El pasado mes de febrero, Paraguay otorgó las primeras licencias para la producción y distribución de cannabis medicinal. Esto significa un giro radical para este país productor de marihuana, pero también plantea interrogantes sobre su estrategia para combatir el cultivo ilegal.

Doce farmacéuticas recibieron licencias para importar semillas para el cultivo y venta en el país de productos de cannabis con propiedades medicinales, a los cuales podrán acceder de forma gratuita los pacientes que cumplan ciertos requisitos.

“Hablamos de muchas familias que padecen enfermedades delicadas”, comentó Víctor Ríos, el senador que presentó el proyecto de ley, en conversación con InSight Crime. “Y muchas de las personas que sufren son niños. No tenían manera de acceder a la medicación”.

Paraguay es el principal productor de marihuana ilegal de la región. En el país se cultivan entre 5.000 y 8.000 hectáreas, según afirmaron agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) a InSight Crime. Paraguay también es uno de los países más desiguales del mundo, con casi un 40 por ciento de su población en la pobreza.

La mayoría de plantaciones ilegales, según fuentes del SENAD, pertenecen a campesinos de pocos recursos que buscan complementar su producción de soja y maíz, dos de los principales productos de exportación de Paraguay. Y dado que el consumo de marihuana es de menos de uno por ciento de la población paraguaya, cerca del 77 por ciento de lo producido termina en Brasil, mientras que otro 20 por ciento atraviesa la frontera sur del país para llegar a Argentina.

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La SENAD dedica gran parte de sus esfuerzos a la erradicación de plantas, lo que incluye monitoreo aéreo y redadas en plantaciones y empacadoras. En 2017, Paraguay encabezó la lista de países donde se erradicó el mayor número de plantas de cannabis. Para el último año, el país reportó la erradicación de más de 1.300 hectáreas solo hasta septiembre.

En los dos años que Paraguay ha necesitado para preparar la llegada de una industria de cannabis medicinal efectiva, la SENAD también ha desarrollado otras estrategias para combatir la marihuana ilegal, algunas de las cuales están más centradas en la salud pública y la ayuda económica.

“Dentro de los problemas de desarrollo alternativo”, dijo un vocero de la SENAD, “creemos que el cannabis medicinal puede ser un pilar. Obviamente no estamos hablando de la producción tradicional, sino de la producción más bien controlada con regulaciones especiales”.

Análisis de InSight Crime

Este primer lote de licencias de cannabis medicinal indica que el gobierno paraguayo está pasando de una visión puramente criminal de la marihuana a una de salud pública —pero quedan dudas sobre la estrategia que está adoptando—.

Con el otorgamiento de las licencias de cannabis medicinal a empresas farmacéuticas bien establecidas y no a los campesinos de escasos recursos que cultivan marihuana ilegal, el gobierno ha perdido la oportunidad de resolver dos problemas al mismo tiempo.

Los agricultores podrían haberse beneficiado financieramente de una industria de cannabis medicinal emergente, y el gobierno podría haberse beneficiado al integrar a esos campesinos a un sistema regulatorio legal que, en teoría, recortaría los costos dedicados a la destrucción de sus plantaciones.

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“Lo que pasó es que el gobierno vio esto como una oportunidad de negocio para sus amigos. Se supone que el objetivo es de salud pública. Un enfoque humanitario”, dijo Ríos a InSight Crime. Y añadió: “Prácticamente no hay punto de conexión entre lo que el gobierno hace y el proyecto de ley que estamos promoviendo en el Congreso”.

Paraguay es uno de los últimos países en la región que permite el cultivo legal de alguna forma de marihuana. Argentina, BrasilChile y Perú permiten diferentes niveles de uso de marihuana medicinal, mientras que Uruguay legalizó por completo su uso recreativo.

La presión regional para dar solución al problema de la marihuana parece haber crecido en Paraguay últimamente, en parte por el sonado juicio de Itatí. Más de treinta personas se vieron implicadas en una red de tráfico en toda Argentina, lo que puso en evidencia el hecho de que Paraguay sigue abasteciendo de marihuana a la mayoría de sus vecinos.