de una escalada de los problemas económicos y de seguridad, además de la mayor presión internacional. Considerado actualmente uno de los países más peligrosos del mundo, los homicidios y el secuestro pululan en el país, y Caracas se considera actualmente la ciudad con mayor número de homicidios en el mundo.

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En medio del caos, han aparecido nuevos grupos criminales en las cárceles del país, en el ejército y en las calles, en la forma de megabandas y “colectivos” —grupos afines al gobierno armados por la administración de Maduro. Se dice que muchos colectivos se han rebelado.

Incluso la administración de Maduro y sus más allegados se han visto implicados directamente en el facilitamiento de actividades criminales y participación en ellas. Dos sobrinos de Maduro, a quienes se ha denominado los “narcosobrinos”, fueron condenados en 2016 y más adelante sentenciados a pasar 18 años tras las rejas por conspiración para transportar 800 kilogramos de cocaína a Estados Unidos.

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