Un bebé se contaba entre más de una docena de muertos que dejó una masacre en medio de la Semana Santa en México, un símbolo de la magnitud de los desafíos que enfrenta el presidente Andrés Manuel López Obrador en materia de seguridad.

En una escena escalofriante que recuerda la violencia más impactante de la guerra antinarcóticos en México, el 19 de abril pistoleros asesinaron a 14 personas —incluyendo un bebé de un año— durante una celebración familiar en la población de Minatitlán, estado de Veracruz, sobre la costa del Golfo de México, según información de Milenio.

Antes de abrir fuego indiscriminadamente sobre los asistentes a la fiesta de cumpleaños, entre cinco y seis hombres habrían intentado secuestrar a “La Beky”, gerente de un bar gay de la localidad, que se conoce como “La Esquina del Cha-KL”, quien se contó entre las víctimas del ataque.

“A los que estaban agachados les decían que voltearan a ver a los muertos… Que los miraran (…) Creo que buscaban a alguien, te apuntaban a la cabeza o la espalda con armas largas”, relató un testigo a Milenio.

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Las autoridades alegan que entre los responsables de la matanza figuran dos presuntos jefes del narco en la región, pertenecientes al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), identificados como alias “El Lagarto” o “El Jarocho” y alias “El Pelón”. El hecho pudo haber sido una retaliación por los enfrentamientos entre el CJNG y Los Zetas por el control del tráfico local de narcóticos en la zona, según Animal Político.

Las autoridades en Veracruz anunciaron en un comunicado de prensa que adelantan pruebas de balística y siguen otras líneas de investigación para capturar a los responsables. López Obrador hizo énfasis en la urgencia de garantizar la seguridad en Veracruz luego del ataque, y agregó que la controvertida Guardia Nacional ayudará a restablecer la calma.

Solo el mes pasado, el CJNG declaró la guerra contra el gobierno de Veracruz, y advirtió que “nos vamos a morir muchos”.

Análisis de InSight Crime

El alza en los homicidios comenzando 2019 y esta última masacre confirma que mejorar la situación de seguridad en México no será una tarea fácil, aun cuando López Obrador se apresure a anunciar los avances en seguridad que supuestamente ha logrado su administración hasta el momento.

Casi 8.500 personas en México fueron asesinadas en solo los primeros tres meses de 2019, lo que marca un incremento del nueve por ciento en comparación con el mismo periodo del año anterior y el inicio más violento de un año en la historia del país, señaló Animal Político.

Con la dispersión de estructuras monolíticas del crimen organizado y la fragmentación ahora dominante el panorama criminal de México, las disputas territoriales por el narcotráfico, la extorsión, el robo de combustible y otras actividades ilícitas no dan señales de menguar.

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Esto es especialmente cierto en Veracruz. El CJNG y Los Zetas Vieja Escuela, una de las facciones disidentes más fuertes de los alguna vez temidos Zetas, están en guerra en el estado del Golfo luego de que miembros de Los Zetas Vieja Escuela supuestamente ejecutaran a tres sospechosos de pertenecer al CJNG a comienzos de este mes.

Para añadir más leña al fuego, un grupo disidente asociado al Cartel del Golfo y conocido como Grupo Sombra dejó recientemente un cuerpo desmembrado y una narcomanta como alerta al CJNG y a Los Zetas de lo que pasaría si entran a territorio ya controlado por su grupo, no solo en Veracruz, sino también en Hidalgo, Tamaulipas y San Luis Potosí, según La Opinión.

Pero puede haber un método en su locura. Actos de una barbarie como la de la masacre de Veracruz son efectivos, observa el analista de seguridad Alejandro Hope. Además del bajo riesgo de ser capturados o condenados por las autoridades, esa violencia “inhibe a los rivales, intimida a víctimas potenciales y ayuda a preservar la disciplina interna”, escribió el 22 de abril en una columna para El Universal.