Los venezolanos que huyen de la crisis política y económica de su país están aumentando las ganancias de los criminales y las fuentes de mano de obra barata para el crimen organizado en toda la región.

Un promedio de 25.000 venezolanos están cruzando la frontera con Colombia diariamente a través de seis cruces fronterizos oficiales, y muchos más lo están haciendo a través de decenas de cruces clandestinos, pagándole impuestos al Ejército de Liberación Nacional (ELN), a algunas Bacrim (como Los Urabeños), y a elementos corruptos de las fuerzas armadas para que los ayuden a hacerlo. Las actividades informales continúan conformando casi el 70 por ciento de la economía de la ciudad fronteriza de Cúcuta; según un informe de Semana, esa es la tasa más alta del país.

La migración de venezolanos hacia Colombia ha sido históricamente bastante baja, pero en los últimos años ha aumentado un 40 por ciento debido al inestable clima político, a la inseguridad y a las terribles condiciones económicas. Las solicitudes de asilo de venezolanos en Colombia han aumentado seis veces desde el año pasado, y, según el servicio de inmigración nacional de Colombia, actualmente hay 140.000 venezolanos indocumentados viviendo en el país —y ese número está aumentando—.

Debido a que la economía va en picada, y a la grave situación de escasez e hiperinflación, muchos venezolanos recurren a cualquier fuente de ingresos disponible. El número de venezolanos detenidos en Cúcuta, Colombia, por delitos relacionados con drogas aumentó un 227 por ciento durante el primer semestre de 2017, en comparación con el mismo período del año 2016, y la cifra de detenidos por atracos aumentó 219 por ciento. Una reciente investigación de The Economist señala que en Colombia puede haber unas 4.500 trabajadoras sexuales venezolanas.

La extrema necesidad de los migrantes venezolanos proporciona oportunidades para que el crimen organizado colombiano reclute mano de obra barata, y el volumen de personas que ingresan por la frontera, así como la longitud de esta última, hace que para las autoridades sea imposible controlar eficazmente las actividades ilegales.

Los inmigrantes venezolanos también están teniendo un impacto en la República Dominicana, donde se desempeñan cada vez más como mulas de la droga, según una reciente investigación de campo de InSight Crime.

“Ha llegado a niveles nunca antes vistos”, le dijo a InSight Crime Verny Troncoso, fiscal jefe a cargo de los casos de narcóticos para la provincia de Santo Domingo.

Desde octubre de 2016, entre tres y cuatro mulas venezolanas han sido capturadas por semana en vuelos hacia la capital de la isla, y los venezolanos constituyen actualmente el 90 por ciento de las mulas capturadas por las autoridades dominicanas, dijo Troncoso. Las redes de tráfico sexual también han explotado cada vez más a los migrantes venezolanos, lo que llevó a la policía dominicana y al ministro del Interior del país, Carlos Amarante Baret, a llamar la atención sobre este problema en noviembre del año pasado.

Análisis de InSight Crime

La crisis económica y de seguridad de Venezuela promueve la criminalidad no sólo en el país, sino además en toda la región.

Han surgido informes de ciudadanos desprovistos de alimentos que se dedican a la piratería o al tráfico de drogas; por otro lado, el caos en el país ha permitido que los grupos criminales nacionales operen con impunidad y poca interferencia del gobierno, que se encuentra dividido y cada vez más centrado en su propia supervivencia política. Las organizaciones criminales extranjeras —en particular los grupos colombianos— se están beneficiando de la crisis en Venezuela. Por ejemplo, algunos informes han señalado que el grupo criminal Los Rastrojos está aprovechando la situación para consolidar sus operaciones en Venezuela y a lo largo de la frontera, y durante mucho tiempo el país ha sido un refugio para los ejércitos guerrilleros de Colombia.

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Los informes de que los migrantes venezolanos están siendo empleados o victimizados por las organizaciones criminales muestran otro nivel de los efectos criminales de la crisis venezolana. En diciembre del año pasado, las autoridades dominicanas implementaron medidas para regular el flujo de venezolanos que todavía pueden ingresar a la isla sin visado.

Pero el crimen colombiano es el que más puede beneficiarse de la migración venezolana y de la desesperada situación de los migrantes. Desde la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), grandes economías criminales han quedado a disposición, provocando enfrentamientos entre grupos guerrilleros rivales y las Bacrim. A medida que estos grupos fortalezcan su presencia y aumenten el número de sus miembros en ambos lados de la frontera con Venezuela, estarán gustosos de recibir reclutas nuevos y dispuestos a trabajar por minucias.

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