Según un reciente informe, el microtráfico está aumentando en Argentina. Las nuevas tendencias están impactando el tráfico de drogas, pero también plantean interrogantes sobre las políticas adecuadas para hacer frente al problema.
El estudio, realizado por la Pontificia Universidad Católica de Argentina (UCA), señala que el microtráfico aumentó constantemente entre 2010 y 2016. Casi la mitad de los argentinos dicen que fueron testigos de actividades de tráfico de drogas en su barrio durante 2016, en comparación con solo el 30 por ciento de los encuestados en 2010.
Según el estudio, las tasas más altas de microtráfico se registraron en los centros urbanos de las regiones de La Pampa y el noroeste argentino (NOA). Sin embargo, los aumentos más grandes se registraron en la Patagonia y el noreste argentino (NEA). El Área Metropolitana de Buenos Aires, el NEA y las zonas urbanas del NOA registran la mayor prevalencia de problemas de adicción a las drogas.
Según los hallazgos más recientes, los barrios pobres y poco favorecidos presentan niveles más altos y un mayor incremento del microtráfico a lo largo de los años. Más del 65 por ciento de los residentes de las áreas de estratos socioeconómicos bajos y casi el 80 por ciento de quienes viven en “villas” (como se les conoce a los barrios marginados en Argentina) reportan haber sido testigos del tráfico de drogas en sus vecindarios. Las áreas con menor presencia de la policía también registraron niveles más altos de microtráfico.
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Por otra parte, La Nación de Argentina señaló recientemente el posible desarrollo de una nueva ruta de tráfico de éxtasis a través de las provincias del noroeste del país que limitan con Bolivia y Paraguay —áreas que en otro informe de la UCA se habían identificado como importantes puntos de tránsito—.
Más de 90.000 dosis de éxtasis se han incautado en las provincias de Jujuy y Formosa en 2017 —un aumento significativo con respecto a todo el año 2016, cuando la tasa anual de incautaciones fue de menos de 71.000—. Con base en declaraciones de un funcionario cuyo nombre se mantiene en reserva, La Nación, afirma que los traficantes de drogas sintéticas se encuentran utilizando rutas que parten de Bolivia y Paraguay, y que son comúnmente utilizadas para el tráfico de marihuana y pasta de coca. En aeropuertos y puertos marítimos cerca de Buenos Aires se han incautado grandes cargamentos de éxtasis, producido principalmente en Europa.
Análisis de InSight Crime
En años recientes, en Argentina han aumentado las preocupaciones por el incremento en el mercado nacional de tráfico y por el consumo local, tanto que el Papa Francisco se refirió al tema hacia finales del año pasado. La tendencia hacia el aumento del consumo puede ser consecuencia del papel del país como un punto de transbordo de las drogas.
Aunque las drogas sintéticas como el éxtasis no son las que más se consumen en Argentina (el informe de la UCA señala que la marihuana y la cocaína son las drogas más populares), el creciente volumen de las incautaciones de estas sustancias da cuenta de la tendencia al aumento del consumo en general. Según los informes, la cantidad de drogas sintéticas incautadas entre los diez primeros meses de 2015 y 2016 se multiplicó por cinco.
Es probable que el aumento en la demanda haya llevado al desarrollo de nuevas rutas para el éxtasis, como señala La Nación. El creciente consumo de drogas sintéticas en Argentina ha generado el aumento de la producción nacional —aunque las sustancias sintéticas europeas mantienen una gran proporción del mercado total de Argentina, el primer laboratorio de drogas sintéticas del país fue descubierto en 2013—.
Las autoridades han estado tratando de hacer frente a este creciente problema. Debido al ineficiente marco legislativo del país, el tamaño de la población en las cárceles federales de Argentina recluida por delitos relacionados con las drogas pasó a ser de más del doble en diez años, y los consumidores de drogas representan la mitad de las personas tras las rejas —una cantidad mayor que la de los acusados de tráfico de drogas—.
Además, y como muestran los datos del informe de la UCA, existe una clara correlación entre los factores socioeconómicos y el desarrollo del narcotráfico local, por lo que centrarse en medidas punitivas contra las personas involucradas en el comercio de drogas podría resultar insuficiente.
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Parece que hay cada vez mayor conciencia entre los legisladores acerca de la necesidad de considerar el consumo de drogas como un problema de salud pública, en lugar de una actividad criminal. En diciembre de 2016, ante el congreso de Argentina se presentó una reforma legislativa con el fin de ofrecer soluciones de rehabilitación al creciente problema del consumo de cocaína en el país.
Dado que los ciudadanos están cada vez más preocupados por temas relacionados con el tráfico de drogas, el presidente Mauricio Macri basó parte de su exitosa campaña de 2015 en una plataforma de políticas duras contra el narcotráfico. Una vez en el poder, el nuevo presidente de Argentina comenzó a militarizar la lucha contra el crimen organizado, a pesar de que en toda la región existen ejemplos que han demostrado los efectos negativos de esta estrategia a largo plazo.
Los esfuerzos de las autoridades resultan infructuosos contra los crímenes relacionados con las drogas (el estudio de la UCA muestra que las áreas con menor presencia de la policía son más propensas al microtráfico). Pero las solas políticas de seguridad no logran abordar los problemas socioeconómicos subyacentes al tráfico de drogas.
De esta manera, y según las conclusiones del informe, existe la necesidad de que las autoridades de Argentina adopten estrategias integrales que trasciendan las medidas de seguridad e incluyan programas de salud y socioeconómicos. Sin estos, es poco probable que el país logre revertir la creciente tendencia al consumo de drogas.