La ciudad más violenta de Argentina, Rosario, podría batir el récord de homicidios que tocó hace una década. Pero aunque las cifras parecen similares, el panorama criminal de la ciudad ha cambiado de manera drástica. 

El 4 de noviembre, un doble homicidio elevó a 250 el número de asesinatos en el noreste de Rosario, la ciudad más grande de la provincia de Santa Fe. Con esta cifra el 2022 se ubica como el tercer año más violento registrado en la ciudad. 

Rosario ya ha superado la tasa de homicidios de 241 asesinatos en 2021. Y dado que falta poco menos de dos meses para que termine el año, en 2022 se podría superar el máximo histórico de 264 asesinatos que alcanzó la ciudad en 2013.

La tasa de homicidios de la ciudad es cuatro veces más alta que el promedio nacional, y el 70 por ciento está vinculado al crimen organizado, según el gobierno de la provincia de Santa Fe. 

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Una tendencia preocupante es que los homicidios están ocurriendo en un área mucho más amplia que antes. En septiembre de 2022, el mapa de los asesinatos en Rosario mostraba que los homicidios estaban distribuidos geográficamente por toda la ciudad. Se concentraban de manera particularmente alta en los barrios del sur, como Las Flores Sur, Cordón Ayacucho, Grandoli y Gutiérrez, en las zonas nororientales de Ludueña y Empalme, así como en Godoy, al oeste.

En comparación, el récord de 2013 se alcanzó después de que Los Monos, el grupo criminal más grande de Argentina, ubicado en Rosario, provocaran una ola de violencia impulsada por venganzas relacionadas con un cargamento de drogas.

Sin embargo, esos asesinatos se concentraron mucho más en la parte sur de la ciudad, donde surgieron Los Monos inicialmente. “El control que rige actualmente en Rosario es un negocio criminal diferente al de hace una década”, le dijo a InSight Crime el periodista argentino Germán de Los Santos.

Agregó que, si bien Los Monos han mantenido históricamente una presencia “hegemónica” en el sur de Rosario, la violencia se ha extendido hacia el oeste y el norte.

Análisis de InSight Crime

La propagación de la violencia en Rosario durante la última década coincide con la propagación gradual de Los Monos, así como con el reclutamiento por parte de este grupo de bandas más pequeñas en toda la ciudad. 

Dicha propagación también ha acentuado el conflicto de Los Monos con su rival, el Clan Alvarado, grupo que, aunque es más pequeño, también cuenta con una diversidad de subgrupos dependientes.

Según de Los Santos, en lugar de manejar directamente el narcotráfico en la ciudad, Los Monos han desarrollado un sistema de franquicias.

“Hoy la hegemonía de la violencia no es de Los Monos, sino también de otros grupos menores, barriales, que en la mayoría de los casos tributan a Los Monos o a Esteban Alvarado [líder del Clan Alvarado]”, explica el periodista.

Y la existencia de más grupos criminales significa más muertes.

Luis Schiappa Pietra, fiscal de Rosario, le dijo al diario La Política Online en julio pasado que los homicidios se están diversificando a medida que el mapa [del crimen organizado] de la ciudad se ha desorganizado cada vez más.

Pero culpar de la violencia a una rivalidad entre Los Monos y el Clan Alvarado es demasiado simplista.

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“La construcción mítica de los hipervillanos [Los Monos, los Alvarado] es más una construcción política y mediática que una realidad”, dijo Enrique Font, abogado y criminólogo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en comunicación con InSight Crime.

Señala que, por el contrario, es más importante observar la distribución de los homicidios en función de factores como la inclusión social, y no solo de la ubicación. De esta manera, la distribución de los grupos refleja patrones que se han observado en otras ciudades, donde diversos grupos pequeños, compuestos generalmente por jóvenes de entornos socioeconómicos desfavorecidos, se enfrentan por el control de la venta de drogas y por la extorsión.