Por varios años se ha considerado a Los Gaitanistas como una de las estructuras criminales más fuertes de Colombia. Sin embargo, tras la captura de Otoniel, su líder principal, el presidente Iván Duque afirmó que se marcaba «el final» de la organización ¿Qué tan acertado es esto?

La captura de Dairo Antonio Úsuga, alias «Otoniel» el pasado 23 de octubre se pronosticó desde hace tiempo. El líder de Los Gaitanistas, también conocidos como Clan del Golfo, Urabeños y Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), estuvo prófugo por varios años y se movía constantemente entre las zonas rurales de los departamentos de Antioquia y Córdoba con un grupo reducido de aliados y guardias. Esta movilidad constante, resultó en que las AGC operaran durante bastante tiempo sin la presencia física de Otoniel. 

A pesar de las continuas operaciones militares en contra del grupo, las AGC continuan con su control territorial sobre zonas de producción de coca y trafican toneladas de cocaína al extranjero. El grupo también está involucrado en el tráfico de migrantes, la extorsión y la minería ilegal.

Además, las AGC tienen una estructura particular que les ha permitido expandirse geográficamente y adaptarse a importantes capturas y bajas a lo largo de los años. La captura de Otoniel no parece ser la excepción.

A continuación, InSight Crime presenta una radiografía del estado actual de las AGC en Colombia, la estructura interna del grupo, sus principales zonas de control e influencia, así como perspectivas a futuro.

Estructuras y franquicias

La organización interna de las AGC está diseñada para maximizar la presencia territorial, la participación en economías criminales y la adaptabilidad al cambio. Esto ha llevado al grupo a valerse de diferentes redes armadas en los territorios, principalmente compuestas por estructuras centrales y franquicias.

Las estructuras hacen parte del organigrama central de las AGC. Reciben órdenes directas de la cúpula de la organización, delimitan su presencia a territorios específicos y tienen líneas de mando internas. Algunas, incluso, tienen a su cargo subestructuras con presencia territorial más focalizada.

Las estructuras centrales se ubican en regiones claves para el grupo, desde donde aseguran su participación en el narcotráfico y la minería ilegal.

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Por su parte, las franquicias funcionan de manera semi-independiente a la cúpula de la organización. Generalmente, son bandas locales subcontratadas que actúan en nombre de las AGC cuando es necesario.

Para el grupo, esto representa acceso a rentas criminales, fuerza sicarial y presencia territorial, aunque de manera indirecta. Para las bandas más pequeñas, las AGC representan un aliado importante en la disputa sobre las economías criminales locales – como la extorsión y el narcomenudeo.

Áreas de control

Estas son las regiones más importantes para las AGC. Aquí controlan cultivos de coca, infraestructura para la producción de cocaína, puntos de salida de droga, minería ilegal y tráfico de migrantes.

Urabá, Sur de Córdoba y Antioquia

El grupo heredó territorios clave en los departamentos de Antioquia y Córdoba de las antiguas estructuras paramilitares. Es aquí donde continúan teniendo mayor presencia y en donde Otoniel fue capturado.

En la región de Urabá –compuesta por municipios del norte de Chocó y Antioquia– el grupo se mueve como pez en el agua. Varios de sus líderes nacieron en esta zona y allí se iniciaron en la criminalidad, formando parte de los grupos guerrilleros y paramilitares que tuvieron presencia en la región desde antes de los años noventa.

Urabá es un territorio clave para el narcotráfico. Desde el golfo, las AGC controlan la salida de grandes cantidades de cocaína hacia Centroamérica. Por ejemplo, en julio de este año fueron incautadas 5,4 toneladas de cocaína que salieron desde el Golfo de Urabá con destino a Costa Rica.

Por su parte, el sur de Córdoba se ha consolidado como un corredor estratégico que conecta las zonas de salida de la droga en Urabá con los cultivos de coca y laboratorios del Bajo Cauca, en Antioquia. La región del Nudo de Paramillo, entre Antioquia y Córdoba, es central en las dinámicas criminales de la zona.

Las AGC tienen tres estructuras centrales en esta zona: «Central Urabá«, «Carlos Vásquez» y «Roberto Vargas Gutiérrez«. Sin embargo, estas estructuras no tienen control absoluto. En la zona también hay presencia de otros actores criminales como las disidencias del Frente 18 y 36 de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC), al igual que los Caparros.

Estos últimos hicieron parte de la estructura de las AGC hasta 2017, cuando se separaron del grupo. Desde entonces se enfrentan directamente a su antigua casa criminal, sin lograr consolidarse como una amenaza fuerte. La baja de alias “Flechas”, principal líder de los Caparros a mediados del 2021, parece haber dado un espaldarazo al poder de las AGC en la zona.

Finalmente, mediante franquicias asociadas, las AGC tienen presencia en la ciudad de Medellín y sus municipios aledaños, donde buscan controlar rentas asociadas al narcomenudo.

En esta región del norte de Colombia, las AGC no han dudado en utilizar la violencia. Han logrado decretar varios paros armados y ataques contra la fuerza pública. En febrero de 2021, la muerte de alias «Marihuano» dio lugar a un plan pistola decretado por el grupo. Por lo menos tres miebros de la fuerza pública fueron asesinados en este contexto.

