La detención del empresario y ex presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) Edwin Oviedo, abre un nuevo capítulo en la rentable relación que han construido el fútbol y la corrupción en Latinoamérica.

El pasado jueves 6 de diciembre fue detenido el dirigente peruano Edwin Oviedo, señalado de ser uno de los hombres que financiaba la organización conocida como “Los Cuellos Blancos del Puerto”, integrada por jueces, funcionarios judiciales y empresarios entre otros. Esta red de corrupción, dirigida por el ex juez de la Corte Suprema de Perú, César Hinostroza, es responsable de una serie de delitos dentro de los que destacan el tráfico de influencias y sobornos.

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Según un testigo protegido por esta investigación, Oviedo cubrió los gastos de Hinostroza para el Mundial de fútbol Rusia 2018 y le otorgó una serie de entradas para los partidos de la Selección Nacional de su país. A cambio de esas dádivas, Oviedo fue presuntamente favorecido en el proceso judicial del caso conocido como “Los Wachiturros de Tumán”, responsable de ser el autor intelectual del homicidio de dos sindicalistas de la empresa azucarera Tumán, propiedad del conglomerado empresarial de Oviedo.

El Fiscal Juan Carrasco quien estuvo a cargo de este caso, afirmó que: “en la azucarera había una organización criminal dedicada a silenciar a todos los opositores de la administración judicial que había sido designada por el señor Edwin Oviedo”.

En este momento Oviedo se encuentra en detención preventiva y está a la espera de que se defina su situación jurídica en el caso de “Los Cuellos blancos”; en su reemplazo la FPF será dirigida por Agustín Lozano, hombre cercano a Oviedo y quien también cuenta con investigaciones en su contra.

Análisis InSight Crime

Después que se destapó el escándalo de corrupción más grande en la historia del fútbol conocido como “FIFA Gate”, en donde cayeron 16 dirigentes de Centroamérica y Sudamérica vinculados con sobornos y enriquecimiento ilícito, se esperaba un nuevo rumbo de transparencia en las asociaciones de fútbol de la región, sin embargo, siguen apareciendo más casos que opacan al deporte más popular del mundo.

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En octubre de este año, la revista mexicana Proceso, publicó una investigación que refleja el creciente arreglo de partidos de fútbol con la liga local. Se trata de organizaciones criminales que se acercan a los jugadores, entrenadores, árbitros y dirigentes de fútbol con elevadas sumas de dinero para contar con su colaboración en los resultados.

Los criminales entienden muy bien el fanatismo que genera el fútbol en todo el continente y aprovechan el deporte como un instrumento distractor para incrementar sus ganancias ilícitas. Esta entrañable relación entre el crimen organizado y el fútbol no solamente se ha manifestado en actos de corrupción y fraude, también han sido múltiples los casos vinculados con narcotráfico, lavado de activos y estructuración de asociaciones delictivas tal cual como lo refleja la realidad argentina.

Todo parece indicar que apenas hemos evidenciado la punta del iceberg de los escándalos que involucran al fútbol. Mientras este deporte siga siendo visto como uno de los negocios más grandes y atractivos del mundo entero, mayor va a ser su afinidad con el crimen organizado, donde la finalidad de ambas prácticas se centra en sus incalculables beneficios económicos.