Un nuevo estudio estima que hasta el 30 por ciento de la deforestación total en tres países centroamericanos es causada por el tráfico de cocaína. Un idicador de la relación entre el deterioro ambiental y el negocio de la droga en Latinoamérica.
El estudio, publicado en la revista Environmental Research Letters, afirma que el narcotráfico puede representar del 15 al 30 por ciento de la deforestación en Honduras, Guatemala y Nicaragua.
Al contrario de los países productores de drogas en Suramérica, donde suelen talarse los bosques para cultivar coca, los narcotraficantes centroamericanos suelen convertir los bosques en pastizales para lavar dinero, declara el estudio.
“A medida que los estupefacientes viajan hacia el norte, su valor aumenta y los traficantes y carteles buscan formas de trasladar ese dinero a la economía legal”, contó a The Guardian el autor principal del informe, Steven Sesnie. “Comprar bosques y convertirlos en tierra para labores agrícolas es una de las principales formas en que hacen esto”.
Sesnie señaló que a lo largo de la última década se deforestaron millones de acres siguiendo ese método.
Los autores usaron un “análisis espacio-temporal” para establecer el vínculo entre los flujos de cocaína y la pérdida de bosques en un total de seis países centroamericanos: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Hallaron la conexión más fuerte entre el narcotráfico y “pérdida forestal anómala” en Honduras y Nicaragua, y la más débil, en Guatemala y Panamá.
El estudio representa el primer análisis a gran escala de cómo el narcotráfico, en oposición al cultivo de drogas, tiene un impacto en la deforestación, según los autores.
Análisis de InSight Crime
El estudio ofrece un análisis cuantitativo poco común de cómo el narcotráfico es causante directo del daño ambiental en Latinoamérica. Un estudio académico, publicado en 2014, halló que el narcotráfico desempeña un rol importante en la deforestación en Centroamérica. Los autores del estudio de 2014 hallaron que los narcotraficantes despejaban el terreno para construir carreteras y pistas de aterrizaje clandestinas, además del lavado de dinero.
Pero la relación entre el crimen organizado y la deforestación no es uniforme a lo largo de la región. La pérdida forestal se ha asociado al cultivo de coca en Colombia, mayor productor mundial de cocaína. En Brasil, en contraste, las organizaciones criminales talan y queman selva en el Amazonas para vender la tierra a criadores de ganado y agroindustrias. La tala ilegal también es una gran industria en Brasil, hasta con 80 por ciento de la industria maderera del país.
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La débil vigilancia del Estado y las enormes ganancias que los grupos criminales pueden obtener de la explotación de los recursos naturales son los hilos comunes que se mueven en todos estos casos. Hace poco Brasil suavizó varias leyes relativas a la conservación forestal, lo que probablemente puede facilitar que los grupos criminales saqueen el Amazonas con impunidad.