Recientemente, tras la captura de «Otoniel», cuatro soldados murieron tras ser víctimas de atentados en el norte y Urabá antioqueño en los últimos días.

Costa Caribe

En el Caribe colombiano, el grupo tiene cada vez más injerencia. En la región de Montes de María, entre los departamentos de Bolívar y Sucre, han ganado terreno en el último año, buscando consolidarse en este territorio que funciona como corredor estratégico para la salida de la droga por el Golfo de Morrosquillo.

En el departamento de Atlántico también han consolidado su presencia en la ciudad de Barranquilla y municipios aledaños. Allí obtienen ganancias de la extorsión y el envío de droga desde las playas del departamento. De igual forma, les disputan a bandas locales el control del narcomenudeo en la ciudad.

Más al norte, en el departamento de Magdalena, las AGC dieron un golpe certero a sus antiguos aliados, Los Pachenca, desterrándolos del control que ostentaban en el narcotráfico desde el puerto de Santa Marta.

Áreas de influencia

En estas zonas, las AGC mantienen un nivel de control fluctuante, se enfrentan constantemente con las disidencias de las FARC, el ELN, Los Pachenca y otras bandas locales.

Chocó

Las AGC han mantenido una presencia importante en el departamento de Chocó, sobre la frontera con Panamá, desde donde controlan una parte importante del tráfico de migrantes a través del Darién.

Sin embargo, las AGC no han podido consolidarse como actor dominante en la zona, debido a los continuos enfrentamientos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

En Chocó hacen presencia las estructuras “Pablo José Montalvo Cuítiva” y “Jairo de Jesús Durango”. Al norte, la estructura “Efrén Vargas Gutiérrez” controla la salida del narcotráfico por las playas del departamento.

Chocó es de gran importancia para las economías criminales la organización, y los líderes que actúan en la zona son de alto valor para las fuerzas de seguridad. De hecho, alias “Gavilán”, quien fue el segundo al mando de las AGC hasta 2017, y alias “Marihuano”, quien ascendió en su reemplazo, fueron dados de baja en operativos de la fuerza pública en este departamento. Ambos hombres habían sido enviados desde Urabá para coordinar las actividades del narcotráfico y la minería ilegal.

Desde 2018, las AGC se enfrentan al ELN por el control de zonas de cultivo y procesamiento de cocaína, al igual que rutas y zonas de extracción minera, dejando a su paso una estela de violencia y abusos contra la población.

En los últimos meses, la tensión parece haberse concentrado en las zonas aledañas al río San Juan, al sur del departamento, donde las AGC rompieron un pacto de no agresión con el ELN al incursionar en el corregimiento de Dipurdú, del municipio de Istmina, el cual estaba bajo el control del grupo guerrillero.

Los enfrentamientos que se desataron en la zona dejaron a más de mil personas desplazadas.

Norte de Santander

Las AGC hicieron sus primeras incursiones en el departamento de Norte de Santander en 2011. Sin embargo, poco depués, los golpes de la fuerza pública extinguieron su presencia casi por completo.

A finales de 2020, las AGC decidieron probar suerte de nuevo en este territorio clave para el narcotráfico, el contrabando y la trata de personas. Esta vez llegaron aliados a Los Rastrojos, uno de los principales grupos criminales de la zona. Desde entonces, se han enfrentado al ELN por ganar un lugar en las economías criminales de esta región de frontera con Venezuela.

Las AGC han enviado hombres desde Urabá para coordinar la consolidación de su estructura en Norte de Santander, sin embargo, uno tras otro han caído. En marzo de 2021 fue capturado alias “Doce”, y en julio, alias “Diego”, quien había sido enviado en su reemplazo, fue dado de baja.

Cauca y Nariño

Los departamentos de Cauca y Nariño conviven con la presencia armada de múltiples actores que buscan mantener el control del territorio y sus economías criminales. Allí, el ELN, las disidencias de las FARC y las AGC comparten su presencia con bandas narcotraficantes menores.

En Nariño, las AGC han ampliado su presencia desde 2019 por medio de su estructura “Héroes de Cordillera”. Su presencia se ha centrado en los municipios de Leiva, El Rosario y Policarpa. Desde allí, las AGC se han expandido a zonas del departamento del Cauca, consolidando su influencia en el municipio de Balboa.  

Tanto en Nariño como Cauca, las AGC son asediados por grupos disidentes de las FARC que buscan retomar control en municipios donde estos tienen presencia. Los principales enfrentamientos se han dado con el extinto Frente Estiven González de las FARC y el Comando Coordinador de Occidente.

Su presencia en estas zonas no es representativa si se compara con su injerencia en otras regiones. No obstante, el grupo se ha mantenido estable en municipios estratégicos que le garantizan rentas a partir de la participación en algunos eslabones del narcotráfico.

Perspectivas

A pesar de la captura de su principal líder, es difícil pensar en el fin de las AGC considerando el funcionamiento de su estructura interna y la presencia territorial que aún tienen en regiones estratégicas.

Aunque la cúpula central se ha reducido a tres mandos conocidos, en los territorios las estructuras siguen marchando. Las AGC seguirán teniendo ingresos criminales altos mientras se siga enviando cocaína desde Colombia en niveles récord y el grupo siga controlando las lucrativas economías criminales. Si las franquicias mantienen su lealtad, la red criminal de las AGC seguirá siendo resistente.