Un ingenioso operativo encubierto italocolombiano terminó con la captura de docenas de personas en ambos continentes y el decomiso de una ingente cantidad de cocaína, que revela cómo a pesar de los recientes reveses, Los Gaitanistas en Colombia siguen jugando en las grandes ligas del tráfico de narcóticos en Latinoamérica.

El 7 de junio, las autoridades colombianas y europeas anunciaron la detención de 20 y 18 personas, respectivamente, así como la interdicción de 4,3 toneladas de cocaína traficada por el grupo criminal Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), poniendo así punto final a una investigación que se extendió por un año y en la que también participaron la policía española y el Departamento de Seguridad Interior estadounidense.

“Esta droga es perteneciente a [Jesús Ávila Villadiego] Chiquito Malo, uno de los cabecillas de las estructuras que quedan atomizadas [de las AGC]”, anunció el director de la Policía Nacional colombiana Jorge Luis Vargas en redes sociales. “[Esta es] la operación transnacional más importante de este año contra el tráfico de cocaína”.

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Según los investigadores italianos, entre mayo de 2021 y mayo de 2022, las AGC enviaron 19 cargamentos separados de cocaína al puerto italiano de Trieste, cada uno de 500 kilos de peso, los cuales fueron recogidos por la poderosa mafia italiana, la ‘Ndrangheta, y sus cómplices balcánicos. Las AGC son uno de los grupos narcotraficantes más poderosos de Colombia.

Sin embargo, no todo fue tan simple. Un operativo conjunto italocolombiano detectó la transacción internacional de drogas y envió agentes italianos encubiertos a infiltrarla. En un giro de película, los narcotraficantes contrataron a los agentes para traficar la cocaína de Colombia hasta Italia.

Así, las autoridades realizaron 19 presuntas “entregas controladas”. La policía colombiana interceptó en secreto cada cargamento antes de su salida y coordinaron para que llegara a Trieste en avión sin impedimentos; allí los agentes encubiertos entregaron la cocaína a los compradores desprevenidos.

La policía española ha presentado una versión similar de los hechos, aunque con ciertas diferencias claves, como que la cocaína fue recibida por cuatro grupos criminales europeos distintos.

Análisis de InSight Crime

Dejando de lado la inventiva de las autoridades, este caso pone en evidencia dos fortalezas importantes de las AGC: sus conexiones intactas con el crimen organizado europeo y su resiliencia frente a las campañas punitivas del Estado.

Las AGC han mantenido fuertes nexos con la ‘Ndrangheta, que se remontan a los años noventa, cuando los futuros líderes del grupo aún hacían parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Esa alianza permitiría a ambos grupos imponerse en el tráfico transatlántico de cocaína.

Sin embargo, casi todos los líderes históricos de las AGC que forjaron esos nexos ya no están. La captura y reciente extradición del jefe de las AGC Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, ha amenazado con disolver el grupo colombiano. De hecho, parece que ya está perdiendo su control de territorios claves para el narcotráfico.

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Pero al margen de su declive, la reciente transacción con la ‘Ndrangheta puede verse como una continuación de la alianza que hizo posibles ambos imperios criminales. En octubre de 2021, varios emisarios de la ‘Ndrangheta incluso viajaron al bastión de las AGC en Turbo, norte de Colombia, y allí negociaron la compra de casi una tonelada de cocaína, según una investigación de El Colombiano.

Se dice que los delegados se reunieron con el nuevo cabecilla del grupo, Chiquito Malo. A pesar de ser el sucesor de Otoniel, Chiquito Malo parece haberse topado con la oposición de sus mandos medios y de un rival que reclama su lugar.

Por esta razón, el control ininterrumpido de las AGC sobre la subregión cocalera de Urabá, al norte de Colombia, es extremadamente útil, como lo es el hecho de que las “entregas controladas” implicaron que, para el momento en que se incautó la cocaína, la ‘Ndrangheta ya había pagado a las AGC, según la policía italiana, un detalle que ignoraron convenientemente sus colegas colombianos.